Este es el Oviedo donde vivía Urraca, que junto con Avilés y Llanes, son las tres ciudades dignas de mención en la Edad Media en esta región. Las tres con fuero real otorgado por Alfonso VI siguiendo el
modelo del de Sahagún. Llanes y, en mayor medida Avilés, eran puertos de mar importantísimos en la alta Edad Media (Santander o San Sebastián eran poco más que pueblos de pescadores aún) que comerciaban con puertos portugueses, franceses, flamencos e ingleses y con toda la costa cantábrica. La sal era la principal mercancía seguida del grano y el vino. Era muy, pero que muy importante el comercio de textiles, objetos manufacturados y artículos suntuarios, o sea que la reina tenía acceso a lo mejor de la
moda de la época con tejidos de calidad superior. Los documentos hablan de paños, bayeta, sedas, tafetanes, rasos y terciopelo. Con todos ellos se confeccionaba no sólo vestidos sino también ajuar de cama, uno de los elementos que mejor refleja la posición social de su propietario, y lencería para la casa: manteles, paños de manos, reposteros, cabezales…
En la capital la reina se codeaba con los nobles y eclesiásticos de su consejo pero también con el “patriciado urbano”, los grandes hombres de negocios (tenderos, mercaderes y cambistas) que acaparan los cargos municipales, hay pequeños industriales, comerciantes y profesionales liberales (abogados, escribanos, físicos y boticarios) y, por supuesto, artesanos que comienzan a agruparse en gremios para hacerse fuertes, muy importantes los que trabajan el cuero porque abunda en la región. A esto se suman las legiones de peregrinos que llegaban a la catedral y que tanto molestaban a Gelmírez, que prefería que le dejasen todos los dineros a él en Santiago, en vez de pasearse por Oviedo. En resumen, una villa muy animada
¿Y qué come la Reina? Pues lo mismo que sus habitantes, excepto porque ella tenía acceso a dulces y fruta confitada demasiado lujosa para el común de los mortales. Los artículos de primera necesidad son el pan, el vino y la carne que se venden en el azogue (mercado) y que tienen asegurado el abastecimiento por orden de los reyes en los fueros (“
todo hombre que hubiere de vender pan o sidra, véndalo cada y cuando quisiere sin pena, y no lo deje por ningún hombre “ Alfonso VI dixit
). Los ciudadanos comían bastante carne y de forma más variada, en las villas y ciudades se despachaba trigo y se comía pan blanco, mejor que en el campo que abundan cereales y legumbres y estaban sujetos a las estaciones (nada de frigoríficos como ahora) La carne, huevos, leche y sus derivados gozaron de gran estima y abundan en Asturias así como el pescado. Resumiendo, tendría acceso a mejores productos y de mejor calidad que su padre y hermanos en León, excepto por el cordero, que era más apreciado el de pasto seco (como ahora).
El alimento por excelencia: el pan. Alimento de ricos y de pobres, del cuerpo y del espíritu, el pan resume en sí mismo todas las aspiraciones y condicionantes de la vida del hombre medieval.
En aquellos tiempos no se entendía una comida sin pan, el principal recurso nutricio. Su falta o escasez era dolorosa e irremplazable. La penuria de pan era una situación especialmente dolorosa para las clases humildes pues solía ir pareja con un periodo de hambre. La cronística nos muestra la importancia del pan que aparece como insustituible, dando la sensación de que cuando escasea es como si no existiesen los restantes productos. La ración habitual de pan podía oscilar entre los quinientos y mil doscientos gramos por persona y día, lo que en la práctica suponía la mayor fuente de calorías. Este alto consumo de pan ocupaba un considerable porcentaje en los gastos de la economía familiar.
La elaboración y venta del pan es un proceso regulado con gran detalle en las Ordenanzas Municipales (Oviedo conserva dos ejemplos de los más antiguos de España de 1245 y 1274) La fabricación de pan estaba reservada en exclusiva a las mujeres, debían hacerlo en su casa con trigo y escanda (espelta) y marcarlo con una señal exclusiva que actuaba como garantía.
La reina, que es la que al final aprueba las Ordenanzas, no sólo está obligada a garantizar el abastecimiento de la ciudad sino que además debe controlar los precios vigilando la reventa, establece pesos y medidas oficiales y protege al comprador de las irregularidades de los vendedores:
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el quien quier que vendier carnero de Asturias por de Campos ho lo vendier por maes de commo ye sobredicho aya la pena sobredicha…
Ya os dije que el cordero de Tierra de Campos era muy apreciado, hay cosas que nunca cambian :D
Destaca la detallada regulación sobre el comercio del pescado: se obliga a traerlo al azogue para la venta y se trata de asegurar el abastecimiento directo de la población, y atención a las medidas sanitarias
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non tena el pescado enna villa maes de dos dies en verano et tres en invierno…
Lamento echar abajo la concepción romántica que la mayoría tiene de esta época pero es que… ¡¡¡la Edad Media olía muy mal!!!!
Con estos mercados, las curtidurías de cuero que apestan, sin alcantarillado, animales de granja en las casas, la gente que se lava más bien poco o nada… en fin, mejor no pensar en ello.
Pues a esto, y a asegurarse de cobrar los impuestos para su padre era a lo que se dedicaba Urraca. Así rápidamente porque el tema es un poco aburrido: portazgo es el derecho que pagas por entrar por la puerta de una ciudad y se dedica a mantener las murallas, pontazgo es el derecho que pagas por pasar por encima de un puente y que el rey cobra para mantener los caminos, la sisa es… el IVA de hoy, que se cobraba en los mercados y las caloñas son las multas por contravenir las leyes así que mejor que no os pillen blasfemando, jugando en garitos de juego ilegal, cazando en cotos del obispo o forzando a doncellas porque os sale más caro que forzar viudas (verídico)