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El glamour luchador de la jequesa de Qatar
La elegante y comprometida Mozah Bint Naser, segunda esposa del emir, ha revolucionado el papel de la mujer catarí
Carismática, ambiciosa y con los pies en el suelo son los adjetivos que quienes han conocido de cerca a la glamourosa jequesa Mozah Bint Naser, esposa del emir de Qatar, emplean para describir a esta mujer, empeñada en que se le conozca por su trabajo en la educación y la sanidad. «Es una persona muy ambiciosa y tiene una personalidad apabullante, su estilo no es por llevar ropas elegantes, sino que le sale de adentro», dice entusiasmada la joven catarí Dalal al Naimi, responsable de comunicación de una importante institución del país, que ve regularmente a la jequesa.
Al Naimi explica que la segunda de las tres esposas del emir Hamad bin Jalifa al Zani es un ejemplo para las cataríes porque gracias a ella se ha cambiado la forma en que esta conservadora sociedad ve a las mujeres. «Ella es el primer
modelo para mí después de mi madre», asegura Al Naimi, quien explica que a comienzos de los años noventa apenas había mujeres en puestos importantes en los trabajos y que la jequesa ha hecho todo lo posible para cambiar esta situación. «Ahora se ve a más mujeres en puestos de responsabilidad», destaca.
Durante esta semana, la jequesa, de 53 años, se ha dejado ver en la Cumbre Mundial de Innovación para la Educación, celebrada en Doha, en la que ha estado muy implicada. Sus apariciones en público han estado rodeadas de expectación entre los numerosos participantes y periodistas internacionales y los propios cataríes, que hablan de ella arrobados. A diferencia de sus viajes por el extranjero, cuando está en su país Bint Naser siempre viste el traje típico catarí, de negro riguroso y compuesto por una «sheila», pañuelo o capucha con la que se cubre el cabello, y una abaya, un vestido largo hasta los pies. De este austero atuendo destacan la belleza de su rostro, perfectamente maquillado y quién sabe si con algún pequeño retoque, y su seductora sonrisa. Lejos quedan las ropas coloridas y los turbantes con los que deslumbró el año pasado durante su visita a España, donde su figura eclipsó incluso a la del propio emir y ocupó las páginas de periódicos y revistas. Pese a la pompa y la reverencia que conllevan sus actos en Qatar, esta madre de siete hijos -cinco varones y dos mujeres- se muestra natural en el trato de tú a tú.
Mozah Bint Naser dedica varios días especiales a recibir en su oficina a quienes lo solicitan -eso sí, tras un largo proceso burocrático-. A diferencia de otras esposas de dirigentes árabes, su imagen no se ha visto hasta ahora empañada por problemas en su país, un emirato del golfo Pérsico rico en petróleo y gas y sin apenas desempleo. Y es que mujeres como la reina Rania de Jordania o Asma al Asad, cónyuge del presidente sirio, se han visto obligadas a reducir su exposición mediática por las protestas y las revueltas en sus estados.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.