Aquí Mohammad Reza Pahlavi, heredero del Shah de Irán:





Los Pahlavi, recordad, eran unos "parvenues". La reina madre Nazli no veía gran ventaja en entregarles a la princesa Fawzia y manifestó claramente sus recelos ante aquella propuesta matrimonial que llegaba de Teherán. El propio Farouk dudó bastante antes de dar el sí. Por supuesto, Fawzia no tenía voz ni voto en el asunto. La muchacha se moría de añoranza de Suiza y París desde que, a su vuelta a su país natal, vivía casi en permanente reclusión en la casa de la reina viuda Nazli. Hasta es posible que la idea de casarse y marcharse a la lejana Teherán resultase interesante, en particular sabiendo que su restrictiva y dominante madre manifestaba dudas. En cualquier caso, aquello era un asunto entre dos familias, dos casas, que en aquellos momentos representaban a dos grandes países musulmanes, Egipto e Irán. Si carecía de importancia la opinión de Mohammad Reza, ya podemos suponer lo que importaba la opinión de Fawzia.



Lo que sí importaba era que la boda de Fawzia sería otra cresta en la ola de la nueva popularidad de un Farouk recién casado con Farida.

Esta sesión fue oro puro:





Cuando Reza Khan anunció orgullosamente el compromiso oficial de su hijo Mohammad con la princesa egipcia Fawzia el 26 de mayo de 1938...



...fue cuando el novio se enteró de que le quedaba poca soltería. En otro orden de cosas, Reza Khan tardó nada y menos en dirigir un requerimiento a su parlamento para que otorgase la nacionalidad persa a la que íba a convertirse en su nuera, a fín de que los futuros hijos que ella trajese al mundo tuviesen la consideración de "iraníes puros".

La boda del príncipe iraní (príncipe de nuevo cuño) y de la princesa egipcia se celebró en marzo de 1939 y no está de más señalar que los novios se habían visto solamente una vez. Pocos meses antes, en noviembre, la reina Farida había dado a luz a su primer vástago y, para enorme disgusto de Farouk, resultó que les nació una niña, la princesa Farial. Farouk había estado convencido de que Farida le daría un hijo, lo cual suponía un golazo dinástico en particular en aquel momento porque se le había indicado que un primo suyo conspiraba para hacerse con el trono egipcio. Pero Farida había "fracasado", proporcionando una niña. A pesar del mal trago, Farida asistió hermosa y sonriente a los festejos que rodearon el matrimonio de su cuñada Fawzia con Mohammad (el evento central, la firma del contrato matrimonial, excluía a las mujeres, incluyendo la propia novia en el lote). Hay una foto interesante en la que posan Farida y Farouk con los novios y la reina madre Nazli:



También hay alguna otra foto que conviene rescatar aquí:





Se había convenido que tras una breve luna de miel en Egipto, viajarían a Irán ya que en Teherán les esperaba un segundo festejo nupcial. Una foto de esa corta luna de miel muestra a la pareja:

Lo que tiene ir improvisando...nueva foto de boda.

Bueno...y salto atrás, que he encontrado a Fawzia niña.



Aquí aún no se podía ni imaginar caminito de Teherán del brazo del mozo Pahlavi.

El palacio de Mármol en Teherán que Reza Khan se acababa de construir...



...sirvió de decorado a los festejos de los Pahlavi por la boda del heredero. Allí Fawzia íba a toparse de frente con su nueva familia, el clan en el que había ingresado por matrimonio. No era ninguna perita en dulce, desde luego.

En este punto tengo que preguntaros si alguno habéis leído las Memorias de la que fue siguiente esposa e Mohammad, Soraya Esfandiary-Bakhtiari. Yo las leí, pero hace tantísimos años que no recuerdo casi nada, excepto una sensación de constante desasosiego por la presencia intrusiva, demandante y atosigante de su suegra, Tadj ol-Molouk, así por las constantes interferencias y humillaciones de sus cuñadas, las princesas Shams y Ashraf. Todas ellas le amargaron la vida a Soraya, no menos de lo que la fastidiaba la constante presencia del gran amigo del alma de Mohammad, el suizo Ernest Perron.

Pues bueno...más o menos lo que tuvo que aguantar Soraya, lo había aguantado previamente Fawzia. Fawzia se encontró con un suegro empeñado en hacer de ella una perfecta persa, así que de entrada tenía que quedarse sin la compañia de quienes habían formado su séquito desde Egipto y renunciar a cualquier objeto que hubiese llevado consigo desde su país natal. También se encontró una suegra tiránica y unas cuñadas que no querían perder sus respectivas parcelas de poder. A todo esto, aunque el banquete de conmemoración de la boda había sido un exceso de caviar del Caspio combinado con haute cuisine francesa, Fawzia encontró de bajo nivel la mesa cotidiana de los Pahlavi y escrutaba con ojo crítico los palacios de los Pahlavi, que, en realidad, estaban bastante por debajo de aquellos palacios en los que ella había nacido y crecido en Egipto.

