No me gusta hablar de esta pieza, es un dolor como una cuchillada clavada en el corazón de los asturianos, pero el hilo quedaría incompleto sin ella.
La Cruz procesional de la Iglesia de San Salvador de Fuentes en Villaviciosa, Asturias. Alma de madera con plata parcialmente dorada, piedras, camafeo romano y joyas. Siglo XII.
En el reverso se puede contemplar la inscripción en latín de la donante Sancha González:«Sancha González, me hizo en honor de San Salvador». Además de la inscripción existen varios bajo relieves. En el centro se puede ver el Cordero Mísitico y a los lados por la parte opuesta a las figuras de la Virgen y San Juan podemos ver símbolos alegóricos a los Evangelistas: un águila, león y un toro. El cuarto símbolo hoy desaparecido era un ángel.
En el anverso se puede ver una imagen de Jesucristo crucificado teniendo en cada uno de los laterales las figuras en relieve de la Virgen y San Juan, uno a cada lado. Coronando la pare superior de la cruz se puede ver un ave.
La cruz fue vendida en 1898 por una miseria. Siempre se pensó que fue cosa del párroco, a Perfecto Palacio le echaron todas las culpas y parece que no tuvo ninguna, pero el sambenito le acompañó hasta su muerte. Se opuso a la venta "y exigió una autorización por escrito de los responsables de la diócesis para que la cruz saliera de su templo" La autorización llegó de las alturas jerárquicas y no hubo más que hablar. Era obispo de Oviedo Ramón Martínez Vigil y se buscaba desesperadamente dinero para finalizar las obras de la basílica de Covadonga, templo que no se terminaría hasta el año 1902.
Por si pensais que fue una compra de buena fe os diré que la pieza fue vendida y sacada a escondidas de los vecinos una noche y el comprador sobornó a los empleados de aduanas españoles y franceses para poder colarla en el país. En 1917 el coleccionista J. Pierpont Morgan la acaba donando al Metropolitan Museum de Nueva York. En 1993 los vecinos de Fuentes entregaron una cantidad de dinero exhorbitante en concepto de "derechos de autor" al Metropolitan para poder hace una copia y tenerla en la iglesia.
Los guardas de seguridad del Metropolitan conocen la historia porque están acostumbrados a ver gente, asturianos y sobre todo de Villaviciosa, a la que se le caen las lágrimas delante de la vitrina.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.