Madre mía los comentarios del chat en directo.
La cumbre ha ido genial, además habrá dos miembros más en la OTAN, ha lanzado una parte de España al mundo y los Reyes han representado su papel de 10. Pero, en honor a la verdad, para los que nos leen desde fuera, muchos madrileños no están tan, tan contentos. Salvo la Presidenta Ayuso y el Alcalde Almeida, claro. Y otros que no son madrileños, pues tampoco.
El centro de la ciudad lleva bloqueado desde el lunes. Eso no es muy cómodo para el que tiene que ir a trabajar. Aunque deben entender, en mi opinión, que las delegaciones se están dejando buenos dineros. Y eso, al final, repercute en todos los madrileños.
También ha habido protestas, aunque parecían de verdaderos trasnochados, anclados en los 80 con el OTAN no, OTAN no de antaño.
Y también ha habido críticas por el despliegue exhibido, el elevado coste de la organización del evento con la que nos está cayendo -más algunas cositas graves que han pasado estos días-, añadido a unas para mi sorprendentes críticas hacia las agendas paralelas de los acompañantes.
Entienden el papel de cada uno, pero opinan que serían perfectamente prescindibles ya que las actividades relacionadas con los acompañantes van dirigidas a dulcificar la cumbre en sí. Cuestan dinero, más seguridad, etc.
Más o menos esto es lo que se ha venido comentando estos días en las tertulias políticas de diversa índole. Quizás, después de ver el resultado final, cambien de opinión porque los españoles somos así. Nos gusta criticar, aunque sea con motivo de orgullo. Criticamos lo nuestro pero ay de aquel foráneo que se atreva a hacerlo.
Para mí ha sido un sí rotundo. Magnífico. Hacía mucho que necesitábamos volver a sentirnos bien, orgullosos, entretenidos incluso. Más después de la pandemia. Mañana, seguramente la carroza vuelva a convertirse en calabaza y hasta la próxima. La cumbre no tapa que estamos como estamos, que son tiempos adversos y que la gente está preocupada.