Acordaos de que estamos hablando de un matrimonio arreglado. Un matrimonio que se les había impuesto, tanto a Mohammad como a Fawzia. Aunque Ashraf, la melliza de Mohammad, declarase a posteriori que cuando la pareja llegó a Teherán ofrecían juntos una imagen "radiante", ese es el tipo de comentario que habría que coger, quizá, con pinzas. Estaban conociéndose aún, y el encuentro con los Pahlavi y con Teherán no íba a resultarle fácil a Fawzia, pero tampoco ir dándose cuenta de que su flamante marido pensaba mantener punto por punto el estilo de vida que llevaba antes de casarse con ella porque así se lo habían mandado. Entre tanto, de ella sólo se esperaban dos cosas: que encajase y que se embarazase para dar a luz, expeditivamente, a un varón. Esto último, por supuesto, no debería sorprenderla: ella misma había podido ver el absoluto desagrado de Farouk cuando Farida había tenido una hija en vez de un hijo.

Mohammad y Fawzia:



De izquierda a derecha: princesa Shams, Fawzia, Mohammad y princesa Ashraf:



Fawzia con su cuñada Ashraf:

Aquí la suegra Tadj ol-Molouk seguida de cerca por su hija mayor, Shams:



Shams:



Ashraf en su boda en 1937:

Hay mucho material en Youtube sobre Fawzia. Pongo aquí el noticiario cinematográfico de British Pathé con su boda al futuro Sha.

Qué gozada, Octavius. Mira que están genial esos noticiarios "vintage"...


La verdad es que a Fawzia no le fue nada bien en Teherán con los Pahlavi. Guapa, guapísima, pero infeliz debió ser un rato largo.





Sé realmente poco de Fawzia (también es verdad que se trataba de una princesa de carácter reservado, no tuvo a bien explayarse sobre su propia vida y crear su propio relato). Sin embargo, me pregunto sobre todo si en su caso concreto fue buena o mala suerte el hecho de dar a luz únicamente una hija, la princesa Shahnaz, nacida en el palacio Sa'adabad de Teherán el 27 de octubre de 1940.



Lo que quiero decir es que yo le doy vueltas a la situación y pienso: caray, Fawzia se sentía sola y aburrida de la vida en la corte iraní, que encontraba muy por debajo del nivel de la corte egipcia a la que pertenecía por nacimiento; además, estaba hasta las orejas de sus (notablemente intrusivos) parientes políticos. Una hija (que no valía nada en términos sucesorios...) evidentemente representaba una nueva atadura, pero menos de lo que hubiese sido ser la madre de un futuro shah. Había más posibilidades -vamos, muchas más...- de que al final la dejasen romper sus ataduras siendo solamente la madre de una niña Pahlavi. Aqui un surtido de fotos de Fawzia con la pequeña Shahnaz:

Imagen de familia:



Para entonces,en 1940, pocos meses antes de que Fawzia diese a luz a Shahnaz en Teherán, su cuñada la reina Farida de Egipto, junto a la cual la vemos en esta foto...



...había tenido una segunda hija. La nueva niña egipcia, nombrada Fawzia en honor a su tía paterna, supuso un nuevo berrinche colosal para Farouk. Que no estaba él para niñas, vamos, y Farida parecía incapaz de entender que su trabajo, aparte de vivir cubierta de joyas, era poner en el mundo un varón.

Así que Fawzia la mayor y Farida parecían destinadas a "romper expectativas" y "decepcionar". Sin más. Hay otros paralelismos cuando menos sugestivos. Ni Mohammad Reza ni Farouk eran maridos fieles, al contrario, ambos tenían una tendencia natural a ir coleccionando aventuras extramatrimoniales, pero, en paralelo, rumores de infidelidad circularían después tanto en torno a Fawzia como en torno a Farida. Más o menos verosímiles, el caso es que el mero hecho de que llegasen a circular esa clase de rumores refleja que a ambas mujeres se las consideraba bastante capaces de pagar a sus maridos con la misma moneda (y no dos meras sufridoras pasivas de la forma más clásica de deslealtad masculina).

Por cierto que otra similitud entre Fawzia y su cuñada Farida era que las dos se llevaban mal, o peor, con sus respectivas suegras Nazli en El Cairo era tan intratable como Tadj ol-Molouk en Teherán. Eso sí: que conste en acta que Nazli parece haberle puesto más sal y pimienta a la vida. Nazli, viuda, no se privó de compañías masculinas y precisamente en 1940, mientras Farida estaba disgustando a Farouk con la llegada de baby Fawzia y Fawzia estaba disgustando a los Pahlavi con la llegada de baby Shahnaz, la abuela de ambas niñas mantenía un apasionado idilio con el príncipe Ahmed Hassanein.



