Abd al-Rahman III, de vuelta a su capital, se entretenía en supervisar personalmente las obras de construcción de la ciudad-palacio de Madinat al-Zahra, comenzadas dos años antes a escasos 5km de Córdoba. Allí pensaba trasladar su lujosa corte, en la que había multitud de servidores de origen europeo por cierto, creando una joya arquitectónica que reflejase la gloria del califato.
Las fotos son de Wikipedia.
Ya de paso, siento fastidiar vuestros sueños románticos, pero Azahara nunca existió. El califa tenía multitud de concubinas, cambiaba de favorita como de chilaba y le importaban un bledo, excepto cuando se cabreaba con ellas por nimiedades y las decapitaba o les marcaba el rostro con hierros al rojo para estropear su belleza. Madinat al-Zahra se levantó como auto alabanza al ególatra de Abd al-Rahman, no por amor a ninguna mujer. La leyenda surgió más adelante para intentar explicar el nombre "femenino" de la ciudad.
Analizando las aceifas de los últimos años, el califa y sus consejeros llegan a la conclusión de que el reino de León no volverá a sumirse en el caos de las rencillas familiares y que, con un monarca audaz y belicoso como Ramiro II, constituye una seria amenaza. Toledo y Zaragoza eran la prueba de que cualquier iniciativa de rebeldía sería apoyada por el rey leonés y ninguna expedición de castigo, como las de Pamplona o Zaragoza, sería suficiente para frenarlo. Además, el condado de Castilla se hace fuerte. La conclusión: es necesario atacar al león en su guarida.
Inciso aclaratorio: el león no formó parte del escudo del reino hasta el siglo XII. Los estandartes del ejército cristiano llevaban cruces bordadas hasta esa fecha y eran bendecidos antes de la batalla siguiendo la tradición visigoda con el ceremonial del
Ordo quando rex cum exercitu ad prelium egreditur. Acto seguido el obispo entregaba cada estandarte al alférez real correspondiente. Tenemos constancia de que en Asturias se realizaba esta ceremonia desde los miradores de Santa María del Naranco, desde donde el obispo, junto al rey, bendecía al ejército que se congregaba alrededor del edificio con sus armas relucientes (lo que daría yo por verlo en vivo y en directo
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Por otro lado, para la campaña de Simancas el califa encargó un nuevo estandarte con un águila, emblema que llamó mucho la atención por su novedad.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.