EL PALACIO DEL MARQUÉS DE CASTRO SERNA (1882-1907)Ya sabemos que el constructor del último palacio de la cuesta de la Vega, habitado luego por los infantes Mª Teresa y Fernando, fue el marqués de Castro Serna. Se trata de José Mª de Ulloa y Ortega-Montañés (1839-1905), cabeza de una de las principales casas de Extremadura; una familia que, además de una extraña propensión a las desgracias, poseía también una de las mejores colecciones de Arte de la España decimonónica. Igual es una tontería, pero yo no descartaría que esa colección, que rondaba las 800 obras, fuera el motivo de que el marqués se mudara al viejo palacio de Benavente-Osuna en la cuesta de la Vega. Lo digo porque, según referencias, parece ser que se hizo con la propiedad del inmueble en 1882, aunque no debió comenzar a habitarlo hasta 1884. Precisamente en 1882 había muerto su hermano mayor, Gonzalo Mª, conde de Adanero, que es quien formó la mencionada colección, siendo José María su único heredero. Se me ocurre que el hermano, al recibir tan incómoda herencia (incómoda por lo de buscarle acomodo, no por otra cosa), decidiera buscar una residencia lo suficientemente amplia y que reuniera las condiciones necesarias para poder instalar adecuadamente la colección, que por cierto se unía a su propia colección de 14 tapices, que también requerirían, imagino, amplios espacios. Esos dos años hasta que comenzó a habitar el palacio pudieron ser de reformas y acondicionamiento del inmueble.
Ya tenemos al marqués instalado en el nº 5 de la cuesta de la Vega, con su mujer, Concepción Calderón, sus hijos, Gonzalo Mª (que, por renuncia paterna, heredó directamente el condado de Adanero al morir su tío), Carolina, Ramona y Matilde; y chorrocientos cuadros y tapices... Por no hablar de los inquilinos, que también tenía unos cuantos...
Va acabando el siglo y es inminente la drástica transformación del entorno urbano del palacio. Esto no fue cosa de la noche a la mañana, se venía gestando a lo largo del siglo XIX: la reforma de la cuesta de la Vega con sus jardines escalonados, la reordenación de la plaza de la Armería con la construcción de la Almudena, el viaducto... Y al fin llegó el momento de prolongar la calle Mayor desde el palacio de los Consejos hasta el palacio de Castro Serna, pero ensanchando la calle y rectificando la alineación.
Así, en el año 1900 se estaba gestionando qué parte del palacio sería necesario expropiar para este fin, que no sería todo, por supuesto, sino solo el cuerpo de fachada, pero imagino que el marqués decidió aprovechar la ocasión para dejarse ya de viejos caserones y construirse un palacio nuevo, más aparente y funcional (hasta ascensor le puso) y de su entero gusto. Aun así, y aunque el palacio fue demolido por completo, no se partió de cero, sino que el nuevo palacio estuvo condicionado por los cimientos del antiguo, que a su vez estaban condicionados, como ya sabemos, por la antigua muralla. De esta forma, la nueva obra se articuló en dos cuerpos, el principal, a lo que a partir de entonces ya sería el final de la calle Mayor, de forma triangular, delimitado por la calle, la medianera con el nuevo palacio de Malpica y la muralla. Y el lateral, a lo que a partir de entonces sería el principio de la cuesta de la Vega, a un nivel inferior, de forma cuadrangular, que seguía ocupando exactamente el solar de la antigua Casa Chica de Osuna y de hecho incluso tenía la misma articulación de vanos y el mismo patio interior (si no fuera porque las fotos evidencian que la Casa Chica también fue demolida, parecería que se trataba del mismo edificio). Este cuerpo, como antes, limitaba con la muralla, la cuesta y el jardín del palacio. Bajo los cimientos de este nuevo palacio, aún se conservan restos del palacio de Benavente-Osuna; son los restos en el subsuelo que estuvieron durante muchos años a la vista desde la calle Mayor y que hoy están colmatados hasta el nivel de la calle, de manera que esos arranques que hoy se ven ya pertenecen al palacio nuevo... Espero estar explicándome bien y no estar enrollándome en detalles demasiado prolijos que quizá solo a mí me interesan...
Este nuevo palacio de Castro Serna ya tenía la numeración de 99 y 101 de la calle Mayor y es el que, a la vuelta de unos años, fue comprado para residencia de los infantes. Todo indica que el marqués tuvo muy en cuenta su colección a la hora de proyectar su nueva residencia, pues a su muerte en 1905 los cuadros estaban repartidos de forma perfectamente ordenada entre 23 de las salas del palacio con un criterio casi museográfico. El inventario de bienes incluía también los tapices mencionados, así como una biblioteca de casi 7000 volúmenes y unos 450 objetos suntuarios (muebles, esculturas, cerámicas, etc.). Pero la muerte del marqués significó el fin de la colección Adanero-Castro Serna, al ser dividida entre todos los herederos, y también la enajenación del palacio, que fue puesto en venta al año siguiente.
Antes que Mª Teresa y Fernando, Carlos Tancredo también se interesó por el palacio, pero por lo visto le pareció caro. En junio de 1907 los infantes visitaron el palacio y en seguida la prensa comenzó a especular. Para el mes siguiente ya se daba por seguro que las gestiones estaban avanzadas, afirmándose que por ser menores algunos de los herederos del marqués aún no se podía otorgar escritura, por lo que los infantes tendrían que habitar el palacio de alquiler durante un tiempo. En cualquier caso, ese verano comenzaron las obras de reforma, a cargo de los arquitectos Landecho y Gallego y con 250 operarios, para reformar, redistribuir, redecorar, etc. pero aunque estaba previsto que acabaran en octubre, se retrasaron hasta principios de 1908, mudándose los infantes finalmente en el mes de febrero.
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merece la pena en este asqueroso mundo"
(R. Trecet)