Resulta imperdible la visita al Museo del Tesoro Imperial. Éste se divide en dos colecciones: el Tesoro Secular y el Tesoro Eclesiástico.
El Tesoro Secular abarca más de un milenio de historia europea. Alberga la colección más importante de objetos reales medievales, como son las insignias y joyas del Sacro Imperio Romano Germánico, incluidas la Corona Imperial y la Santa Lanza. Otros objetos destacados son la Corona del Emperador Rodolfo II, así como las vestiduras y objetos preciosos de la Orden del Toisón de Oro.
Gemas valiosísimas, entre ellas una de las esmeraldas más grandes del mundo, atestiguan el antiguo poder de los Habsburgo. En siglos anteriores, dos objetos se consideraban tan únicos que fueron declarados "reliquias inalienables de la Casa de Austria": un diente de narval gigante que se creía que era el cuerno de un unicornio y un cuenco de ágata de la Antigüedad Tardía que se creía que era el legendario Santo Grial.
Las primeras descripciones detalladas del Tesoro Imperial se remontan al reinado del Emperador Leopoldo I (1658-1705). La Emperatriz María Teresa (1740-1780) ordenó una amplia reorganización del Tesoro y, para ello, mandó fabricar magníficas vitrinas de nogal que aún hoy se utilizan para exponer el Tesoro Eclesiástico.
La agitación de las guerras napoleónicas provocó importantes cambios y ampliaciones del Tesoro. Entre 1794 y 1800, las insignias, joyas y ornamentos del Sacro Imperio Romano Germánico se trasladaron de Núremberg y Aquisgrán a Viena, y los tesoros de la Orden del Toisón de Oro se trajeron desde Bruselas. De este
modo, las colecciones se mantuvieron a salvo de las tropas francesas.
Las valiosas piezas se agrupan y ordenan de este
modo:
- La Herencia Borgoñona y la Orden del Toisón de Oro
- Ceremonial en la Corte Imperial
- El Sacro Imperio Romano Germánico
- Piedras preciosas, joyas y piezas conmemorativas
- Austria como archiducado
- El Imperio de Austria
Entre las piezas de la
Herencia Borgoñona y la Orden del Toisón de Oro podemos encontrar el Cáliz de la Corte Borgoñona (1453-1467). Es una magnífica vasija de oro y cristal de roca adornada con perlas y piedras preciosas. Perteneció a Felipe III de Borgoña, conocido como "Felipe el Bueno", cuyos emblemas personales están representados en la tapa y en la base. Los lirios heráldicos de la Casa de Valois, realizados con diamantes tallados, también decoran la tapa y la base.
El Cáliz de la Corte Borgoñona pasó a manos francesas procedente de la sucesión de Carlos el Temerario. En 1570, junto con el salero de Benvenuto Cellini, la Copa de Miguel y la Jarra de ónice, fue obsequiada por el Rey Carlos IX de Francia al Archiduque Fernando II del Tirol, quien había representado al Rey francés en su boda con la Archiduquesa Isabel.
La Espada "Ainkhürn y su historia también son destacables. Antaño se creía que la espada estaba hecha con cuerno de unicornio. La realidad es que la vaina y la empuñadura están hechas con el colmillo de un narval. Hacia 1200 los dientes de narval, que a menudo alcanzaban longitudes considerables, se vendían como "alicornios" por sumas colosales. Se consideraba que el cuerno de la legendaria criatura tenía grandes poderes y, debido a la interpretación cristiano-alegórica del mito del unicornio, los "alicornios" se convirtieron en el material preferido para emblemas tanto seculares como eclesiásticos.
El precioso "alicornio" está sobriamente adornado con perlas, un rubí y sencillas bandas de oro. En estas últimas se encuentran los emblemas de Felipe III de Borgoña "Felipe el Bueno" (fuego de acero y chispa de pedernal), ejecutados sobre fondo mate. Del patrimonio de su heredero, Carlos el Temerario, la espada pasó a manos del Emperador Maximiliano I.
En la colección de la Herencia Borgoñona y la Orden del Toisón de Oro no podían faltar collares, veneras y mantos de la orden. Destacan dos collares, de los ejemplares más antiguos que se conservan, fechados a principios del siglo XVI. Y destaca también una preciosa venera de 1870/1890, ejemplo de la maestría con la que se enjoyaban las condecoraciones. Está realizada en oro, diamantes y 3 grandes peridotos.
El manto fue confeccionado probablemente bajo el reinado del Emperador Carlos VI siguiendo el
modelo de las túnicas medievales. Consiste en una capa de rueda de corte asimétrico de terciopelo rojo con ricos bordados dorados que representan los emblemas de la Orden (carnero, hierro candente y pedernal). El bordado del dobladillo muestra el lema de Carlos el Temerario "Je l'ai emprins" ("Me he atrevido"). La capa, fruncida en el hombro derecho, va acompañada de una prenda interior de terciopelo escarlata y de un chaperón con ricos bordados dorados, del que cae una cinta de terciopelo.