Es emocionante, sin lugar a dudas, he presenciado algunas profesiones de fé. Es verdad que en algunos casos los padres, madres por lo general, lloran pues creen perder un hijo. No es tal, es cuando más presentes están. Imagina caro Lamballe, que una hijo o hijo tuyo, se casa y se tiene que instalar en un lejano país, al que no podrás viajar cuantas veces quieras o cuantas veces ellos quisieran... En mi país, en la región norte, hay un monasterio de monjas de clausura, y como es monumento histórico, no se amplía y las monjas no se mudan, pues que hay lista de espera para ingresar, hasta que no se muere una no ingresa otra. No se si las Reglas de la Congregación les permite fundar nuevas casas, con lo que se solucionaría el problema. Mientras tanto, las aspirantes, llevan en su casa, parte de la vida monástica, estudian y rezan como si estuvieran en el convento. Mira, yo no soportaría la vida y reglamentos militares y sin embargo hay jóvenes y hoy mujeres (una locura) que ingresan cada año. Tienen que pedir permiso para casarse y si te dicen que la elegida no reune las condiciones, o la dejas o te retiras del ejército. Permiso para ausentarte del país... etc. No es tan facil tampoco, a eso agrégale los traslados de provincias,. Y mirad a vuestra Doctora de la Iglesia, Sta. Teresa de Ávila, creo que en esa época muy pocas poquísimas mujeres han viajado tanto como ella. Y las lágrimas de la infanta Isabel Alfonsa, son comprensibles, es la emoción de ver una hija elegir ese estado, que como sabes, también se llora de felicidad y sin lugar a dudas la infanta se sentía feliz. y si Teresa/sor Rocío, llega a eso es en parte sin lugar a dudas, por la vida de trabajo y fé que respiró en su hogar.
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