Esa noticia me pareció bastante maliciosa en su día. Una de tantas para echarle por tierra, pues no se ajustaba mucho a la verdad. Sobre todo porque si se quieren crear agravios comparativos, hay que hacerlo con fundamento, conociendo los usos y costumbres de las damas de la Familia Real y lo que le compete hacer o no al staff de la Reina. Así que en este caso debo romper una lanza a favor de esa Meghan, duquesa primeriza.
Hace años que Buckingham no se inmiscuye en las preferencias sartoriales de sus damas. Antaño sí podía exigir sombreros, tocados, guantes, colores e incluso recato para ciertos actos oficiales, pero eso acabó hace décadas. De hecho, es notorio que las Windsor cada vez restringen más el uso de sombreros en su agenda diaria pues optan por lucirlos en ocasiones contadas, ni siquiera en viajes oficiales. Angela Kelly puede informar del color que han elegido para la indumentaria de la Reina en un intento por no coincidir. Puede incluso avisar de que lucirá sombrero, pero no creo en absoluto (siendo su jefa recelosa de inmiscuirse en cuestiones ajenas), que llegue a recomendárselo a las demás, salvo que el evento al que asistan tenga uniformes militares o chaqués de por medio o bien se celebre en un templo. En estos últimos casos se exige una etiqueta oficial, obligada, salvo que se quiera romper el protocolo impuesto.
Igualmente, también dudo que Kelly caiga en la reiteración de comunicar que la Reina va a acudir a un acto tocada, pues es algo que es sabido por todos. Lleva más de 65 años en el trono y jamás va a aparecer sin sombrero antes de la hora del té, a menos que reciba en palacio. Así que la decisión de acudir tocada o no a un acto oficial en el que ella va a estar presente, es opcional, salvo en las excepciones que he mencionado. Meghan no incurrió en ninguna falta o no hizo algo distinto a lo que hacen el resto de Windsors, y así se lo harían saber.
Y para muestra lo que en muchas ocasiones han hecho otras damas de la familia (también la desaparecida Diana) entre las que se encuentran Camilla, Catalina, Ana y Sophie.
Que esto no lo sepa el común de los mortales es comprensible. Que no lo sepa o lo obvie maliciosamente, a drede, un periodista encargado de informar sobre la Familia Real es donde no cuadra.