Isabel lució la tiara de zafiros cabujón de su tía abuela, la Princesa Thyra de Dinamarca. Thyra nunca se casó, así que, al fallecer, repartió sus joyas entre algunos de sus sobrinos. Esta tiara fue heredada por su sobrina, la Princesa Carolina Matilde de Dinamarca, quien solía cedérsela a su hija Isabel para los grandes actos de Estado.


La Princesa Thyra con la tiara

La tiara pasó definitivamente a Isabel, junto a otras pequeñas joyas de la tía Thyra, cuando murió su madre. Desde el fallecimiento de Isabel en 2018, no hemos vuelto a tener noticias sobre su paradero. Presumiblemente la habrían heredado sus tres sobrinas Rosenborg, hijas de su hermano Christian.

Benedicta escogió una tiara de su madre, con lazos familiares e históricos que nos llevan a Suecia. Tiene su origen en la Reina Sofía de Suecia, nacida Nassau. Su hermano Adolfo, Gran Duque de Luxemburgo, se la obsequió con motivo de su boda con el Rey Óscar II de Suecia. Sofía legó la tiara a su nuera, la Reina Victoria de Suecia y, ésta última, a su nieta Ingrid. Cuando la Reina Ingrid falleció, la tiara fue heredada por Benedicta.

Ingrid lució el aderezo de esmeraldas de las Joyas de la Corona, consistente en tiara, pendientes, collar y broche. Un total de 67 esmeraldas y 2.650 diamantes conforman las cinco piezas del aderezo. Además, el broche se puede desmontar en otros tres más pequeños. Las 26 esmeraldas de talla más grande, datan de 1723, siendo un regalo de Christian VI a la Reina Sofía Magdalena tras el nacimiento del futuro Federico V. El resto de gemas pertenecieron a la Princesa Carlota de Dinamarca. Por último, los diamantes, también formaban parte de la colección real. El joyero C.M. Weisshaupt montó el aderezo con dichas gemas para la celebración de las bodas de Plata de los Reyes Christian VIII y Carolina Amalia en 1840.



Precisamente el origen de la historia de las Joyas de la Corona se remonta a Sofía Magdalena, ya que en su testamento, de 1746, estipuló que sus joyas debían estar siempre a disposición de la reina consorte, con el argumento "hay tan pocas joyas en esta Casa Real y ninguna de la corona". Aquellas joyas incluían horquillas, pendientes y collares de perlas engastados con diamantes, pero la mayoría han sido reformadas por las soberanas a lo largo de la historia.

En la actualidad, las Joyas de la Corona consisten principalmente en cuatro grandes conjuntos. Todos ellos constan de collares, pendientes y broches, y tan solo uno de ellos, consta de una tiara. Los cuatro aderezos siguen manteniendo el diseño que le dio la Reina Carolina Amalia -consorte de Christian VIII- en 1840. Reutilizando las joyas originales de Sofía Magdalena y añadiendo piedras preciosas adicionales, encargó cuatro aderezos que se ajustaban más a la moda de la época, entre ellos, el de esmeraldas.



Además de los aderezos, las Joyas de la Corona atesoran piezas adicionales que fueron legando reinas posteriores. Todas ellas son propiedad del Estado, quedando restringido su uso dentro de las fronteras danesas. La Reina no las lleva consigo en sus visitas a otros países. Cuando las Joyas de la Corona no están en uso, se custodian en el sótano del Castillo de Rosenborg o en la "Jaula de Oro" del Museo del Palacio de Amalienborg.

Ingrid combinó el aderezo con un gran brazalete floral de diamantes. Esta pieza fue un regalo realizado por Óscar I de Suecia y Noruega a su nuera, Luisa de los Países Bajos, en 1850. El brazalete fue heredado por su única hija, la Reina Luisa de Dinamarca, consorte de Federico VIII, cuya llegada a la Corte danesa supuso una importante ampliación del joyero real.


La Princesa Luisa de los Países Bajos, Reina de Suecia y Noruega, con el brazalete (muñeca izquierda)

Tras la muerte de la Reina Luisa en 1926, el brazalete pasó a formar parte de la fundación de joyas de la familia. Dicha fundación, integrada por otras joyas de la misma Reina -como un aderezo de perlas y diamantes- no permite que la colección se desintegre ni que salga de la rama principal. El soberano titular será quién las custodie siempre.



