El artículo es del 17 de Mayo, pero me he acordado de él y no lo he visto por el foro, por lo que he decidido recuperarlo, y después explicaré por qué.
El Rey quiere una ley de la CoronaLos tiempos cambian, incluso para una institución anclada en tradiciones seculares como la Corona española. La ejemplaridad que se exige a los miembros de la Familia Real ha obligado al Rey a pedir perdón por su cacería en Botsuana y al duque de Palma, Iñaki Urdangarin, a apartarse de todos los actos oficiales de la Casa Real hasta que se resuelva su imputación en el caso Nóos, pero también ha roto un tabú dentro de La Zarzuela: por primera vez, la Jefatura del Estado ve con buenos ojos una ley que desarrolle ampliamente el artículo 57.5 de la Constitución, en lo que se ha empezado a llamar la ley de la Corona.
“Las abdicaciones y renuncias y cualquier duda de hecho o de derecho que ocurra en el orden de sucesión a la Corona se resolverán por una ley orgánica”, dice textualmente la Carta Magna sobre el citado artículo. ¿A qué dudas de hecho o de derecho se referían los padres de la Constitución? El enunciado abre tal abanico de respuestas que a los legisladores y a la Casa Real les ha resultado incómodo abordar el desarrollo normativo de este artículo desde 1978.
“A La Zarzuela nunca le ha gustado que hubiese una ley como tal”, recuerda Antonio Torres del Moral, catedrático de Derecho Constitucional y uno de los mayores expertos en asuntos de la Corona. “La idea que ha imperado desde la aprobación de la Constitución es que los asuntos de la Corona se rigen por usos dinásticos. Se temía que una ley de la Corona fuese demasiado detallista y que encorsetara a la Familia Real”, añade.
Demasiadas lagunas.
En círculos monárquicos se ha considerado suficiente que los asuntos de la Corona estuviesen regulados en los diez artículos de la Constitución, del 56 al 65, que hablan de ella. Sin embargo, ahora las tornas han cambiado, según reconocen a Tiempo fuentes próximas a la Casa del Rey. El cambio está en que La Zarzuela anima ahora a los partidos políticos, en especial al Partido Popular y al
PSOE, a que “consensúen” una ley orgánica que desarrolle el artículo 57.5, ya que la legislación actual cuenta con demasiadas lagunas.
Desde la aprobación de la Constitución solo se han aprobado dos breves reales decretos que afectan a la Casa Real, lo que explica las precauciones que ha habido en nuestro país a la hora de regular aspectos de la Corona. El primero se aprobó en noviembre de 1981, poco después del golpe de Estado del 23-F y con la UCD aún en el poder, sobre el registro civil de la Familia Real para inscribir “los nacimientos, matrimonios y defunciones, así como cualquier otro hecho o acto inscribible con arreglo a la legislación sobre registro civil, que afecten al Rey de España, su augusta consorte, sus ascendentes de primer grado, sus descendientes y al Príncipe heredero de la Corona”. El libro quedó encabezado con la inscripción del nacimiento de don Juan Carlos.
El segundo real decreto, de noviembre de 1987, al inicio de la segunda legislatura de Felipe González, versó sobre el régimen de títulos, tratamientos y honores de la Familia Real y de los regentes. Una norma de nula capacidad legislativa que solo sirve a efectos protocolarios, de ahí que una eventual ley de la Corona suponga un avance sin precedentes.
Entre los constitucionalistas hay un primer grupo que apuesta por una ley orgánica que sea escueta y regule cómo deben hacerse las abdicaciones y renuncias. En la actualidad, por ejemplo, no está claro cómo debería realizar la infanta Cristina una renuncia de sus derechos dinásticos, y los de sus descendientes, en el supuesto de que el caso Nóos se vuelva insostenible para la Corona.
En cuanto a la abdicación al trono, también hay dudas entre los expertos: los hay que piensan que debería haber una norma que regulase los pasos a dar por parte del monarca, el Gobierno y el Parlamento -por este orden-, mientras que otros apuestan “por ir por lo más fácil, es decir, caso por caso”, en palabras de Torres del Moral, para lo cual debería aprobarse una ley orgánica ex profeso para cada abdicación. Incluso hay algunos juristas que prefieren que no haya una ley orgánica, sino una aceptación de las Cortes en sesión conjunta y, a ser posible, por asentimiento.
