Pues bien, los Bernadotte encararon la década de 1950 con semejante escándalo amoroso -lo era para la época- y las denuncias de Haijby respecto al injusto e incluso cruel trato recibido con tal de silenciarle o hacerle desaparecer del mapa. En esa misma época, surgió otro escándalo financiero que tuvo como protagonista a Carl Bernadotte -hermano de las famosas Astrid de Bélgica, Martha de Noruega y Margarita de Dinamarca-, que le llevó a, una vez terminado el proceso judicial, vivir el resto de su vida en Málaga, España. Para entonces, Gustavo V, su tío, ya había fallecido y el Rey era el primo Gustavo VI Adolfo. Imaginaréis el reinado tan facilísimo que se le presentó al nuevo Rey y a su Reina Luisa, nacida Mountbatten, hermana de Lord Mountbatten y de Alicia de Grecia y, a la sazón, tía carnal del Duque de Edimburgo.
Los Príncipes Carl e Ingeborg -que tan bien casaron a sus niñas- con sus hijos y yernos: Martha y Olav de Noruega (extremo izquierdo), Carlos, Margarita (en el centro), Astrid y Leopoldo de Bélgica (extremo derecho).En los 50, Bertil y Lilian ya eran "libres", pues ella había conseguido un más que amistoso divorcio del actor escocés Ivan Craig. Pero la bella y encantadora galesa no reunía los requisitos para ser aceptada como esposa de un Príncipe de Suecia. De origen humilde, plebeya,
modelo y divorciada, era vista como la mujer menos decente y adecuada para convertirse en princesa. Eso pesaba más que el hecho de ser discreta, educada y de estar completamente enamorada de su Bertil. Ante semejante situación, la pareja podría haber escogido el mismo camino que los hermanos de Bertil, pero en su caso, no pudieron ni plantearse esa opción, dado que en esos momentos, la monarquía se estaba jugando su permanencia.
Pero, ¿cómo llegaron los Bernadotte a ver peligrar el trono, escándalos aparte?
Gustavo V y Victoria de Baden tuvieron 3 hijos. El mayor, Gustavo Adolfo, sería el Rey; el segundo, Guillermo, había hecho una "buena" boda -que terminaría en divorcio- al casarse con la Gran Duquesa María Pavlovna de Rusia; el tercer y último hijo, Erik, siempre tuvo una salud frágil, sufría epilepsia, problemas de cognición y falleció durante la epidemia de gripe de 1918.
Así que el peso de la dinastía recayó en la descendencia de Gustavo Adolfo y de su hermano Guillermo. Y ahí llegó el problema.
Empecemos con la descendencia del desastre de matrimonio que conformaron Guillermo y María Pavlovna, "la Joven". Tuvieron un único hijo, el Príncipe Lennart, Duque de Småland. Éste fue el primer Bernadotte en dar la campanada. Con una niñez bastante triste y solitaria, encontró el amor en Karin Nissvandt, con quien se casó en Londres en 1932, sin el consentimiento de su abuelo, claro está. A consecuencia de esta boda, Lennart perdió sus títulos, sus tratamientos, sus derechos sucesorios y pasó a ser tratado y conocido como el Sr. Lennart Bernadotte. Así que, la dinastía perdía a uno de los suyos.
Lennart y Karin A su vez, Gustavo Adolfo y Margarita de Connaught tuvieron 5 hijos: Gustavo Adolfo, Sigvard, Ingrid, Bertil y Carlos Juan. El primero en seguir los pasos del primo Lennart, fue el Príncipe Sigvard, Duque de Uppland. Se casó con Erica Patzek, la hija de un rico hombre de negocios alemán, en 1934. La boda tuvo lugar en Londres, y obviamente, su abuelo y su padre, reaccionaron de la misma forma con él. El segundo hijo del Príncipe Heredero de Suecia pasó a ser el Sr. Sigvard Bernadotte. Otro menos para la línea de sucesión.
