La peor, Caedra, la peor. Al menos, si te sirve, esa es mi opinión.
Por mucho lavado de imagen al que quiera someterse, su esencia pervive. Ana Romero no sé si llega al nivel de Pilar Eyre y Peñafiel, pero es una digna sucesora que ya apunta maneras, aunque es mucho menos conocida. Y no lo digo solo por lo que escribe acerca de la monarquía o la realeza, sino por trabajos anteriores.
La primera vez que supe de ella fue buscando una biografía de Carmen Díez de Rivera. Encontré la que ella escribió, asegurando que se basaba en el diario personal de Carmen y en unas entrevistas, que la ya fallecida le había concedido (en aquel entonces, era una joven periodista, bastante aseada en sus trabajos). Según la familia (sobre todo ésta) y los amigos, la biografía relataba cosas que no eran del todo ciertas y que era imposible que Carmen hubiese afirmado, no iba con su carácter y principios. Bueno, salvo eso, así son las biografías no autorizadas, por mucho que Romero se empeñase en presentar ese libro como un encargo de Díez de Rivera, era puro morbo, nada más.
Pues bien, salvo ese libro y algún otro más, la ínclita se ganaba la vida escribiendo artículos en El Mundo sobre la monarquía y otros temas, labor nada reseñable, hasta que claro está, apareció el filón Corinna y el empeño de ese diario y su director, Pedro J., en echarle basura constantemente a la Corona. Si repasáis la hemeroteca, esta señora llegó a escribir todos los días (no es una exageración) barbaridades que ni siquiera han podido ser contrastadas. Incluso una vez abdicado el Rey Juan Carlos, siguió escribiendo que él y Corinna ya vivían felizmente juntos (eso fue lo más suave). Se le tuvo que revolver algo este verano cuando lo vio aparecer con Marta Gayá. En fin, esa era su línea editorial y siguió siéndola en el digital El Español, una vez despedida ella y su director de El Mundo. Eso sí, ellos dicen que cuentan la verdad, lo que otros quieren censurar, que ese es el motivo de sus desgracias, cuando para mi tan solo es basura. En base a una hisotria real, la adornan, exageran, la cubren de mentiras y la alargan todo lo que pueden para venderla por fascículos como suele hacer la prensa sensacionalista.
Pero lo que ya puso el grito en el cielo, para muchas personas e incluso compañeros periodistas, fue cuando reeditó el libro de Carmen Díez de Rivera, y vendió esa nueva biografía como un triangulo amoroso entre Carmen, Suárez y el Rey Juan Carlos. Políticos, periodistas, amigos de la propia Carmen le reprocharon que por hacer caja y ganar dinero fácil, traicionara la memoria y la confianza que alguna vez había depositado alguien en ella, para escribir una historia falsa, que sus propios amigos niegan y sienten como una calumnia, como un insulto, una desvirtuación de lo que era y fue aquella mujer, que odiaba el apelativo "musa de la Transición", que no soportaba la frivolidad, ni siquiera la de su madre, la renombrada Marquesa de Llanzol.
Esa es Ana Romero, para mi, una carroñera que aparentaba importarle solo la valía personal de ciertos personajes, pero de la que se ha demostrado que solo le sirve el morbo, mucho más la vida privada (ficcionada) de éstos, soltar todas las mentiras y dar por ciertos los rumores que cualquiera fabrica.