La Reina Margarita, a lo largo de los años, ha hallado distintas formas de lucir este brazalete. Ha aparecido infinidad de veces con él dispuesto como gargantilla, cerrado con una cinta de seda al cuello y combinado con otras piezas históricas.

La diadema que lució Margarita, de hechura francesa y con un diseño bastante poco común y sumamente delicado, fue la tiara de puesta de largo que recibió de sus padres por su 18º cumpleaños. Encontramos su origen en su abuela, la Reina Alejandrina.


La entonces Princesa Margarita en el banquete celebrado por su 18º cumpleaños, 1958

Algunos sostienen que la tiara fue realizada en 1912, el mismo año en que Alejandrina se convirtió en reina. Bjarne Steen Jensen especula que su factura pudo ser anterior, de finales del siglo XIX. Incluso plantea que la tiara pudo ser un regalo de la Gran Duquesa Anastasia Mijáilovna.

A la muerte de Alejandrina, ocurrida en 1952, la pieza fue heredada por su hijo, Federico IX. El mismo Federico se la entregaría seis años más tarde a su hija Margarita.



El vestido que Daisy lució esa noche, también podría catalogarse como alhaja.

Margarita realizó una gira por el continente asiático en 1963. Ella misma aseguró que aquellos viajes tuvieron un gran impacto en su forma de vestir y le dieron ideas para confeccionar su futuro vestuario. En esa época adquirió una costumbre de su madre, la Reina Ingrid: comprar telas locales.



Durante su viaje a Japón visitó Kioto. Allí quedó prendada por el trabajo de los artesanos que tejían los paneles de tela de 68 cm de ancho para el obi, el ancho cinturón del kimono japonés. Compró varios metros de una fabulosa tela de obi que reproduce la flor del crisantemo o kiku en japonés. Está tejida en brocado de seda de un brillante color verde esmeralda con hilos de oro y plata entretejidos. La misma Margarita la recuperó tres años después para confeccionar y ayudar a diseñar el vestido junto a una seda blanca procedente de Francia. A finales de los años sesenta le añadieron mangas, estado en el que se encuentra hoy en día.

En la seguidilla de celebraciones no podía faltar una gala en el Teatro Real. Ésta tuvo lugar la tarde del 31 de mayo de 1967 y tuvo una restringida lista de invitados, limitada a la Familia Real, la familia Monpezat y la familia cercana del Rey. Margarita, con un vestido azul noche, lucía un delicado collar de perlas de tres vueltas y el broche del aderezo de zafiros de su abuela Alejandrina. Henrik vestía un impecable frac sin condecoraciones, pues todavía no había sido distinguido con ninguna de las que llegó a atesorar.



El edificio primitivo del Teatro Real, situado en la Kongens Nytorv de Copenhague, fue construido por iniciativa de Federico V en 1748. Fue diseñado por el mismo arquitecto que inició el proyecto de Amalienborg, Nicolai Eigtved. Pocos años después, en 1774, el antiguo teatro, con aforo para 800 personas, fue reconstruido por el arquitecto C.F. Harsdorff para dotarlo de más capacidad.

Un requisito importante para el desarrollo artístico del teatro son sus escuelas. La más antigua es la escuela de ballet, fundada en 1771. Dos años más tarde, se creó una academia de canto que fue la precursora de la actual academia de ópera. Se consideraron varias iniciativas en relación con una escuela de arte dramático, establecida mucho más tarde.



Federico VI, Rey desde 1808, es probablemente el monarca que más activamente participó en la gestión del Teatro Real como máximo responsable. La contabilidad de aquellos años muestra numerosas decisiones personales del Rey, desde los aumentos de sueldo y las primas de los trabajadores hasta la compra de cintas para las bailarinas. De hecho, el Teatro Real se convirtió en el epicentro de una nación decaída, que tras las Guerras Inglesas (Napoleónicas) había quedado sumida en la bancarrota estatal. El filósofo Søren Kierkegaard llegó a acuñar la triste frase "En Dinamarca sólo hay una ciudad y un teatro".

El escenario fue demolido a mediados del S. XIX. Conocido hoy en día como Viejo Escenario, fue diseñado por los arquitectos William Dahlerup y Ove Pedersen e inaugurado el 15 de octubre de 1874.