Carmela, el año 1302 las cuatro hordas de almogávares catalanas y aragonesas que habían ganado para la casa de Aragón la interminable guerra de Trinacria (lo que hoy se llama Sicilia), fueron contratadas por el Imperio Romano de Oriente para recuperar Anatolia de los invasores turcos. Pusieron a su frente un mercenario mitad prusiano, mitad pugliés, Rutger von Blume (aquí se le llama Roger de Flor), aunque no estuvo mucho tiempo al cargo, pues en abril de 1305, tras recuperar Anatolia en una suerte de blitzkrieg ciertamente memorable, el emperador Andrònic se inclinó por asesinarle en vez de pagarle, a él y a 1.300 almogávares aragoneses más. Los restantes (unos 5.000), que no se lo tomaron muy a bien, iniciaron algo que con el tiempo fue conocido por Venganza Catalana, dejando devastadas y arrasadas las provincias imperiales de Tracia y Macedonia. Tras eso, y habiéndoseles sumado tres mil mercenarios turcos (unos musulmanes y otros cristianizados), se movieron bordeando la costa norte del Egeo, saqueando y devastando lo que se les cruzaba en el camino (hicieron un trabajo excelente en los monasterios del Monte Athos). Así llegó el año 1309, cuando el Duque de Atenas les contrató para defender sus territorios. El ducado de Atenas fue creado por los caballeros franceses de la IV Cruzada a primeros del siglo XIII. Lo gobernaba la familia De la Roche, aunque pasó a la familia Brienne al morir el último de los duques De la Roche. El nuevo duque, Gautier de Brienne, también prefirió ahorrarse la soldada de los catalanes (por entonces apenas quedaban almogávares aragoneses, pues los que no cayeron en Adrianópolis lo hicieron en río Nadros), con lo cual abrió la caja de una Pandora muy mala, cien por cien catalana. Sabedor de que debería combatir con los catalanes se reforzó con la totalidad de caballeros descendientes de los fundadores franceses, los cuales controlaban la práctica totalidad de lo que hoy en día llamamos Grecia. Las dos fuerzas, la de los elegantísimos caballeros greco-franceses y la de los astrosos almogávares catalanes, se las vieron en las riberas del río Khefissos el 11 de marzo de 1311, con resultados catastróficos para los primeros, ya que los catalanes, que no se andaban con pamplinas, los mataron a todos menos dos (698, dicen las crónicas). Tras eso, y una vez entrados en posesión de sus territorios y de sus viudas (se quedaron con ellas; pese a ser de segunda mano las encontraron de su agrado), se apoderaron de la capital del ducado, que era Tebas, la cual fue abandonada por la duquesa viuda, Jeanne de Châtillon, con explicables prisas. Tras eso, y convencidos de que les tenía más cuenta establecerse que seguir guerreando por cuenta de terceros, fundaron su propio estado catalán (el global de la legislación, que se conserva, está escrito en catalán; se basa en los Usatges de la ciudad de Barcelona), lo denominaron República Catalana y lo ofrecieron primero a la corona de Aragón, después a la de Mallorca y por último a la de Trinacria, que también era una corona 100% catalana. El rey de ésta, Frederic el Segó d'Aragó, la aceptó, envió un virrey-vicario y la declaró Ducado de Atenas del reino de Trinacria, con lo cual pasó a ser una posesión de la casa de Aragón, aunque sólo en teoría, pues en la práctica los conquistadores catalanes de Atenas y de Neopatria siguieron haciendo lo que les dio la gana. Es una historia muy bonita que concluye el año 1377, cuando otra fuerza de mercenarios, más en forma (la Compañía Navarra), los desalojó de Tebas.
Esta es, muy resumida, la historia de la Compañia Catalana de Oriente y de la República Catalana de Atenas. Si quieres saber más te sugiero comiences por la Crónica que dejó escrita uno de los caudillos almogávares, Ramón Muntaner (si te atreves, hazlo en catalán; las traducciones al castellano que he leído no son precisamente deslumbrantes). También es muy recomendable "The Catalans in Greece", de Kenneth M. Setton. Aunque aquí, por razones fácilmente comprensibles, la historia de los catalanes en Grecia jamás ha sido muy popular, en el mundo anglosajón se la considera digna del mayor interés.
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