Incompatibilidades.
Existe un segundo grupo de constitucionalistas que prefiere que la ley de la Corona entre más a fondo. Entre estos últimos está Javier Tajadura, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad del País Vasco (UPV), quien advirtió en diciembre en un artículo en diariovasco.com del “peligroso vacío normativo” en el que se encontraba la Familia Real y reclamó una ley que incluyese un estatuto jurídico de sus miembros y otro específico sobre la figura del Príncipe de Asturias. “Debería incluir -decía el profesor de la UPV antes de la imputación de Urdangarin- una serie de incompatibilidades que eviten que la imagen y el prestigio de la Corona resulten afectados. Entre estas cabría incluir dos: la prohibición de que los miembros de la Familia Real se dediquen a actividades empresariales y la prohibición de militar en partidos políticos”.
Además, recomendó que el Estatuto recoja la forma o procedimiento para renunciar a los derechos sucesorios. En el caso de la infanta Cristina, solo veía dos opciones: o el divorcio o la renuncia a sus derechos mediante una declaración “unilateral”, aceptada por el Rey, con el refrendo tácito del Gobierno y sin que se pueda oponer el real decreto de 1981 sobre el registro civil de la Familia Real, ya que el alcance de esta norma es “fundamentalmente civil y no constitucional”.
La transparencia de la Corona.
Por su parte, el catedrático Jorge de Esteban propuso a principios de mayo, en una tribuna de opinión de El Mundo, siete puntos que deberían regular, a su juicio, la citada ley orgánica, desde aspectos como la transparencia de la Corona y la necesidad de que el Gobierno autorice los viajes privados del Rey, a cuestiones como las funciones del Príncipe heredero, las consecuencias de que el Rey o la Reina soliciten el divorcio, las diferencias entre Familia Real -con sus obligaciones e incompatibilidades- y la familia del Rey, así como el supuesto de la abdicación del monarca y un marco legal sobre la situación de los miembros que trabajan en la Casa Real.
Todo ello dejando al margen la
modificación constitucional que se exige de la Carta Magna para que exista igualdad entre el hombre y la mujer en lo que se refiere a la sucesión. El catálogo de De Esteban fue muy aplaudido al día siguiente por Luis María Ansón, una de las figuras monárquicas más conocidas en nuestro país, lo que atrajo la atención de muchas de las personas vinculadas a la Casa Real. “Todas estas cuestiones sobre una futura ley de la Corona las están analizando personas”, constata Torres del Moral ante los comentarios, artículos de opinión, etc... que han surgido en las últimas semanas al respecto. Este catedrático, autor de un libro de referencia -El Estatuto del Príncipe de Asturias-, ve necesario la conformación de un grupo de trabajo, formado por juristas y personas de prestigio, que ayude a la Corona y al Gobierno a elaborar borradores de esta ley.
Nombres que están circulando.
Entre los nombres que están circulando para este trabajo consultivo aparecen Manuel Aragón, magistrado del Tribunal Constitucional y profesor de Derecho de don Felipe cuando el heredero cursó estudios en la Universidad Autónoma de Madrid; Carmen Iglesias, preceptora del Príncipe en temas de Historia y una de las personas más escuchadas en La Zarzuela; Pedro González Trevijano, rector de la Universidad Juan Carlos I y con varios escritos sobre la monarquía; Yolanda Gómez, catedrática de Derecho Constitucional en la UNED y con estudios de referencia sobre la Familia Real y la sucesión; Luis López Guerra, exvicepresidente del TC y magistrado del Tribunal Europeo de Derechos Humanos; o Ángel Menéndez Rexach, catedrático de Derecho Administrativo en la Universidad Autónoma de Barcelona, que recientemente ha escrito un libro sobre la Corona. En último lugar, pero no menos importante, estaría seguramente Gregorio Peces-Barba, uno de los padres de la Carta Magna y al que don Juan Carlos ha pedido opinión cada vez que se ha hablado de cambiar o desarrollar la Constitución.
Las citadas fuentes recuerdan que La Zarzuela ha convocado en el pasado varias reuniones con expertos juristas que han estado presididas por miembros de la Familia Real. Por ejemplo, el príncipe Felipe auspició reuniones de este tipo cuando el Gobierno de Rodríguez Zapatero incluyó entre sus deseadas reformas constitucionales la de la primacía del varón sobre la mujer en el acceso al trono. Asimismo, la Reina mantiene reuniones periódicas sobre política e historia de España, pero a Tiempo no le consta que se hayan producido encuentros similares en los últimos meses al hilo de la ley de la Corona.
