Es un eufemismo. Hay que tomarlo así, todo el mundo lo está tomando así. Es la manera más
light de decir que, por ahora, es mejor que quede apartado de la agenda oficial, no vaya a ser que siga saliendo más porquería, como se sospecha.
El caso es muy grave, aunque ahora lo veamos con cierta lejanía tras desaparecer diariamente de la prensa o tras observar como han ido apareciendo nuevos amiguitos del comisario corrupto. Pero lo cierto es que podría enterrar al mal llamado Emérito bajo una investigación judicial o política (en caso de que se celebren nuevas elecciones y suban los partidos radicales).
El Gobierno, aún débil, e incluso el
PSOE en su conjunto, le hicieron un favor al Rey Juan Carlos este verano frenando e impidiendo ciertas cosas, pero sobre todo al Rey Felipe. El primero debería agradecerlo sin chistar, por la cuenta que le trae, pues su "asunto" no está cerrado. El segundo ya tiene una cuenta pendiente con los políticos, como en su día su padre, pues bien o mal, han protegido a la Institución del golpe más severo en su línea de flotación. Algo que ni siquiera esperábamos muchos, pues este no es el
PSOE de Felipe González y Alfonso Guerra, ya no.