La verdad, estoy de acuerdo en que, para princesas, España y UK son territorios mucho más complicados que Escandinavia. De hecho, a mí las monarquías escandinavas siempre me han parecido el triunfo de una muy irónica contradicción: en su momento, supieron crearse la fama de ser sencillos en su
modo de vida, transparentes hacia sus ciudadanos, buena gente afable y accesible; es una imagen tremendamente ilusoria, en mi opinión...pero se les ha dado estupendamente. Cultivan esa imagen con esmero: son muy dados a ofrecer constante material gráfico claramente destinado a agradar a sus súbditos y planifican varios eventos anuales muy enfocados a gustar al pueblo. A mí me hace gracia...se dejan retratar con los niños preparando dulces en Santa Lucía o en Navidad y se ponen trajes regionales para salir a un parque real a recibir flores cuando cumplen años y la gente piensa que eso es el colmo de la sencillez. En realidad, con eso consiguen la venia para luego tener sus propias espléndidas celebraciones o para veranear en lugares envueltos en atmósfera glamurosa del extranjero, tipo la Costa Azul.
Las monarquías escandinavas, desde mi perspectiva, no son tan
campechanas, pero siguen viviendo de esa buena fama. Quizá es que saben hacerlo...para todo hay que valer, jajajaja. Con todo, creo que Dinamarca es la más fácil entre ellas. En Suecia sí ha habido fuertes críticas hacia la realeza en determinados momentos, si bien la popularidad de la heredera es una buena garantía de cara al futuro de los Bernadotte. En Noruega...bueno, Noruega yo la percibo más complicada que Dinamarca. En Noruega se ha criticado muy duramente a la reina Sonja y a la pareja Martha Luisa/Ari Behn, por ejemplo. Con respecto a Mette Marit, las cosas se encauzaron en aquel momento mágico en que, cuando se cuestionaba muy seriamente su relación con el príncipe e incluso se postulaba un referendum sobre una eventual república, la novia salió en la tele con aire humilde y contrito, admitiendo que su etapa juvenil había estado aderezada con algunas "locuras" y pidiendo que se le permitiese enmendarse la plana a sí misma. Ahí Mette Marit consiguió que los noruegos decidiesen hacer un borrón y cuenta nueva...fue un momento claramente decisivo en ese sentido y a partir de ahí los noruegos, coherentes consigo mismos, no le han echado nunca en cara su pasado. Con respecto a la actividad de Mette Marit, yo he dicho a menudo que la CR decidió darle un perfil muy contenido y
modosito a la princesa...a veces parece que la clave estriba en que la visten de novicia y le organizan una agenda muy asequible, sin exigirle apenas esfuerzo de ninguna clase. Hay otro factor: tiene suerte incluso en las desgracias. Me refiero por ejemplo a la tragedia de Utoya...entre los muertos estaba un hermanastro de Mette Marit. Para los noruegos, absolutamente conmocionados por lo ocurrido, el hecho de que ese drama hubiese tocado de cerca incluso a Mette Marit, constituyó una especie de símbolo de proximidad social entre la realeza y el pueblo.
Cada país posee su propia indiosincrasia...y sus circunstancias, eso está claro.