Como dije antes, creo que el problema es la falta de discreción. Antes exisitía dicha discreción per se, sin necesidad que el Rey tuviese que ser cauteloso con nada, pues como bien dices, la censura de los medios respecto a la monarquía tenía como resultado que la mayoría no supiera o no se creyera los rumores acerca de sus viajes, sus amistades (cuando saltó el caso Mario Conde hubo un conato de destape de ollas) o su nivel de vida, cosas que la mayoría de ciudadanos hubiese encontrado contradictorias con la imagen de familia feliz, sencilla y campechana que algunos querían transmitir. Ahora pescan a JC vía Twitter cenando en el mejor restaurante de Tokio y te montan una novela de ficción en un periquete. Es algo que podría evitarse, pero tampoco parece algo tremendamente dañino, ni imposible de remediar.
La prensa se había relajado bastante respecto a la monarquía desde la abdicación (y para mi sigue relajada), de hecho muchos periodistas dicen que la gente ha dejado de hablar de ella (salvo de los actos oficiales más relevantes, el posicionamiento del Rey frente a los problemas políticos, alguna crítica u opinión sin carácter destructivo y esas frivolidades que tanto nos gustan), que ya no supone un problema y que ha dejado de ser objetivo primordial acabar con ella para los partidos más radicales (en descenso en intención de voto, ahora parece que tras las municipales, este país se va al centro).
También desde la abdicación, se palpa cierta sensación de seguridad o situación controlada. El tema de privar a los exiliados de su ducado ayudó bastante y la prensa se posicionó en una especie de defensa a ultranza del nuevo Rey y ahí se materializó por primera vez, una separación a la que parecen someter la mayoría de medios respecto de la institución y Felipe, de todo lo demás. No sé explicarlo muy bien, pero es como si la institución estuviese dividida en dos y por ello cada parte tuviera que apechugar con lo suyo y nada más que lo suyo. Por una parte están los Reyes, la Reina Sofía y las niñas, y por otra el Rey Juan Carlos y su antigua gestión, y en esa antigua gestión se incluye todo lo que ya sabemos o lo que algún día llegaremos a saber (como lo del nidito de amor suizo).
Consciente o no, Zarzuela o la misma prensa, ha creado una especie de cortafuegos que evita que ciertas informaciones se propaguen y afecten a la otra parte de la institución. Lo mismo pasa con los ExPalma. No hace bien a la monarquía que se conozcan todos los desmanes que han cometido, pero tampoco la daña como hace un tiempo atrás, pues la mayoría de los ciudadanos no relaciona a Felipe con su hermana y cuñado, sino con la gestión anterior. Lo de JC, es lo mismo, ni siquiera osan meter ya en el mismo saco a la Reina Sofía, como hacían algunos caraduras cuando escribían libros rídiculos con cada nueva información que recibían respecto al matrimonio. Ahora diferencian que los escándalos vienen de él, no de ella y lo mismo hacen con Felipe. Separan lo que haga o deshaga el Rey Emérito de los demás y del conjunto de la institución.
Por ello y a pesar de que el odiado y odioso Pedro J. Ramírez haya llegado con su panfleto intentando hacer lo mismo que hacía cuando dirigía "El Mundo", lo cierto es que no ha gozado de la misma repercusión, al menos no parece estar provocando el mismo daño a la institución que sí era capaz de infligir años atrás, dónde no había día en el que el periódico que le mostró la puerta de salida, no llevara en portada un nuevo escándalo. Es algo más personal de Pedro J. contra JC y contra la monarquía, pero el resto de medios no parecen tomarlo como un trabajo periodístico en el que haya que sumergirse, investigar más y conseguir publicar un reportaje bien armado. Como mucho mencionan el tema de pasada, porque quizás para ellos ya es un tema pasado y JC ya no goza de tanta exposición ni interés público como antaño (el cortafuegos).
El ejemplo está en lo que dije ayer, cuando se estaban riendo el lunes pasado en la radio haciendo mención del tema, en los 3 minutos que dura el resumen de prensa, y uno de los tertulianos alcanzó a decir "¿pero no vivían en el Pardo?... alguien se contradice con su antiguo periódico..." (de ahí que yo preguntara quién era el dueño o promotor de "El Español", no lo entendía). No debatieron si era cierto o falso, no le dieron más trascendencia que lo que queda de un pasado todavía cercano, simplemente se mofaron y les sirvió para tirar una puya a ese ser tan "brillante" que ha resultado ser Pedro J.
Eso sí, disfrutemos de la tranquilidad y aparente respeto mediático vivido este año, porque el próximo va a ser movidito. A ver si entonces sirven los cortafuegos.