La Cruz de los Ángeles. Año 808. Donación de Alfonso II el Casto a la iglesia de Oviedo. Alma de madera de cerezo cubierta con lámina de oro repujada y filigrana de oro. Piedras preciosas y semipreciosas engastadas: camafeo de ágata, entalles de ágata, calcedonia y cristal de roca, perlas, granate, cabujones de rubíes, zafiros, ópalos, amatista... Procedencia: Cámara Santa de la Catedral de Oviedo.
Primero os cuento la leyenda de esta pieza que constituye el escudo heráldico de la ciudad de Oviedo:
Preocupado Alfonso II por donar al iglesia del Salvador una cruz digna de la gloria de Dios, se le presentaron unos peregrinos que se comprometieron a realizarla. El rey les proporcionó los materiales (de su colección) y los encerró en una habitación para evitar que se largasen con el oro y las piedras. Cuando unas horas más tarde se personó en el taller en el que se supone que trabajaban, se encontró con que habían desaparecido misteriosamente mientras que en el centro del aposento se encontraba la maravillosa cruz. Y de ahí le viene el nombre.
Es una cruz griega con los extremos ensanchados que dentro contenían antiguamente unas cajas-relicario a las que se accedía con una puertecita corredera de oro, y se ensamblan en un disco central del que aquí tenéis el reverso
El alma de madera de cerezo está recubierta mediante láminas de oro fijadas por clavos de plata, sobre las que destacan filigrana y rica pedrería engastada, materiales que el propio monarca donó de su tesoro.
La cara más profusamente decorada es el anverso, cubierta por una finísima labor de filigrana que sirve de fondo a 48 piedras distribuidas simétricamente en cabujones. Los bordes se rematan con fino cordoncillo de oro, excepto en el disco central que se bordea de perlas. Destaca la gran piedra granate central y varios entalles romanos. El superior, un ágata de color azul, presenta una escena de los ritos de Dionisio con dos figuras conversando bajo un árbol.
El reverso contiene una inscripción de letras áureas soldadas, estilo maldición egipcia a la asturiana
: "Permanezca esto gratamente acogido en honor de Dios. Alfonso, humilde esclavo de Cristo, lo ofrece. Con este signo se protege al piadoso, con este signo se vence al enemigo. Quien se atreviere a arrebatarme, excepto donde mi libre voluntad me dejare, sea muerto por el rayo divino. Esta obra fue acabada en la era 846"
La decoración de oro repujado con forma de cruces y pequeñas hojas en los ángulos de los extremos sirve para ocultar los clavos de sujeción. Las 5 pedras engastadas de este reverso se rodean de perlas ensartadas en hilo de oro. Destaca el gran camafeo romano central, de ágata tricolor, que representa un busto femenino de perfil (es réplica exacta, el orginal fue robado)
Otras dos piedras son entalles romanos de los siglos I y II, uno representa a la diosa Minerva junto a una Victoria con una corona de laurel y otro una figura fantástica con cabeza de cabra y cola enroscada, que porta en una mano una esfera y en la otra un látigo de seis colas. La inscripción PHACA VAL de esta pieza se ha identificado con un símbolo mágico de los cultos mistéricos y gnósticos orientales. Es decir, que los reyes coleccionaban alegremente sin darse cuenta de que las piedras que luego regalaban a las iglesias tenían una fuerte connotación pagana.
La pieza probablemente fue realizada en el castillo de Gauzón (Gozón, cerca de Avilés) por un taller de orfebres itinerantes llegado del norte de Italia por pedido del rey, luego llamados "ángeles" por la leyenda.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.