Así pues Dhuoda, apartada de la vida de un marido violento e infiel (contra el que, pese a todo, jamás escribe una crítica), se dedica a su gran pasión: el estudio y la escritura. Y no lo hizo nada mal. Nuestra protagonista es la autora del primer manual pedagógico de la Edad Media, un libro en el que además de educar a su hijo en valores cristianos, de generosidad, de fidelidad a la familia, de humildad, trata también de buenas maneras y cortesía, insertando consideraciones, valoraciones e interpelaciones personales que muestran una añoranza y preocupación más maternales que didácticas. Todo el texto destila dolor y nostalgia por la separación de su primogénito
La mayor parte de las mujeres de este mundo tienen la alegría de vivir junto con sus hijos, mientras yo, Dhuoda, me encuentro lejos de ti, oh hijo mío Guillermo; angustiada y deseosa de serte útil, te envío este manual, que mandé transcribir, para que tú lo leas y encuentres en él un modelo para tu formación.
Esta obra, cuando llegue a ti enviada por mi mano, yo quiero que la tomes en tu mano con amor; manteniéndola, hojeándola y leyéndola, busca de hacerla viva en tus obras lo más dignamente posible.
El
Liber manualis Dhuodane quem ad filium suum transmisit Wilhelmum, o mejor,
El Manual para mi Hijo, fue escrito por nuestra protagonista para su hijo Guillermo cuando este contaba unos 15 años de edad, en el año 841. Se trata de un libro del tipo "espejo de príncipes" muy común en la época, y sin embargo es absolutamente excepcional: primero porque la autora es una mujer, la madre del destinatario, y no un clérigo; y segundo porque la obra de Dhuoda no se restringe a la típica instrucción sobre los vicios que han de evitarse y las virtudes que han de ponerse en práctica, su obra contiene además consejos maternales e incluso datos autobiográficos. De hecho, si no fuese por este libro no conoceríamos nada sobre la aristocrática dama.
Pero hay una cosa que sí que salta a la vista: Dhuoda era más que una mocita bien educada, era una erudita del más alto nivel, probablemente una de las más destacables de su tiempo. El
Liber manualis ha sido redactado en un latín que no es ya el de los clásicos, pero que tampoco adolece de las incorrecciones tan frecuentes en muchos autores contemporáneos. En su obra Dhuoda cita constantemente la Sagrada Escritura (frecuentemente haciendo una interpretación alegórica de la misma), algunos poetas y autores clásicos como Plinio, escritores merovingios y algunos Padres de la Iglesia (particularmente Agustín, Gregorio Magno e Isidoro de Sevilla). Ella misma compuso varias estrofas de versos. Y sin embargo trata que su libro sea ameno, fácil de leer, sin olvidar que su hijo apenas es un adolescente, contiene su erudición en lo posible y no entra en cuestiones áridas. Se trata de un texto repleto de ternura de una madre hacia su niño.
Algunas de las cuestiones que trata en sus 73 capítulos son: Dios debe ser amado, De cómo debes respetar a tu padre mientras vivas, Advertencia sobre la conducta que debe observar respecto a su señor, El respeto debido a los sacerdotes, Ayuda a los pobres tanto cuanto puedas, Te amonesto a ser un hombre perfecto, etc.
Su libro es un notable retrato de la propia Dhuoda con todos sus anhelos humanos de una vida normal con sus hijos, pero con una auténtica devoción religiosa y la dignidad y el autocontrol que se podía esperar de una mujer de su alcurnia y aducación.
Y termina:
Recurre siempre a este librito. ¡Sé siempre un joven noble en Cristo! +
Este libro fue comenzado el segundo año después de la muerte del emperador Luis, el día segundo de las Kalendas de diciembre, fiesta de san Andrés, al comienzo del santo Adviento del Señor. Ha sido terminado, con la ayuda de Dios, el día cuarto de las nonas de febrero, fiesta de la purificación de la santa y siempre Virgen María, bajo el reinado propicio de Cristo, y en la espera del rey que Dios designare.
Tú que lees, ruega por la mencionada Dhuoda, si quieres merecer contemplar a Cristo en la eterna felicidad.
Aquí termina –sean dadas gracias a Dios– el Manual de Guillermo, como dice el Evangelio: “se ha terminado” (consumatum est)Y así también se consumió la vida de Dhuoda, que debió sobrevivir bien poco a la redacción del libro hacia el 843 u 844 (en algunos pasajes afirma que se siente enferma de tristeza, y quizá de algo más grave)... por suerte para ella. No tuvo que ver cómo su hijo no hacía caso a sus sabios consejos de templanza y fidelidad a la palabra dada y se pasaba al bando enemigo de su señor Carlos el Calvo. Por desgracia, Pipino II salió perdedor en la contienda, Guillermo fue apresado y ejecutado por orden de su antiguo señor y tutor en el 850 a la edad de 24 años. Su segundo hijo, Bernardo, que contaba 9 años en el momento en que heredó los bienes y privilegios de su padre y hermano, siempre vio al rey Carlos como el enemigo de su familia, peleándo contra él desde sus dominios de Aquitania. Terminará perdiendo la vida en el 872 a la edad de 31 años, dejando huérfano a su hijo Guillermo.
En la Biblioteca Nacional de Francia, digitalizado, se encuentra el libro en francés, para el que quiera echarle un vistazo:
http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k7090w/f48.image
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.