Espectáculo dantesco. Ahora, pena ninguna; la pena la tengo como ciudadano por la imagen de mi país dentro y fuera de él. Ellos saben que, dada su posición, cualquier cosa que haga tiene trascendencia. La gente anda legíticamente cabreada y alentada a estarlo ante el ingotable goteo de casos sin distinción de territorios, partidos, organismos o instituciones... y lo vuelca con una que tiene mucha simbología, goza de posición 'especial' y se halla en la cúspide del Estado. Para mí, es evidente que Cristina, y ya no digo su excelentísimo marido, es culpable en el juicio ético a juzgar por su actitud y, sobre todo, por las informaciones y filtraciones publicadas por los medios. Otra cosa es el proceso judicial en sí, lo delictivo o no de sus hechos, cosa que ya la gente en general no alcanza a separar tras hacerse un juicio propio y legítimo, aunque no exacto desde el punto de vista del derecho, de todo el asunto. Hoy se cobra la factura de todo lo anterior. La pena, esta sí, es que el pago es compartido con su familia, como institución, empezando por su padre, que sale muy mal, y terminando por su hermano y por su sobrina; y claro está, por el Estado, que sale dañado.
Por cierto, no paro de leer y oír lo histórico que es el ver a una infanta de España declarando ante un juez delante del retrato de su padre, cosa que lo es. Pero, yo me pregunto, ¿es insólito? Salvando las distancias que dan doscientos años, ¿nadie se acuerda que en 1807 Fernando VII, entonces príncipe, tuvo que declarar ante un juez, todo un gobierno y su padre, un rey 'absoluto' en ejercicio, por asuntos mucho más graves y con un montón de pruebas incriminatorias como fue todo lo relacionado con la conspiración/proceso de El Escorial?
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Verdad y razón nunca envejecen.