Sigvard y Erica Tras unos años tranquilitos, ya acabada la guerra, en 1946 llegó el pequeño de la familia, el Príncipe Carlos Juan, Duque de Dalarna, diciendo que se casaba con la periodista Kerstin Wijkmark en Nueva York. Sucedió lo mismo con él, y empezó a ser tratado como el flamante Sr. Carlos Juan Bernadotte.
Carlos Juan y Kerstin Para febrero de 1946 ya eran tres príncipes menos en la línea de sucesión, pero todo el mundo parecía no verlas venir. Y digo que parecía que no las veían venir porque todavía quedaban el Príncipe Gustavo Adolfo, Duque de Västerbotten (el heredero) y el Príncipe Bertil, Duque de Halland que ya estaba en amoríos con una Lillian casada. Todos los ojos estaban puestos en la mujer de Gustavo Adolfo, una por entonces embarazada Princesa Sibila de 38 años de edad, que llevaba 14 años intentando traer a un varón al mundo. Para ello tuvo que esperar hasta abril de 1946, cuando por fin nació un niño rubio y de ojos azules que se convirtió en el muñeco de sus cuatro hermanas.
La pareja conformada por Gustavo Adolfo y Sibila no era muy popular entre el pueblo sueco. Siempre fueron acusados de tener simpatías hacia el nazismo, ya derrotado en aquellos momentos. Sibila cargaba con el estigma en gran parte por su padre, el Duque Carlos Eduardo de Sajonia-Coburgo-Gotha. El abuelo de las cuatro princesas Haga y del pequeño recién nacido Carlos Gustavo, había sido militante y miembro activo del partido Nazi, representando a Hitler en algunas misiones diplomáticas. Una vez acabada la guerra, el General Patton, confinó al duque bajo arresto domiciliario en Coburgo y posteriormente fue encarcelado junto a otros oficiales nazis. Finalmente fue sentenciado en 1946 a pagar una multa y parte de sus propiedades le fueron confiscadas.
Gustavo Adolfo y Sibila con las Princesas Haga y el recién nacido Carlos Gustavo. Esas eran las noticias que leían los suecos cuando el pequeño heredero y tercero en la línea de sucesión de los Bernadotte, llegó al mundo. Pero lo peor para la familia y para la dinastía llegó en el mes de enero de 1947, en el aeropuerto de Copenhague, en Dinamarca. El Príncipe Gustavo Adolfo había viajado a los Países Bajos para participar en una cacería y visitar a la Princesa Juliana y al Príncipe Bernardo. Durante aquella escala técnica tras despegar de Ámsterdam, no se realizaron las verificaciones oportunas, y cuando el avión se disponía a poner rumbo a Estocolmo, la aeronave cayó desde una altura de 50 metros. Nadie sobrevivió. Los Bernadotte se encontraron de repente con tan solo tres varones en la línea de sucesión. El primero tenía 66 años, el segundo 9 meses y el tercero 35 años.
Y recordad, la Suecia de 1947 todavía no conocía el escándalo Haijby que llegaría a la opinión pública con el libro publicado en 1949 y tampoco conocía el escándalo financiero del primo Carl Bernadotte. Así que para 1950, cuando Gustavo V ya había fallecido, cuando el nuevo Rey era Gustavo VI Adolfo, Bertil y su ya divorciada Lilian, se podían casar, sí. Pero eso implicaba dejar en la estacada a la familia, pues Bertil pasaría a ser otro Sr. Bernadotte más y su sobrino, un bebé, el heredero al trono de Suecia, quedaría solo en la línea de sucesión. Esa delicada situación y la edad del nuevo Rey (68 años) implicaba que la posibilidad de una regencia, ejercida por Bertil, fuese más real que nunca y la cruda supervivencia de los Bernadotte y la decreciente popularidad de la monarquía, también.
Así que la esperada y tan ansiada boda, no podría ser.