Bien pues, Sancho es un joven viudo con un heredero de unos dos añitos de edad.
Mientras, Fernando II trata de organizar el reino que le ha tocado en suerte, un trabajo duro ya que en Asturias, León y Galicia, la nobleza feudal es más determinante que en Castilla a la hora de ponerle la zancadilla al rey.
Por suerte para este chico de 20 años, había sido criado entre estos mismos nobles, siendo su ayo Fernando Pérez de Traba, de los Traba de toda la vida (protectores de su padre el Emperador siendo niño), así que los conocía bien. De todas formas, desenvolverse con soltura en la corte leonesa debía ser complicado.
Pues mirad, es por culpa de uno de estos nobles folloneros por lo que casi tenemos guerra civil en este reparto de reinos, menos mal que estos hermanos estaban maravillosamente bien avenidos. Ponce Guerau de Cabrera es un noble catalán de los que llegaron con la reina Berenguela y estaba casado con María Fernández, hija del conde Fernando Pérez de Traba. No era un cualquiera, había servido a las órdenes del Emperador en todas las campañas gozando de su favor y había sido tenente de Salamanca. En este momento era mayorodomo real y gobernador de Zamora.
Lo conocemos ya, es el que aparece como testigo en el privilegio de Alfonso VII, a la derecha del todo.
Pues se ve que a los zamoranos no les caía bien, algo malo haría Ponce con el gobierno de la ciudad, el caso es que se le amotinaron y amenazaron a Fernando II con despoblar la ciudad largándose todos a Portugal si no se quitaban de encima al señor mayordomo. El rey tuvo que ceder, claro, no podía asumir la complicación que sería tener Zamora despoblada, recordad que os dije que esta ciudad es el nudo de comunicaciones más importante del reino. Fernando aparta a Ponce del cargo y el conde, mosqueadísimo, decide ir a Castilla y comerle la oreja a Sancho con la idea de invadir León. Eso es lo que cuenta la historia, de todas formas el llamado "Motín de la Trucha", durante el cual uno de los hijos de Ponce fue asesinado en Zamora, no se considera probado históricamente.
Sancho el Deseado se lo piensa, necesita una excusa plausible para invadir a su hermano, y la encuentra en las Tierras de Campos, Sahagún y Asturias de Santillana, que tradicionalmente eran leonesas, pero que, por disposición del testamento del Emperador, Fernando debía entregar a Castilla. Así que Sancho se lanza a la conquista de esos terrenos que, por derecho, le correspondían. Pero no hubo guerra
Los hermanos llegaron a un acuerdo en Sahagún: las tierras en litigio quedarían en guardia y custodia de tres nobles que gozaban de la confianza de ambos: Ponce de Cabrera, Osorio Martínez y Ponce de Minerva. Y ya que estaban, se pusieron de acuerdo en todo lo que pudieron: establecieron sus respectivas áreas de lucha con los musulmanes y estipularon que si alguno moría sin descendencia, el otro heredaría su reino. Además, reconocían como el otro único señor legítimo de la península a su tío Ramón Berenguer IV, ni al rey de Portugal ni al de Navarra. De todas fomas por esta decisión no llegó la sangre al río, después de todo eran familia entre ellos, Sancho IV de Navarra era su cuñado y rindió vasallaje a Castilla termminando con el problema.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.