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Aiya escribió: ¿Y ese tal Camilo Villarino de qué pie cojea?, porque personalmente es la primera vez leo su nombre. ¿Quién nombra a los cargos altos de la Casa Real?, el propio Rey o el Gobierno. Según tengo entendido, el rey tiene total libertad para el nombramiento. Yo tampoco le conocía, ha trabajado como jefe de gabinete de cuatro ministros de exteriores: Alfonso Dastis (PP), Josep Borrell (PSOE), Margarita Robles (PSOE, cuando se ocupo temporalmente del ministerio de asuntos exteriores) y Arancha González Laya (PSOE). Ahora estaba trabajando en la UE como jefe de gabinete del Alto Representante de la Unión Europea para los Asuntos Exteriores y la Política de Seguridad (Josep Borrell). Esto ponen en el mundo: https://www.elmundo.es/espana/2024/01/1 ... b457c.html"Hombre de Estado", "servidor público" y "muy trabajador". Alguien "competente y leal". Cuando sus compañeros, sus colegas, sus jefes y subordinados hablan de Camilo Villarino, nombrado jefe de la Casa del Rey, esas son las expresiones que más se repiten. Villarino, hasta hoy jefe del gabinete del alto representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, es un diplomático de carrera con 35 años de experiencia, con varios pasos por Bruselas, Washington o Rabat, los tres destinos principales de la política exterior española. Un funcionario convencido, el único en la historia capaz de ser el responsable del equipo de hasta cuatro ministros de dos partidos diferentes (PP y PSOE). Una persona extremadamente discreta y prudente a la que el incidente con Brahim Ghali, líder del Frente Polisario, le costó el puesto prometido como embajador en Moscú y una (breve) imputación.
Felipe VI lo ha escogido para dar un cambio general, que no de fondo, a su entorno. "Ha sido jefe de gabinete de tres ministros consecutivos, uno del PP y dos socialistas. Eso prueba que es una persona eficiente y fiable. Tiene toda mi confianza. Siento perderle pero hay consideraciones de orden superior", apunta a este diario Borrell.
"Discreción, lealtad y profesionalidad. Yo que fui la cuarta de sus ministros, siempre me gustó que era un tipo profesional, hacía su trabajo y muy bien. Un merecido reconocimiento. Nunca una palabra mala de mis predecesores, nunca meter cizaña y total lealtad, como pude comprobar", resume Arancha González Laya en una charla con este periódico.
"Puede parecer una sorpresa, pero pensándolo bien no puedes encontrar nadie más competente y más leal", coincide otro ex ministro, Alfonso Dastis. "Un funcionario ejemplar, serio, íntegro y muy capaz", añade Pablo García-Berdoy, que fue embajador representante permanente de España ante la Unión Europea y es hoy responsable de Asuntos Públicos para Europa LLYC.
La gente que ha trabajado con él lo define como "discreto, prudente, organizado, buena persona, con temple y con su retranca". En la capital belga ha tenido, como siempre durante su carrera, un perfil bajo, discreto, pero especialmente alejado de los focos y sobre todo de los micrófonos. Alguien muy serio y frugal, "hermético y reservado", pero con cierto humor, servidor del Estado y del país, "patriota y firme defensor de las instituciones", apunta un compañero que destaca cómo ya de adulto hizo cursos de reservista y juró bandera y siempre reservaba parte de sus vacaciones para ir a los ejercicios.
No es un diplomático de partido, tampoco un reformista o un modernizador, así que las virtudes que llevará a la Casa del Rey tienen más que ver con la continuidad, la confianza, la más absoluta discreción y la capacidad de hacer y mantener equipos.
Villarino (Zaragoza, 1964) estudió Derecho y cursó un Máster en Estudios Europeos en el Colegio de Europa de Brujas antes de ingresar en el Servicio Diplomático como funcionario en prácticas en octubre de 1989. Su primer destino en el Exterior fue Croacia (1994-1997) y el segundo, clave en toda su carrera, Bruselas. Llegó en 1997 como consejero en la Representación Permanente de España ante la Unión Europea y se convirtió en Antici, la mano derecha del embajador principal.
Después llegaría a Washington, y Rabat, pero su puesto en la Unidad de Asuntos Institucionales de la Unión Europea en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Madrid (2002-2008) sería decisivo con el tiempo. Allí formó parte y encabezó el grupo técnico encargado de las negociaciones sobre los nuevos Tratados de la Unión Europea y del debate sobre el futuro de Europa, y conoció, trató y se hizo amigo de uno de los negociadores españoles, el diplomático Alfonso Dastis, que acabaría como ministro de Mariano Rajoy y quien lo convirtió en su jefe de gabinete.
Lo que ocurrió después no tiene precedentes. Tras la moción de censura, Dastis recomendó a Borrell que se quedara con Villarino y el catalán no sólo le hizo caso, sino que repitió la recomendación a Margarita Robles durante el breve periodo de transición y a Arancha González Laya, que lo mantuvieron. La autorización para que Gahli se tratara de su enfermedad en España, las protestas de Marruecos y la gestión del Gobierno le acabaron costando el puesto a la ministra González Laya y al propio Villarino, que además fue doblemente penalizado, imputado y forzado a declarar ante un juez.
Tras cinco años en un puesto de máxima responsabilidad, es normal que un jefe de gabinete acabe en una buena embajada. Él había obtenido la de Moscú y España había pedido el plácet a Rusia, pero tras la polémica con Rabat el ministro Albares, con el que había chocado reiteradamente cuando éste era el asesor principal de política internacional de Pedro Sánchez en Moncloa, decidió retirarlo y apartar a Villarino, que "hizo pasillo" durante unos meses en el Ministerio. Nunca hubo una queja pública, una palabra más alta que otra. Estaba dolido, se sintió víctima de un trato más que injusto, pero mantuvo la compostura. "Albares debe de ser el único compañero que hoy no se alegra por él", dice un diplomático en activo.
Josep Borrell acudió a su rescate entonces. Más que satisfecho de sus años juntos, lo llamó a Bruselas. Llegó primero como asesor en su gabinete, formándose durante ocho meses antes de suceder a Pedro Serrano (embajador ahora de la UE en Londres) como responsable del gabinete. Durante ese periodo, Villarino hizo un segundo máster, esta vez interno. Con reuniones regulares con veteranos de las instituciones para que le enseñaran a navegar y manejarse en el complicado y endogámico mundo de la Comisión y la burbuja comunitaria. Y en octubre de 2022 asumió el puesto, que deja ahora tras 16 meses.
"Es alguien con sentido del humor. Con nervios de acero. Un estoico en el mejor sentido. Una persona de gran cultura que hace equipo. Perfecto para el puesto", explica alguien que trabajo desde Bruselas con él, pero en los años que estaba en el ministerio. Coordinando no sólo la política que afecta a la UE, sino también lo que tenía que ver con la crisis de Cataluña, el mayor desafío diplomático de la última década.
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