Tesoro de El Carambolo. Oro. Collar del siglo VII a.C., resto de las piezas entre los siglos VI y V a.C. Estilo fenicio. Hallado en el cerro de El Carambolo en el municipio de Camas, a tres kilómetros de Sevilla. El tesoro está formado por 21 piezas de oro de 24 quilates, con un peso total de 2,950 gramos. Diversas técnicas fueron empleadas en su ejecución: fundido a la cera perdida, laminado, troquelado y soldado. Algunos elementos, debido a las concavidades que presentan, tuvieron que llevar incrustaciones piedras semipreciosas o de pasta vítrea.
No es un tesoro tartésico. Repito, no es tartésico. Tengo la esperanza de que, si se repite ese mantra suficientes veces, la gente dejará de identificarlo como tartésico. Existe la posibilidad de que el collar sí lo sea, de un estilo tartésico con mucha influencia de oriente. Los sellos que cuelgan de la cadena podían servir para marcar propiedades, sellar contratos o firmar documentos administrativos pero, para cuando los fenicios le echaron mano y lo sumaron al resto de las piezas, ya no se usaba para eso y sólo era un adorno.
No son los adornos de una persona. Repito, no lo usaba una persona. Lo usaba el animal sagrado, un toro generalmente, que los fenicios sacrificaban a la diosa Astarté (la Ishtar de los acadios) y al dios Baal. Básicamente los brazaletes son demasiado grandes para los brazos de ninguna sacerdotisa, las placas de oro son de un tamaño y un peso que harían muy incómodo el movimiento de estar cosidas a algún tipo de manto ceremonial y el llamado pectoral es sencillamente demasiado pequeño para cubrir un pecho. En cambio, su tamaño y sus perforaciones lo hacen perfecto para sujetarlo entre los cuernos del animal… como diría yo… de esta manera
Unos 2.500 años separan a los romeros de la Virgen del Rocío de los romeros de la diosa Astarté, pero todos seguían el mismo camino, lo hacían por las mismas razones, el destino también era el mismo y se ve que adornaban a los animales de la misma manera. Qué poco hemos cambiado
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.