El sistema alemán, como casi todo lo alemán, es el mejor. No lo digo porque sienta una especial simpatía por casi todo lo teutón (la siento, pero ése es otro asunto). Es porque es nuevo, cocido desde cero entre 1946 y 1955. Al padecer muy pocas (o ninguna) tradiciones-hipotecas-puñeterías heredadas del pasado, se basa en el más eficaz de todos los planteamientos: el del sentido común. A eso se debe no sólo que funcione estupendamente, sino que, a poco que reflexionemos con un puntito de distanciamiento, se nos haga por demás evidente que la guerra la ganaron ellos. Véase, si no, cómo están ellos y cómo están los que supuestamente vencieron.
Alemania, a la que mejor haríamos si nos acostumbráramos a llamarla BDR, es una república federal. Se conforma desde un parlamento federal y desde un senado federal; este último, que de memoria pienso que se llama Bundesrat, no es una cáscara vacía para paniaguados y viejas glorias, como el nuestro, sino que tiene unas cuantas funciones no ya importantes, sino cruciales. Una de ellas es elegir al presidente de la BRD. Sin embargo, y a mi humilde juicio, ésta no es la principal. Mucho más importante para mantener la cohesión entre los 17 estados federados o länders (me parece que son esos, 17, pero como escribo de memoria igual hay alguno más, o alguno menos) es la adscripción del fondo de solidaridad anual a los länders menos acaudalados, que por ahora siguen siendo los cinco procedentes de la vieja DDR. En el sistema alemán, y que de veras les envidio, cada länder recauda sus impuestos. Todos. De lo que recauda cada año separa algo que podríamos llamar 'cupo' (por anología con el envidiable sistema que disfrutan el País Vasco y Navarra), que es el que se ingresa en las cuentas del gobierno federal. Una parte de éste, que en algún sitio he leído que es el 10% (no estoy seguro, aviso), se reserva para un fondo de solidaridad. El Bundesrat es el que lo reparte entre los diversos länders, y debe hacerlo lo suficientemente bien como para que aquí no nos lleguen quejas, ni escándalos.
Si en España disfrutáramos un sistema como ése el problema catalán desaparecería de un día para otro, como lo harían el ya más que incipiente madrileño, y algún otro más que ya está en el pipeline de las CCAA's que consideran recibir en retorno por lo que pagan mucho menos de lo que les correspondería. Para conseguirlo bastaría que el sistema concedido al País Vasco y a Navarra (por razones históricas, según creo) se habilitara para todas las demás CCAA's. La función del Senado (que así valdría para algo útil, además de para que los senadores se dieran la vida padre a costa de todos nosotros) sería repartir el fondo de solidaridad que se habilitase, el cual habría forzosamente de partir de un principio común: el porcentaje sería el mismo para todas las CCAA's, como ocurre en la BDR. Desde ahí, que cada palo aguantara su vela. Una de las consecuencias, por lo visto indeseables para unos cuantos, sería que no pocas de las CCAA's tendrían que unificarse entre sí, por no poder atender ellas solas a sus propios y monstruosos "overheads", lo que a su vez redundaría en el beneficio general. Sería, en fin, un panorama ilusionante de verdad, aunque con un precio indeseable/insoportable: el de dejar sin poltrona a las docenas de miles de paniaguados que parasitan a los que curramos sin darnos nada a cambio.
La II Guerra Mundial fue una catástrofe sin precedentes para Alemania, pero gracias a ella hoy tienen el mejor sistema de los europeos, y quizá del mundo entero. Un sistema que, a mi entender, no sería incompatible con una monarquía parlamentaria. De todos
modos, y aunque con esto no expongo otra cosa que una humilde reflexión personal, por mi parte prefiero elegir a quien está arriba del todo. Me sigue irritando sobremanera que el de hoy y si Dios no lo remedia también el de mañana sean SCMs, por mucho que Doña Letizia, que a fin de cuentas parece ser la que piensa en esa casa, no pueda caerme mejor.