Tanta perfección que siempre usa ropa que le hace bultos donde no debe, ésta vio "The Devil Wears Prada" y se cree que el divismo es eso, así le va, ella sabe todo y por eso siempre sale cual si le hubieran prestado ropa y no utilizara vestidos que salen fortuna, de diseñador.

Lo de los mensajes... la escuché a Megyn Kelly que los "atiende" seguido y creo lo mismo, con Catherine ya no se toleraban para la boda. No había forma, es el tono de alguien cordial pero que pone distancia y deja todo por escrito, es más, la podría haber llamado para eso, el mensaje es de alguien que no quiere hablar. Mismo podría haber enviado a su asistente a que pida esto, si llegó al mensaje es porque hubo algo previo. Gran parte del bofe de SEGUNDÓN lo escribió Meghan, Harry a duras penas sabe leer y escribir, está casi dictado en segmentos, y queda mal, sin parar, como siempre.

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Bueno, to be fair y esas cosas: no es ningún secreto que a mí me gusta mucho Kate y que no me agrada Meghan, pero en esta escena no entiendo tampoco la actitud de Kate. ¿Qué quería que hiciese Meghan con un vestido que le íba grande a Charlotte? La única opción es, pienso, la que indica Meghan: que lleven a la niña, con el dichoso vestido, al sastre que está plenamente disponible para realizar todos los ajustes. Otra cosa no va a hacer.
Supongo que cuando Kate dice que habría que rehacerlos es porque, al margen de que el vestido no le vaya bien a Charlotte, le parece una creación más fea que un calcetín viejo con agujeros y sudado. Supongo. Pero es obvio que Meghan no piensa encargar otro diseño y su correspondiente confección a cuatro días de la boda. Ella considera que los ajustes que realice el sastre son más que suficientes...y ella es la novia. Comprendo que a Kate le parezcan un espanto, pero es lo que hay. No veo más tela que cortar ahí (sí, perdón, es un chiste muy malo).
La idea que a mí me sobrevuela es que Kate a partir de ese instante se desentiende del asunto. No creo que llevase a Charlotte al sastre, a tenor de cómo lucía la niña en el día D.

En la edición en español de Spare, tal y como se relata, las cuñadas no se mensajean sino que hablan, no especifica si por teléfono o cara a cara. Mejor dicho: hay un primer breve cruce de mensajes y Harry precisa que, como no ha sido suficiente, "buscaron una hora para hablar esa misma tarde".

Esto es elucubrar por completo, pero poco tiempo antes se había casado Pippa y Charlotte había sido una de las damitas de su tía materna. Es posiblr que, de alguna manera, Kate se estuviese resintiendo por haber tenido más digamos control del proceso de creación de vestuario de pajes y damas en la boda de Pippa, en la que el resultado fue claramente superior. Esto es una pájara mental mía, en todo caso.

Minnie, muchas gracias por compartir el destripe. Yo no tengo el suficiente valor para sumergirme en el libro.

Lo que queda claro es que los modistos eran tirando a malos. Sabba ya captó en su día que algo pasaba con el vestidito de Charlotte. Aquí tenemos la prueba de que tiene ojo de Halcón.

Se juntaron, quizás, la perfección de Catalina (y María Teresa) con el estrés de la novia. Todo según la versión de Harold, que ya sabemos que puede variar.

Hay otro episodio que recoge la prensa británica, sobre los comentarios hacia las hormonas de Catalina y como esta última le hace ver a su cuñada que cree merecer unas disculpas por su parte. Eso, quizás, sea lo que peor parada le deje en el duelo de las duquesas.

De nada, Clara. A falta de un Diario inédito de Bianca Cappello, ha tocado Harry...jajaja.

Ay, las hormonas...

Por lo visto, durante los preparativos de esa boda, que debieron ser súper estresantes para Meghan, Kate y ella sosruvieron una charla sobre cuál sería el momento más apropiado para realizar ensayos previos. En un momento dado de la conversación, quedó en evidencia que Kate había olvidado algo, no se especifica el qué, acordado previamente. Meghan le dijo que era cosa del baby brain, o sea, esos momentos de desmemoria que acompañan a embarazadas y recién paridas (concuerda en tiempos con la llegada al mundo de nuestro querido Louis).

Meghan no le dió importancia. Quizá desde su punto de vista, fue un comentario de esos que pretenden transmitir sororidad y restarle importancia al olvido. Pero Kate se lo tomó mal, porque no había suficiente confianza entre ellas para esa alusión a su posible revuelto hormonal.

