Que bien han retratado a los Al-Fayed en The Crown. No las tenía todas conmigo porque se han dejado muchísimas cosas sobre Diana en el tintero, pero los han presentado como lo que eran: unos arribistas que utilizaron a una mujer como si fuera un trofeo. Les ha faltado el coche de caballos de Harrods llegando a Kensington, anunciado a bombo y platillo ante la prensa. Nada mejor que esa imagen para retratar lo que supuso aquella relación.
Los fans de Diana tienden a romantizar su relación con Dody, cuando esta no pudo ser más espantosamente precipitada y tóxica. Un tipo que te compra un anillazo tras un mes de relación, recién separado de su anterior prometida... Para fiarse, claro que sí.
Diana fue una mujer que no supo protegerse a sí misma. Este aspecto es muy importante si una quiere ser verdaderamente independiente y fuerte. Tenía un pequeño equipo, incluido su secretario, que se encargaba de paliar esa carencia natural en ella, pero los alejó o salieron de su vida cuando se sentó frente a Martin Bashir. Y si no era ya suficiente, dio con un tipo que tampoco la supo proteger, sino todo lo contrario. Alguien que te quiere, que mira por ti, por resguardar tu privacidad y seguridad, no te lleva de vacaciones al lugar donde hay más paparazzi por m²: Montecarlo, la Costa Azul, París...
Aquello, aquel verano, fue una locura, un despropósito. La serie ha sabido trasmitir la claustrofobia y la ansiedad de esos días. Como se la llevaba de un lugar a otro, pero todos esos lugares eran el centro del mundo. Para que avistasen bien al heredero de Harrods con la Princesa del pueblo. El típico caso en el que la pillarías y le dirías: amiga, date cuenta.