Así pues Fruela permanece en Oviedo y Ordoño queda al frente de Galicia, pero parece que ambos reconocían cierta supremacía a León, aunque sólo fuese de caracter honorífico, quizá por ser capital del primogénito.
Desgraciadamente para él, Garcia aprovecha poco su situación de rey derivada de la rebelión y el destronamiento de su padre, pues sólo reina del 910 al 914, siendo sucedido por su hermano Ordoño II, el siguiente hermano por orden de nacimiento, quien es aclamado rey por una asamblea de magnates y obispos, es ungido y coronado a la manera tradicional. Es él quien establece de forma definitiva en León el centro político del reino (aunque Fruela sea más o menos independiente en Asturias)
Es Ordoño II quien más palos se dio contra Abd al-Rahman III, saqueando la comarca de Mérida, conquistando Évora y Alanje y cobrándole tributos al señor muladí de Badajoz. Además le derrota en San Esteban de Gromaz el 4 de septiembre del 917
Lo que queda del castillo de esa localidad.
Este éxito anima al rey sancho Garcés de Navarra (el primero de la dinastía Jimena, se hizo con el trono al estar casado con la nieta del último rey Arista) a hacer una alianza con el rey de León y juntos saquean Nájera y Tudela y toman Calahorra y Arnedo (918)
Pese a estas conquistas, comienzan a apreciarse en la corte claros síntomas de discordias entre aristócratas leoneses y castellanos que a partir de este momento la van a liar muy gorda, volviendo al sistema quito-pongo rey que tan malos resultados da a la larga por la inestabilidad que provoca. Como primera medida, Ordoño II ya mete presos a los condes castellanos Nuño Fernández, Fernando Ansúrez, Albomondar Albo y a su hermano Diego, que al parecer no le habían prestado el apoyo requerido en su campaña con el rey de Navarra, debido principalmente al temor de los castellanos de que el rey de Navarra ganase la carrera de los territorios de La Rioja. Al parecer los condes decidieron estarse tranquilitos, pero otros tomarán el reemplazo más adelante.
En el 924 Ordoño II repudia a su esposa, la gallega Aragonta, y casa con Sancha, hija del rey de Navarra, a la que por cierto no se le dio mal el asunto de encontrar partidazos con los que casarse pues fue esposa en primeras nupcias de Ordoño II de León, en segundas del Conde alavés Álvaro Herrameliz y en terceras, de Fernán González, Conde de Castilla. Ahí es nada. Por cierto, Ordoño se le murió a los pocos meses de la boda así que el título de reina le duro poquito.
Las crónicas dicen de este monarca que "no sabía descansar" (labori nescius cedere), temiendo que el ocio menguara su preocupación por los asuntos del reino. Ordoño II se sentía heredero de la España visigoda y aspiraba a su restablecimiento, adquiriendo un gran renombre que le llevó a figurar en numerosos romances y cancioneros.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.