En lo que coinciden todas las personas consultadas por esta revista es en la necesidad de que una eventual ley de este tipo tenga el consenso “antes, durante y después de su tramitación” por parte de los dos grandes partidos, con el fin de que se tramite lo más rápidamente posible y tanto el PP como el
PSOE eviten un debate parlamentario de varios meses, en el que quizás la monarquía saldría malparada.
La polémica sobre la última cacería africana del Rey destapó, por ejemplo, una mala comunicación oficial entre la Casa Real y el Ejecutivo de Rajoy, de
modo que una futura norma sobre la Jefatura del Estado debería abordar el funcionamiento interno de esta última y su coordinación con otras instituciones. “Tendría que ser una norma integradora en todos los sentidos”, opina Yolanda Gómez en conversación telefónica.
Primer paso, en febrero.
El Gobierno del PP ya advirtió en diciembre del año pasado, cuando estalló en Palma de Mallorca el caso Nóos, que entre sus prioridades no estaba una ley de la Corona, debido a que no formaba parte del programa electoral con el que se presentó a las elecciones del 20-N. Sin embargo, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, dejó la pelota en el tejado de La Zarzuela al subrayar que el impulso de una ley de estas características correspondía “a la primera de las instituciones del Estado”, es decir, a la Corona. “Estas cosas hay que hacerlas como se deben hacer y si se deben hacer”, precisó entonces la número dos del Ejecutivo.
Cuando a finales de febrero empezó el vía crucis judicial para el duque de Palma, Tiempo adelantó el deseo del Ejecutivo de Rajoy de aprobar un estatuto de la Familia Real cuando se calmasen las aguas, en el que se definirían el estatuto jurídico, el fuero, las funciones e incompatibilidades de sus miembros, con el objetivo de subsanar buena parte del vacío jurídico en el que se encuentra la Corona desde 1978.
Esta reacción del Gobierno vino como consecuencia de una proposición de ley del diputado de IU en la Comisión de Justicia, Gaspar Llamazares, en la que este subrayó “la ineludible necesidad de transparencia” de todos los miembros de la Familia Real, “tanto en el ámbito público que desarrolla como en el privado”. Por ello, Llamazares instaba al Ejecutivo a promover la
modificación del citado real decreto sobre el régimen de títulos, tratamientos y honores de la Familia Real y de los regentes para lograr “una mayor concreción y transparencia de la norma”, así como el desarrollo por ley del estatuto jurídico y fuero de la Casa del Rey y de los miembros de la Familia Real, que en la actualidad está formada por los Reyes, los Príncipes de Asturias y sus hijos, así como las infantas y sus respectivos cónyuges e hijos. La respuesta del Ejecutivo vino por parte del ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, quien ordenó a sus servicios jurídicos que fuesen preparando un borrador.
El encaje de la monarquía.
En el seno del
PSOE también se está hablando ahora del futuro de la Corona. El secretario general socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, encargó la pasada semana al exministro Ramón Jáuregui que elabore una propuesta de revisión de todas las estructuras institucionales y políticas de cara a una conferencia política que se celebrará a finales de 2013.
Con la ayuda de investigadores de las fundaciones Ideas y Alternativas, Jáuregui buscará la colaboración de unos 300 expertos ajenos al partido, distribuidos en 12 o 15 grupos de trabajo sobre varias áreas, algunas de tanta enjundia como la reforma del Congreso, el Senado y el sistema electoral. Cada grupo tendrá un relator que entregará sus conclusiones a Jáuregui para que este lo plasme todo en un documento político.
Entre los cometidos que adelantó Jáuregui está el “actualizar o
modernizar el encaje de la monarquía”, aunque rápidamente puntualizó que este análisis se haría “muy serenamente y al margen de coyunturas”. Además, subrayó que uno de los puntos de debate sería cómo abordar una ley de la Corona para “regular la figura del heredero” y proteger “sus funciones sustitutorias”, una labor que don Felipe está haciendo en nombre de su padre con mayor asiduidad en los últimos tiempos, debido a las convalecencias médicas por las que ha tenido que pasar don Juan Carlos.
http://www.tiempodehoy.com/espana/el-re ... -la-corona