En todo caso, eso aflora en junio de 2018. Harry y Meghan acaban de volver de su honeymoon. Son conscientes desde hace un tiempo de que hay una tensión creciente con Willy y Kate, así que...quedan lo cuatro para tomar el té en la vivienda de los Cambridge.

La cosa ya empieza con Harry y Meghan flipados por la muy exquisita, y se intuye que carísima, decoración en la residencia de los Cambridge. Ellos acaban de decorar sus estancias tirando de Ikea y de la tarjeta de Meghan, dice Harry, lo cual me tiene a mí fascinada. Meghan -según Harry- toma la iniciativa de señalar que ella nota tensiones y que aunque desconoce el origen, ha considerado que puede ser que ella, por desconocimiento pero sin mala intención, haya cometido errores y, si es así, por favor le digan para poder corregir. A prtir de ahí salen a relucir distintos trapos sucios, incluyendo aquel comentario sobre las hormonas revueltas de Kate.

Efectivamente así fue Clara.

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¡El mismo día de la boda, nada más verlas aparecer!

Gracias Minnie.

Pues tiene pinta que las cositas se fueron acumulando. Algo de aquí, algo de allá, el estrés de un evento, una mala contestación, los trabajadores dimitiendo y yendo a William con quejas. Todo empezó a crecer hasta que explotó y acabó con Haroldo sobre el bebedero del perro. Y con una dulce Catalina que no puede ni verlos. Para que esa mujer acabe así, con lo agradable que parece...

Lo de los muebles de Ikea y dejar caer que los Gales son más bien opulentos... Tiene guasa que lo diga el que hizo gastar un dineral en reformar casas que habitó cuatro días. Más guasa tiene sabiendo que viven en Montecito, que se mueven en jets privados, que montaron un baby shower de celebrity o que se cubren con mantas de Hermés. Pero bueno, otra muestra del y tú más.

Me aventuraría a decir, que Haroldo desconoce, también, que los Windsor disponen de un pedazo de store de muebles antiguos, obras de arte y piezas decorativas a lo Patrimonio Nacional, y que este está a disposición de quien quiera amueblar su apartamento palaciego o cottage. En fin, que él quiere que creamos que lo suyo fue de Ikea (que menos que comprar algo cuando les dan casa gratis) y lo de los Gales es de exlusivos anticuarios, todo carísimo, de primer nivel no del trastero real.

Yo pagaría por unas Memorias de mi condesa de Wessex. Igual que Felipe era el duque de Octavius, reivindico que Sofía es mi condesa.

Por otra parte...leído Spare, a mí lo que me queda claro es que Harry tiene una vinculación muy tóxica a Guillermo. Mucho yo amo a mi hermano Willy, pero realmente el libro le sirve para clavarle puñales a tutiplen. También le tira alguna a Carlos, pero menos. Y a Camilla porque la acusa de usar a su equipo de prensa para mejorar su propia imagen cueste lo que cueste, aunque eso suponga filtraciones nada agradables sobre los Cambridge o los Sussex. Hay un momento concreto del libro en que Harry apunta directamente al staff de su padre y madrastra por haber filtrado cosillas que les perjudican a Meghan y a él solo por proteger a Tom Parker-Bowles, de quien dice textualmente que había estado "pendoneando por Londres".

Yo no sé si Camilla es un poco "bruja" en ese sentido, pero sí veo que Harry es lo que yo denomino un cansaalmas. Meghan y él son dos mirlos blancos y el resto se dedican a tirarles barro porque, claro, son taaaaaan maravillosos que pueden rebajar la popularidad de los demás etc etc. Verdaderamente, Chelsy (Chels la llama Harry) y Cressida se libraron de un bueno para nada.

En relación al apartamento opulento de los Cambridge en comparación con la lámpara de Ikea, creo que Harold olvida que su hermano y su cuñada llevaban años casados y "montando la casa." Todo el mundo que se va a vivir por su cuenta, con pareja o no, empieza con menaje de Ikea, sofás heredados de parientes o muebles descartados por amigos y va comprando poco a poco, según sus posibilidades, lo que encuentra y lo que le gusta. Dudo mucho que el apartamento de los Cambridge en Kensington luciese tan perfecto desde el primer año, incluso con los muebles de patrimonio, la decoración se pule con el tiempo.

Pero ¿qué va a saber Harold de la vida real?

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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.