El Rey Carlos XVI Gustavo de Suecia nunca ha sido una persona muy dada a hablar abiertamente acerca de sus sentimientos. Siempre fue bastante retraído y hermético, en parte por su dislexia. Para él, su abuelo el Rey, representaba una presencia agradable, alegre, culta, pero también severa. Cuidó de su educación y formación con esmero. Le mostraba continuamente lo que esperaba de él y lo que no. Eran dos generaciones completamente distintas, con pensamientos y formas muy diferentes de ver y concebir la vida. Aún así, fue un adolescente bastante obediente y centrado.
Bertil y Carlos Gustavo en 1953 Si alguien le preguntara al Rey por una figura paterna, a quién sintió o quiso parecido a un padre, podría hablar perfectamente del abuelo, pero sobre todo mencionaría al tío Bertil. Se entendían bien, se apoyaban y protegían mutuamente. Es posible que no se pareciesen en cuanto a carácter, pues Bertil era un hombre bastante extrovertido, afectuoso y divertido en público, pero el muchacho claramente tenía cosas de su tío. El amor por los coches y el automovilismo era algo compartido. Podían pasar horas hablando de los últimos
modelos en el mercado o de viejas glorias olvidadas por el común de los mortales. Les gustaba el deporte, a todos los Bernadotte, de hecho, y disfrutar del aire libre y de la naturaleza. Además eran pícaros, de los tímidos, pero pícaros. Tanto que es muy probable que poco más tuviesen que desplegar para conquistar a sus mujeres.
Graduación de Carlos Gustavo en Sigtuna, 1966. Aparecen felicitándole el Rey Gustavo Adolfo, la Princesa Sibila, el Príncipe Bertil y la Princesa Desireé. Pero era la comprensión por la situación del otro lo que les unía en fuerte lazo. Cuando Carlos Gustavo fue proclamado Rey, su tío, y heredero presunto, no se despegó de su lado ni un solo segundo. Se podía observar como Bertil controlaba toda la situación, con seguridad, con entereza, con responsabilidad. Estaba cómodo y pendiente de su sobrino, como toda su vida. Ese día, el joven Rey debió tener en mente a esa novia alemana que su abuelo jamás habría aceptado como esposa para él. A los que sí tuvo presentes en el Salón de Estado del Palacio Real, donde se celebró la ceremonia de su proclamación, fue a sus tíos, los desheredados, y a las esposas de éstos. Y, como no, a la tía Lilian, de riguroso luto.
Proclamación del Rey Carlos XVI Gustavo de Suecia, 19 de septiembre de 1973. El reinado de Carlos Gustavo comenzó con cambios. Algunos, de carácter constitucional, ya los había dejado sancionados su abuelo. En 1974 entró en vigor el nuevo Instrumento de Gobierno. La Constitución de Suecia está articulada por cuatro leyes fundamentales: el Instrumento de Gobierno, la Ley de Sucesión, la Ley de Libertad de prensa y la Ley de libertad de expresión. Pues bien, esta ley fundamental, fue la que terminó por eliminar todas las antiguas prerrogativas reales y de articular las nuevas funciones constitucionales del Jefe del Estado.
Lo que sí siguió igual, dado que la Ley de Sucesión no había sido reformada aún, fue la situación de sus hermanas. Solo una de ellas seguía conservando sus títulos y tratamientos: la Princesa Birgitta. En 1974, la Princesa Cristina se casaba, por fin, con su prometido Tord Magnuson. Al ser un matrimonio desigual, Cristina perdió su título y tratamiento, tal y como había sucedido previamente con sus hermanas Margarita y Desiré. A partir de entonces pasó a ser conocida como la Princesa Cristina, Sra. Magnuson.
En 1976, cuando ya arreciaban los rumores respecto a una posible boda con Silvia Sommerlath, llegó el anuncio del compromiso. Cuatro años después de conocerse, el Rey Carlos Gustavo se comprometía y se casaba con su novia. La noche previa a la boda, los novios acudieron a una gala en la Ópera de Estocolmo, donde unos ABBA vestidos de época le cantaron y reverenciaron a Silvia su "Dancing Queen". Lilian asistió a la gala, de nuevo, con la tiara de laurel de su difunta suegra. Se sentó en el palco junto a los hermanos Sommerlath. Todavía no podía presidir un evento familiar junto a Bertil. Éste estaba sentado junto al Rey Olav de Noruega, la Gran Duquesa Josefina Carlota de Luxemburgo y la Princesa Sonja de Noruega.
Aquella mítica actuación de ABBA ya mostraba que venía el cambio, el cambio de verdad. La ruptura con las normas que habían gobernado a la familia durante siglos. Porque sí queridos, la sociedad sueca y los príncipes de la dinastía Bernadotte eran mucho más abiertos que sus monarcas. Lo sabremos en España, si en los 60 y 70 nuestros abuelos anunciaban "qué vienen las suecas" como si fueran el demonio o el pecado.
Boda de Carlos Gustavo y Silvia, 19 de junio de 1976. El 19 de junio de 1976, Silvia Renata Sommerlath entró en la Catedral de Estocolmo como una plebeya y la abandonó convertida en la Reina Silvia de Suecia. Bertil asistió a la boda, se sentó ocupando el lugar del padre, su hermano Gustavo Adolfo. Su hermana, la Reina Ingrid de Dinamarca, ocupó el lugar que le pertocaba a la Princesa Sibila. Estaba feliz, se le notaba. Tras él se encontraba Lilian, discretamente sentada entre su sobrina Ana María de Grecia y Lord Mountbatten. En el banquete de bodas también fue Bertil el que pronunció unas palabras felicitando a la pareja y deseándole toda la dicha del mundo. Terminó su discurso con cuatro sonoros
hurras que solo un buen escandinavo sabe pronunciar.