En el 907 Alfonso está al frente de una expedición militar que llega a Toledo donde la población le recibe con regalos y en medio de esa euforia recibe una noticia que debió afectarle profundamente: sus hijos traman una conjura para destronarle. Debieron pensar que con 62 años cumplidos y más de cuarenta de reinado ya estaba bien de aguantar a papá.
Tras un reinado coronado de grandes éxitos, la conjura de sus hijos tiñe el final de los días de Alfonso III de una mancha negra. El rey hace ejecutar a su siervo Addanino, el principal conjurado, y envía a García, su primogénito, al castillo de Gozón donde es encerrado. Se ve que tenía prisa por heredar el reino el nene :?
Pero el suegro de García lo libera con ayuda de los otros príncipes, Fruela y Ordoño, y entre los tres hermanos encierran a su padre en un monasterio, el de Valdediós, en compañía de la reina Jimena. En principio parece que no fue un cautiverio duradero y de hecho sabemos que el rey peregrinó a Santiago y donó a la catedral de Oviedo la Cruz de la Victoria en el 908 (más información
AQUI ) pero su autoridad debía estar muy maltrecha y sus poderes restringidos.
Aún destronado y retirado sus hijos no se atrevieron a usar el título de monarca. Hasta que Alfonso muere, su hijo García no se autodesignará rey ni desplazará la capital a León.
El 20 de diciembre del 910 muere Alfonso en Zamora "consumido por violenta fiebre" y en enterrado primero en Astorga, y luego en Santa María del Rey Casto, junto a su esposa muerta pocos años después (la pobre vivió para ver a sus hijos darse palos entre ellos por el reino :( )
Esta es la página del Liber Testamentorum dedicada a Alfonso III y su esposa Jimena. Abajo los escuderos, los "armigier regis", llevan las armas del rey. Flanqueados por una dama de la corte y un monje tonsurado, quizás del monasterio de San Vicente. Los monarcas entregan su testamento al Obispo de Oviedo sentados en un banco de su palacio, en una sala abovedada y adornada con cortinajes. Al lado de la reina, su dama de compañia o doncella de habitación, "cubicularie", la abanica. Al lado del rey, su ministro (secretario particular) con un texto en las manos.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.