Que, a ver, Ahmed Hassanein era un auténtico figura, un caballero notable con una fama que le nimbaba dentro e incluso fuera de Egipto. Le gustaba ponerse ropas de beduino y presumir de que la sangre de los beduínos, pueblo al que admiraba, corría por sus venas, pero no por ello dejaba de ser, desde su nacimiento, miembro de la élite social turco-circasiana egipcia, con un padre profesor universitario que decidió proporcionar al hijo una educación británica enviándole a Balliol College y Oxford. Ahmed se convirtió en un un hombre polifacético: excelente deportista (lo suyo era la esgrima) y aviador, explorador del desierto libio para mayor gloria de la Royal Geographical Society, cortesano, diplomático, lo tenía todo para convertirse en una celebridad. Por esos motivos, Fouad le había elegido para ser el tutor de Farouk, en la juventud del príncipe que luego sería rey. A esas alturas, en el ascenso social de Ahmed no había tenido tampoco un papel nada desdeñable su boda con la bella Loutfia Yusri, hija de un prestigioso diplomático y de la riquísima princesa Shivakiar, la que había sido primera mujer de Fouad.

Hacia 1940, Ahmed seguía casado con Loutfia Yusri, madre de sus cuatro hijos, y compatibilizaba ese matrimonio con algunos romances sonados, como el que mantenía con la aclamada cantante siria Asmahan. Y entonces se le ocurrió envolverse en una relación clandestina con la reina madre Nazli, la viuda de Fouad, y resulta que Farouk no es que les sorprendiese in fraganti, pero, vamos, encontró a quien había sido su tutor leyendo versos coránicos a Nazli en la habitación de ésta, una situación que evidenciaba gran intimidad entre ambos. A Farouk se le encendió la sangre y profirió amenazas de muerte hacia Nazli porque ella con Ahmed estaba deshonrando la memoria de su padre Fouad. La escena, notablemente violenta, dejó un reguero de rumores y debió llegar pronto a conocimiento de las hijas de Nazli, incluso de Fawzia en Teherán. A posteriori, Ahmed se divorció de Loutfia, un divorcio que fue la comidilla de los circulos cortesanos egipcios, y se mantuvo bien amarrado a Nazli, con quien, supuestamente, se casó en secreto durante el año 1943. Aquí una foto de Nazli con Ahmed:

Que yo no soy Fawzia y no funciona eso de ponerse en el pellejo de alguien tan distante en todos los aspectos, pero debo decir que si yo estuviese en Teherán aburridísima de la vida entre los Pahlavi, con un marido que no amo y me pone los cuernos constantemente, una suegra puro incordio y dos cuñadas entrometidas, cuestionada por no haber parido un hijo sino una hija, etc, etc, recibir noticias de una historia tan novelesca como la de su madre Nazli Sabri con Ahmad pues me hubiese provocado unas ganas locas, locas, de romper todas mis ataduras y volar libre de vuelta a El Cairo. Quien sabe, a lo mejor lo de Fawzia fue algo tal que así.





Aquí estoy tan al salseo que ni una pincelada geopolíticohistórica, jejeje, pero va a ser necesario comentar que el suegro de Fawzia, Reza Khan, el primer Shah Pahlavi, que nos salió bastante filonazi, acabó siendo depuesto tras una intervención militar conjunta de británicos y rusos poco después de que saltase por el aires el famoso pacto Ribbentrop-Molotov que alteró bruscamente el curso de la II Guerra Mundial. Así, resumiento muchísimo, que esto es sólo dar una pincelada. Así que Reza Khan se marchó al exilio con su segunda familia, la que había tenido con Esmat, primero a Mauricio y más tarde a Sudáfrica. Su hijo Mohammad Reza se convirtió en el nuevo Shah en septiembre de 1941, lo que hizo a Fawzia reina de Irán y relegó a su suegra Tadj ol-Molouk al rango de reina madre. Cumple decir que el Reza Khan exiliado ya tenía una salud digamos que delicada, con problemas estomacales y cardíacos. Rico como era, para él habían pasado los tiempos de caviar del Caspio y suculentos manjares, se alimentaba básicamente de arroz cocido y pollo, y ofrecía un aspecto bastante consumido. Murió en menos de tres años desde su marcha de Irán.

Llegar a reina aumentó la proyección de Fawzia (fue cuando acabó en la portada de Time, como la Venus de Asia de piel muy pálida pero fulgurantes ojos azules bla bla bla), pero no la hizo ni un ápice más feliz, quizá al contrario. Todavía se la echaba en cara que su dominio del persa dejaba mucho que desear y la presión por lograr sucesión masculina, por ejemplo, es evidente que tuvo que hacerse más constante e intensa.

Probablemente, la infelicidad de Fawzia, que tenía que ser conocida en su familia de origen, influía en la absoluta reticencia de la hermana que la seguía en edad, Faiza, a casarse con algún otro príncipe de las dinastías musulmanas. En su momento, se habían barajado opciones como el rey Faisal II de Irak o un hijo del emir hachemita de Jordania, pero fueron opciones que se quedaron flotando en el aire. Aquí unas fotos de la bonita Fazia, que no llegaba al nivel de Fawzia pero casi:





Sin duda, envidiaba más Fawzia la suerte de Fazia porque ésta seguía viviendo en Egipto, en una corte más suntuosa y brillante en todos los aspectos que la iraní. Fawzia debió sumirse cada vez más en una depresión que requirió la asistencia de un psiquiatra estadounidense, aunque, de cara a la galería, se trataba de dar la imagen de que la egipcia padecía dificultades de adaptación a la climatología iraní. Un poco al estilo Sissi, en esto...