He leído dos cosillas sobre sus quejas y la famosa reunión en Sandringham y
Lo mismo de siempre. La familia les desamparó, no les protegió lo suficiente, los hombres de gris de palacio maniobrando para que no restaran protagonismo al resto de la familia... y deciden largarse sin previo aviso y sin consensuar absolutamente nada a pesar de lo que podía suponer todo ello. Según su discurso, la culpa la tiene la prensa y terminó pagando el pato la familia, toda la familia, pero ellos no reconocen en qué estuvieron mal ni si han sido contradictorios en algún momento. Así ni pueden ni podrán avanzar jamás.
La prensa se pasó con Meghan, en muchos aspectos gracias a su queridísima familia paterna, pero de ahí a que palacio no hiciese todo lo posible para capear el temporal, hay un trecho muy largo. No he visto una Casa que proteja, defienda y saque la cara por sus miembros tanto como la Windsor. Jamás han dejado a uno de sus miembros a su suerte con los ataques indiscriminados de la prensa, salvo a los caídos en desgracia como Andrés, cuya táctica ha sido básicamente hacerle desaparecer y dejar de comentar sus asuntos. Y debo recordar que, aún así, intentaron salvarle con la dichosa entrevista que supuso casi una inmolación para la institución.
Menos caso debieron hacer a lo que se escribía o dejaba de escribir sobre ellos. No pueden pretender salir indemnes del feroz ataque sensacionalista cuando no se ha podido librar de ello ni la mismísima Reina. ¿Es injusto?, sí, pero en eso consiste nuestra querida libertad de expresión. Ésta incluye faltas, mentiras y mala educación. Tampoco es que ellos estuvieran muy finos dándole carnada a esa misma prensa en lugar de optar por ser más discretitos o no alzarse en la voz de la sapiencia. Sobre todo él que tiene historial suficiente para darle de tortas en la cara por no haber sido un chico del todo ejemplar. Ahora en los USA que no esperen librarse del sensacionalismo y acoso de la prensa de allí.
Me molesta que digan (porque lo dicen ellos por boca de aquí la pluma que firma el libro) que Buckingham no les protegió, cuando todos vimos que les dieron gusto en todo lo que pudieron. Tanto gusto les dieron que incluso el tema costó cuartos y salidas abruptas de aquí y de allá. Harry quería hacer las cosas a su
modo, intentar domeñar a la prensa, una oficina propia, una casa alejada de Londres y sus asuntos/labores separados de los de su hermano. A todo se le dijo que sí, aunque las decisiones supusieran habladurías y dramas varios, y aún así no le bastó. Que no vengan manipulando la historia porque nadie les dejó abandonados en una esquina y haciéndoles comulgar con ruedas de molino. Hasta con lo de vetar ciertos medios tuvo que transigir Buckingham, algo gravísimo porque suponía incumplir un compromiso adoptado hacía años respecto a su política de comunicación.
Les mandaron a dos giras estupendas y la última la pifiaron con el famoso documental en el que se mostraban cabreados y medio moqueando, confirmando las habladurías y que la relación entre hermanos no era buena y reviviendo de nuevo el fantasma de Diana. Si Guillermo no hubiese aguantado carros y carretas de porquería desde que es niño y hubiese cogido las de Villadiego, ahora mismo no habría futuro para los Windsor. Lo mismo puedo decir de Catalina. Los comienzos son difíciles, pero uno no debe hincar la rodilla salvo para que su abuela le nombre caballero de alguna orden. Y Harry hincó la rodilla, con la prensa y con su mujer. Ahora todo está más tranquilito, básicamente porque no aparecen en nigún sitio, pero están tirando a la basura una proyección adquirida y una posibilidad de hacer cosas grandes (deseo que han expresado siempre), del que seguramente se arrepentirán. Pasarán a la historia como los que dejaron tirados a una familia y a una institución en el peor de los momentos, viviendo a costa de papá y de amigos prestamistas de casas. Y mejor no opino lo que me parece que hayan preferido vivir en un país gobernado por Trump.
El libro, igualmente, aunque intente enfocar todo en el acoso de la prensa, los miedos y los traumas, no aclara ni aclarará cómo puede ser que de un plumazo tengan como enemigos a la mayoría de medios británicos (algunos muy serios y nada sensacionalistas) y como poco amigos a un hermano y a un padre. La abuela se ve que se libra de esto, aunque suelten que les prohibieron verla desde su marcha a Canadá. Si tu abuela te quiere ver, te ve. Nadie le impide a la Reina de Inglaterra verte salvo que entiendan que estás obrando mal y de forma poco confiable. Lilibet será lo que quieran, pero ha dado muestras de ser la hija, hermana, madre y abuela menos metomentodo que una pueda cruzarse en esta vida. No te va a intentar convencer, te va a intentar comprender y ni por esas ha tenido consideración el nene.
De hecho, el libro muestra o mostraría a las claras cómo los Sussex estuvieron maniobrando por detrás, a espaldas de palacio, de Lilibet, de Carlos y de Guillermo su espantá. Eso les deja en muy mal lugar, más cuando Buckingham se empeñó en ocultar y maquillar semejante abrupta salida. Como siempre, los palacios nos intentan edulcorar la verdad. La cruda realidad fue que pretendían imponer una última cosa: seguir siendo royals en ejercicio pero a su manera. Lo que viene siendo crear una Casa o institución paralela, con sus normas,
modos, costumbres y dinero. Menos mal que Buckingham supo ver lo peligroso que era eso y la determinación fue "o dentro o fuera".
Feo, muy feo eso de largarse a Canadá, no pasar las últimas Navidades con la familia, empezar a comprar dominios y registrar marcas como si de una empresa se tratase, publicar una especie de decálogo en una web creada para formalizar lo que iba a ser la nueva Casa y regresar a Londres para darle a la familia todo esto impuesto. ¿Qué pretendían? ¿Qué les dijeran que sí, una vez más, después de maniobrar todo esto sin conocimiento de la familia? Traición se le llama a eso. El peón de la Reina poniendo piedras en el camino y causando problemas sin necesidad. Muy distinto sería si realmente la salido hubiese sido planeada, consensuada y tratada como un "no puedo más, me voy". Pero no fue así, el libro lo confirma.
Y lo de robar protagonismo y que se maniobrara en palacio para que eso no sucediese... Bajemos de la nube que el testarazo puede ser de campeonato. El protagonismo dura lo que tarda en crecer la nueva generación. No era mayor ni menor que el de los Cambridge, cada uno en su papel. Los sosos e institucionales Cambridge con los chispeantes y
modernos Sussex. Sin más. Eran la novedad y terminaron derivando en escándalo y mal rollo, pero no dejan de ser los segundones. El protagonismo derivó en cambios de casa, baby showers, polémicas por digo una cosa y hago la contraria, personal renunciando a puestos, salidas de fundaciones, separación de despachos, actitudes de celebrity y quejas y más quejas. ¿Cómo no va a estar Guillermo molesto tal y como sugieren las filtraciones del libro? No se hace esto, no es el
modo.
Que empiecen a hacer autocrítica porque así no se avanza.