El día 6 de agosto, decidido a comenzar la batalla, Abd al-Rahman III envía una vanguardia de caballería comandada por Muhammad ben Hashim, señor de Zaragoza. Los jinetes musulmanes cruzaron el río Pisuerga a través de los vados que en verano se forman al sureste de Simancas, girando al noreste tras cruzar el río y sorprendiendo de este
modo a los defensores que esperaban ver aparecer al ejército califal al otro lado del Pisuerga. La reacción ante este ataque sorpresa desde una dirección no esperada fue la retirada hacia en interior de la ciudad y hacia las alturas que se encuentran al noroeste de la misma.
Los mapas que pondré sobre la batalla son del libro de Francisco Martínez.
Así quedó reflejado en comienzo de la batalla en un parte oficial de los musulmanes:
El califa agregó al jefe de la vanguardia los gobernadores de las marcas con sus tropas, caballeros y paladines, reforzó las alas del ejército con los suyos, despachó a la caballería con sus armas e hizo frente a la mesnada infiel con sincera intención y constante ánimo, nutrida hueste y escuadrones que llenaban el espacio y cohortes que rebosaban por los senderos yendo por el llano entre colinas con rutilantes y largas corazas pareciendo al moverse agitado oleaje y al pararse, su polvareda, noche oscura...
... cuando las tropas se acercaron a donde estaban los puercos, éstos se agruparon, saltaron a los caballos y treparon a las alturas contemplando a los escuadrones de la fe divina con corazones deshechos de pánico impidiéndoles por miedo avanzar hasta romper las filas de los infieles y conmover sus apoyos que eran las cimas de los montes y terraplenes de los caminos, empujándolos hacia su campamento, mientras que las pezuñas de las caballerías levantaban tal polvareda que quien estaba en el centro no veía a los de la derecha e izquierda. En las fuentes musulmanas hay que diferenciar entre los partes oficiales, redactados
in situ por el secretario del califa, Isa ben Futays, cuyo destino era ser enviados de inmediato a Córodba para su lectura en las mezquitas durante la oración del viernes y agradecer a Dios los favores concedidos, y las crónicas históricas, mucho más fieles a la realidad sin por ello ser absolutamente objetivas.
La principal fuente cristiana para el conocimiento de estos hechos son los Anales Castellanos Primeros de los que ya hemos hablado. Llamados también Cronicón de San Isidoro de León por ser el lugar donde se encontró el primer folio. Son un grupo de anales genealógicos fragmentarios de la monarquía hispana desde el año 618 al 939, escritos por un monje anónimo de la corte de Ramiro II. La fecha se trasluce cuando el escriba dice "nuestro rey" a la hora de contar el enfrentamiento de Abd al-Rahman III con Ramiro II en Osma. Narran así lo ocurrido:
Después del eclipse, a los 19 días, que fue el martes 6 de agosto, el día que los cristianos celebraban la festividad de los santos Justo y Pastor, llegaron los cordobeses a Simancas con su nefandísimo rey Abderramán y todo su ejército y clavaron allí sus tiendas. Por supuesto, la tienda del califa se situaba en una elevación del terreno desde la cual podía contemplar el campo y dirigir los movimientos del ejército. Que el rey musulmán este presente en persona durante una batalla no quiere decir que tome parte en ella, se queda atrás manejando el cotarro. Por el contrario, los reyes castellanos echaban mano a la espada y se lanzaban de cabeza sobre el enemigo después de haber planeando los movimientos de antemano, esperando que cada alférez cumpliese con la parte que le tocaba y rezando para que las circunstancias de la batalla no cambiasen de repente, lo que supone hacer nuevos planes sobre la marcha y tratar de comunicárselos al ejército con trompetas y banderas como buenamente se pudiese (eso si te enteras de lo que pasa en medio de la refriega, uno de los problemas de entrar en combate es la "visión de túnel". El cortisol, la adrenalina y la noradrenalina se activan estrechando el foco de antención, eliminas de tu objetivo todo aquello que resulta irrelevante pasando a centrar toda tu atención en el elemento que suponga una amenaza. Hay gente que dice ver en blanco y negro, otros perciben las cosas a cámara lenta, la tensión muscular puede afectar a la audición de forma que te quedas sordo en un 80%, se producen contracciones involuntarias del sistema muscular, etc. Un buen guerrero debe luchar contra este efecto del estrés más que nada para poder estar pendiente de la estocada que te venga por detrás, no es buena idea estar sólo pendiente de lo que pasa 90 cm por delante de tí)
Son dos maneras diferentes de dirigir un ejército: la primera tiene la ventaja de que el líder ve claramente lo que pasa y elabora planes al instante en consecuencia, la segunda coloca al rey luchando codo con codo a tu lado, lo que psicológicamente da mucho empuje a la hueste, nadie quiere quedar de cobarde ante el rey. Es más, si quedas de valiente a lo mejor te regala un condado
La primera implica un califa autoritario que da todas las órdenes (y si mete la pata te echará la culpa a tí por no saber cumplirlas, responsable no se va a hacer de nada) La segunda implica que el monarca cristiano se fía absolutamente de la experiencia militar de sus condes, que van dando órdenes a sus ejércitos en el curso del combate según cambia la situación, además de fiarse de su lealtad (que igual pueden darse la vuelta y salir corriendo, quién sabe) Además si pierde la batalla puede echarle la culpa a tal o cual conde si el error es evidente, pero generalmente las crónicas lo reflejarán de este
modo: "el rey Fulano ofendió a Dios de tal manera que sufrió la derrota ignominionsa frente a los enemigos de la fe", osea que le responsabilizan.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.