Konradin escribió:
Hoy, si las ganas me lo permiten, sino mañana...
Palacio "San Martín": Ex de AnchorenaNo se asusten
, el complejo palaciego sigue ahí enterito y precioso, pero la arboleda de la plaza que está frente al mismo impide apreciar su magnificencia hoy por hoy salvo de a partes...
Nos quedamos acá...
Y como es de rigor vamos a comenzar por el principio, los (de) Anchorena.
Como tantos otros, los Anchorena arribaron desde la Metrópoli esperando poder hacer fortuna en el Virreinato, incialmente hijos segundos sin chances de heredar, Juan Esteban (de) Anchorena, quien luego contraría matrimonio con Romana Josefa López de Anaya, fue el primer Anchorena en arribar a América en 1769. Llegaría a estos pagos en compañía de Antonio Obligado, con quien compra campos en San Pedro, actual Vuelta de Obligado.
Como muchos otros inmigrantes de ese período, a poco de arribar al Río de la Plata, Don Juan Esteban se orientó hacia las actividades mercantiles en 1750. Ya en 1757 podemos afirmar que había progresado más allá de todo cálculo, poseía vínculos mercantiles en el interior, en especial en la zona de Córdoba, donde colocaba productos importados (vino, tabaco, manufacturas de metal entre otros) y compraba productos de la tierra (ponchos, frazadas, etc). Para entonces ya había incursionado, también, en la compra de cueros en el litoral del río Uruguay, y algunos años más tarde, en 1765, también aparece registrado como propietario de un comercio minorista en Buenos Aires. A lo largo de la década de 1760, Anchorena realizó viajes regulares al interior (Salta, Jujuy) y al Alto Perú, extendiendo sus redes comerciales hasta Lima. Para comienzos de la década de 1770 se había convertido en un importante mercader, cuyos vínculos comprendían plazas comerciales en todo el virreinato del Perú (Chile, Paraguay, Alto Perú, el Río de la Plata) y llegaban hasta España, incluyendo también mercados en Inglaterra, Francia y el Caribe. Lamentablemente no fue tan afortunado en el ambiente familiar, solo tres hijos sobrevivirían de los siete nacidos en el matrimonio entre Juan Esteban y Romana su mujer.
Al morir, este anónimo español dejará a sus hijos (criollos) herederos una de las mayores fortunas del virreinato. Estos fueron: Juan José Cristóbal (1780-1831) casado con Bonifacia de Lezica y en segundas nupcias casado con Andrea Ibáñez y Marin, Tomás Manuel (1783-1847) y Mariano Nicolás (1785-1856) una de las mayores fortunas del virreinato.
Podríamos irnos por las ramas (literales) de la familia ya que el encumbramiento de las diversas ramas de la familia amerita una historia en sí misma pero vamos a centrarnos en Mariano Nicolás cuya progenie dejará en estas tierras edificios que al día de hoy le cortan la respiración a uno.
¿Cómo llegaron a inflar tanto su patrimonio? Bueno... A eso vamos.
Mariano Nicolás acumuló quizá la mayor fortuna de Buenos Aires en el medio siglo que sucedió a la Independencia, que algunos contemporáneos llegaron a estimar en cifras fabulosas. Se convirtió en uno de los hombres de confianza del Restaurador don Juan Manuel de Rosas (O Rozas según el libro que se lo nombre, se peleó con su padre Ortíz de Roz/sas y por eso se cambió el apellido), de quién era primo a través de su madre, bajo su protección acrecentó su fortuna. Este punto es un tanto obvio, no quiero entrar en temas escabrosos, pero sí, los Federales coptaban estancias, negocios, aquellos que estaban en su contra morían de forma trágica o bien perdían sus negocios, sus primos Anchorena fueron los principales beneficiarios de esta suerte de monopolio agrícola-ganadero. El 9 de julio de ese mismo año, una prueba más de la confianza de su primo, fue nombrado gobernador por la, Sala de Representantes, pero renunció al cargo como lo hiciera en 1834. Eligió vivir en un cómo segundo plano. Se casó con María Estanislada Mauricia de Arana Andonaegui con quién tiene varios hijos. La privilegiadas conexiones familiares con el poder seguirían acrecentando la fortuna familiar hasta que en 1852, con la caída de Juan Manuel de Rosas no dudó en cambiar de bando al grado de mostrarse partidario del general Don Justo José de Urquiza, olvidando su apoyo dado al "Restaurador", o como decimos por aquí, a la mano que da (dio) de comer. No sería el uno que demostró un pragmatismo ejemplar: varios oficiales de sus ejércitos se afiliarían, tras la batalla de Caseros, a la Masonería. Era sobrevivir o pasar a sufrir un destino que iba desde la cárcel al exilio pasando por la muerte.
Don Mariano Nicolás viviría cuatro años más, falleció en Buenos Aires el 24 de mayo de 1856; se lo tenía en aquel entonces por “el más rico ganadero de Buenos Aires” lo que quizá no era del todo errado, puesto que al morir dejó a sus tres herederos (sus hijos Nicolás Hugo Anchorena Arana (1828-1884) casado con María Luisa de las Mercedes Castellanos de la Iglesia, y su otro hijo Juan Nepomuceno de Anchorena y Arana casado con Josefa Aguirre Ibáñez y su nieto Fabián Gómez) unas 200.000 hectáreas.
Y una vez más, vamos a elegir a la pareja de Nicolás - María Luisa de las Mercedes quienes serían los "constructores" de las más fastuosas residencias de la familia.
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"Ma fin est mon commencement,
et mon commencement ma fin".