Muy honrada Octavius. Sabba esta vez no los tuve tan cerca como en otra ocasión en que, de hecho, estuve hablando con ellos. Fue uno de esos fines de semana, no mucho después de su boda, en lo que los príncipes desaparecen y nadie sabe dónde van, pues yo os digo que se van de paseo por la Asturias profunda
Estaba yo tranquilamente en una sidería del pueblo de mis abuelos, Moreda de Aller, pinchando unas tapas y bebiendo un par de botellas de sidra con mis primas y amig@s, cuando vemos entrar a los príncipes por la puerta. Se nos quedó esta cara
De hecho, estábamos tan sorprendidos que nadie corrió a pedirles autógrafos ni a darles dos besos en plan fans histéricas. Todo el mundo siguió a lo suyo mientras un par de armarios empotrados de seguridad comprobaban así a ojo que no había ningún problema.
Se ve que la princesa ya conocía el sitio de cuando era soltera porque sabía a lo que venía y directamente le pidió al dueño que estaba detrás de la barra una de parrochas y una botella de sidra. La parrocha es bocarte, osea, sardinas pequeñitas que en Asturias freímos hasta que están doradas con taquitos de jamón que les dan un punto salado, una cosa buenísima lo de mojar pan en el aceite que sueltan, eso se va a las caderas sin pedir permiso
El dueño de la sidrería, literalmente, repito, literalmente, le chilló a la mujer: "¡¡¡¡¡¡¡¡¡Pon una de parrocha pal Príncipe y la Letiiiiiiiiii!!!!!!!!!" Y la mujer, que estaba en la cocina y no se enteró de que habían entrado, le contestó también a voces: "¡¡¡¡¡ Vete a reirte de tu p... madreeeeeeeeee, gili....!!!!!"
Al príncipe le dio un ataque de risa que se le saltaban las lágrimas, la princesa estaba un poco más compuesta pero se notaba que tenía ganas de reirse a carcajadas y se estaba conteniendo. El resto de la sidrería estábamos patas arriba de la risa.
Se tomaron su tapa y su sidra, insistieron en pagar, saludaron a todo el mundo y se acercaron a nuestra mesa a preguntar si salían hacia León por el puerto de Pajares o por San Isidro y qué cosas interesantes podían parar a ver. Encantadores los dos, por desgracia aún no conocía yo el foro Dinastías porque sino les hubisese apuntado la dirección para que se pasasen a echar un ojo
Años después vinieron a entregar el premio de Pueblo Ejemplar a Moreda de Aller y los Humanitarios de San Martín y, alucino, se acordaron de nosotras al encontrarnos entre el público al lado de la misma sidrería y nos saludaron con dos besos. Muy, muy, muy majos, de verdad.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.