El palacio es noticia de actualidad, o más bien discusión de actualidad
Varadero de Fomento
El palacio del conde
Los planes del antiguo propietario del Revillagigedo para dar nuevo uso al emblemático inmueble
www.lne.es Durante mucho tiempo no es que en nuestro pueblo hubiera un conde, es que casi todo el pueblo era del conde. Tan conde e importante era que llegó a acumular varios títulos, de tal forma que variadas vías públicas llevan el nombre de esas sus galas nobiliarias. El conde no es uno, claro, son sucesivos, según el principio de sucesión nobiliaria.
El conde fue importante en el desarrollo industrial y portuario de la villa y caciqueó lo suyo. En las luchas finiseculares por causa de la ubicación portuaria, controversias no exentas de violencia entre muselistas y apagadoristas, el conde formó parte y alentó a estos últimos: para él era mejor la solución interior que la de El Musel, porque revalorizaba sus posesiones y coincidía con sus intereses económicos. Tanto le iba en ello, que hasta fundó un periódico para mejor propagar sus propuestas.
El palacio de Revillagigedo fue del conde hasta que dejó de serlo y terminó en manos de la Caja, la de Asturias, se sobreentiende, que tras diversos acuerdos con el Ayuntamiento y el Principado, pero manteniendo su propiedad, instaló allí un centro de arte a finales de los ochenta y principios de los noventa del siglo pasado. Depende el centro de la Obra Social y Cultural de la Caja de Asturias y, ahora que el desplazamiento del negocio bancario se ha ido a un banco en conjunción con otras cajas y que el Estado exige una fuerte recapitalización al susodicho banco, tenemos que la caja no tiene ya, ni tendrá en un futuro próximo, los fuertes beneficios que engrosaban los cofres del tesoro de la Obra Social y Cultural. Y, hétenos aquí que las viejas, pero renovadas, piedras del Centro de Arte Revillagigedo se han quedado un poco huérfanas, aunque no sin tutor que vigile por su integridad y la del noble y emblemático edificio, seña identitaria de la villa y su concejo.
No hay gijonés con un mínimo de sensibilidad que no haya dedicado, aunque solamente hayan sido unos segundos, a pensar sobre el futuro del Revillagigedo en estas, digamos, horas bajas de su historia reciente, como bajas son las horas de tantas otras instalaciones e iniciativas culturales. Pero quien tiene la obligación, además naturalmente de la Caja, su propietaria, de pensar y dedicar tiempo al palacio y colegiata anexa, convertidos en centro cultural y de arte, es el Ayuntamiento de la ciudad, que para eso está: para pensar en la ciudad y ofrecer soluciones. Lo único que brotó al respecto del peculiar concejal responsable de la cosa no fue una muñeira, precisamente. Al edil cultural del FAC, Carlos Rubiera, se le ocurrió, o por lo menos así lo expresó hace unas cuantas semanas, que la Caja cediera por un plazo largo la vetusta y noble instalación al Ayuntamiento, pero sin dar mayores explicaciones acerca del fin de la cesión o de cómo se podrían hacer cargo las arcas municipales en esta época de escasez de su mantenimiento: con ello, en lugar de proporcionar tranquilidad, consiguió que aumentara el desasosiego.
Y ahora llega el conde y, por medio de su hijo, intenta colocar al Ayuntamiento su archivo, se supone que no «gratis et amore», precisamente para instalarlo en el palacio que antaño fue suyo y del que la familia condal ya obtuvo sus beneficios en su momento. Es decir, el conde pretende, aprovechando las aguas revueltas, cobrar otra vez por lo mismo y que su antiguo palacio pase a sus manos de nuevo a través de una fundación o cosa parecida, como suele suceder en estos casos. Y todavía hay gente que está dispuesta a este trágala, como por ejemplo el grupo del PP de «pilipardistas» gijoneses. ¡Anda ya!
Si tanto interés hay por la parte condal en, lo que no se duda, su magnífico archivo, tienen medios o posesiones suficientes en la villa y su concejo para instalarlo y si su interés es tan filantrópico que no lo hagan a costa de un ya suficientemente esquilmado procomún.
Por cierto, querido conde, ¿por qué no ofrecieron o demostraron interés por hacer público el archivo hasta ahora? No, demasiados ángulos oscuros para colocarnos ahora el archivo de quienes han sido mandamases absolutos en la historia de los últimos siglos de la ciudad.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.