DISCURSO DE SU MAJESTAD EL REY EN EL BANQUETE DE ESTADO EN HONOR DEL EMPERADOR NARUHITO
Majestades,
Mi esposa y yo estamos encantados de poder darles la bienvenida al Palacio de Buckingham esta noche. EI-KOKU NI O-KAERI NASAI. [Bienvenidos a Gran Bretaña].
Sus Majestades, la nuestra es una asociación con raíces profundas. Durante más de cuatrocientos años, nuestras naciones se han inspirado mutuamente, aprendiendo de la experiencia de la otra y enriqueciendo nuestras industrias, cocinas y culturas con elementos prestados y compartidos. Incluso nuestras aficiones tienen raíces comunes, pues fueron escaladores ingleses como Walter Weston a finales del siglo XIX, embelesados por los paisajes japoneses que encontraron, quienes ayudaron a introducir el montañismo recreativo en Japón. Se trata de una pasión que tantos británicos y japoneses tienen ahora en común, sobre todo, a nivel individual, Su Majestad y yo mismo.
El núcleo de nuestra asociación es una estrecha amistad, basada en la comprensión mutua de la importancia de las normas internacionales y las instituciones mundiales, forjada a partir de las lecciones de la historia, incluidos sus años más oscuros. Hoy, cuando nos enfrentamos a un mundo en el que estos principios se ven cada vez más desafiados, nuestros valores compartidos de libertad, democracia y Estado de Derecho son más importantes que nunca.
Nuestra asociación también sigue creciendo y floreciendo, brotando y ramificándose. Compartimos un vínculo que nos diferencia de tantos otros, al ser ambas naciones insulares cuyo avance se ha basado especialmente en nuestra capacidad para adaptarnos y crear nuevas soluciones para la sociedad a través del poder de la colaboración y la innovación. De hecho, creo que nuestros pueblos también comparten el entendimiento de cómo la tradición y la innovación pueden trabajar juntas para fortalecerse mutuamente y fortalecer el futuro hacia el que trabajamos.
Pude ver algo de esto en mi primera visita a Japón en 1970, cuando visité la primera Exposición Universal japonesa en Osaka. Cuando tenía veintiún años, las innovaciones que vi me dejaron una impresión duradera del poder de combinar las tradiciones de las civilizaciones orientales y occidentales, junto con el progreso de la ciencia y la tecnología en beneficio de todos.
Mis otras cuatro visitas a Japón desde entonces, y mis contactos con sus gentes y empresas a lo largo de los años, me llevan a creer que los impresionantes vínculos forjados entre nuestras economías y nuestras empresas se han basado en esos mismos ideales. En los últimos cincuenta años, los inversores japoneses han contribuido enormemente a la economía del Reino Unido. Nuestro país ha proporcionado un hogar en el que me enorgullece decir que estas empresas han prosperado, al tiempo que un número creciente de empresas británicas han sido acogidas en Japón.
Nuestros talentosos científicos también colaboran en la investigación y la tecnología para ayudar a abordar algunos de los retos más acuciantes a los que se enfrenta nuestro planeta. Nunca se insistirá lo suficiente en la gravedad y urgencia de las crisis climática y de la Naturaleza a las que nos enfrentamos; nuestra generación le debe a las siguientes el afrontarlas con vigor, determinación y creatividad. Frente a la historia de profundo respeto tradicional por la Naturaleza en nuestras dos culturas, el sector privado tiene un papel clave que desempeñar. Por eso me complace tanto que las empresas británicas y japonesas estén a la vanguardia de la creación de iniciativas prácticas y financiables, y que los investigadores británicos y japoneses, que trabajan para comprender y proteger la Tierra, sigan recibiendo honores a través del Premio Planeta Azul y el Premio Japón.
Además, sé que nuestros dos países colaboran cada vez más estrechamente para garantizar nuestra seguridad común. Nuestras Fuerzas Armadas se ejercitan y comparten conocimientos a gran nivel, como corresponde a dos potencias con un compromiso duradero con la paz y la seguridad mundiales. Desde la energía y el medio ambiente hasta las cadenas de suministro y los semiconductores; desde la ciberseguridad y el suministro sostenible de alimentos hasta la colaboración industrial en materia de defensa, nuestros gobiernos trabajan juntos para ofrecer un mundo estable a las generaciones futuras.
Todos estos esfuerzos compartidos se ven respaldados por los duraderos lazos que unen a nuestros pueblos más allá de la geografía, y esto no sólo significa lo mucho que nos gusta tomar el té y hablar del tiempo.
Majestades, tuve el enorme privilegio de dirigirme a la Dieta hace casi cuarenta años. En aquel discurso, expresé mi profunda esperanza de que nuestros países intercambiaran más de nuestras culturas y, al hacerlo, enriquecieran nuestra creatividad. No puedo expresarles lo alentador que ha sido para mí ver cómo el notable conjunto de intercambios y coproducciones culturales entre nuestros países se fortalece cada vez más. Hoy mismo, ciento treinta miembros de la Royal
Opera House han actuado en Japón, en el Kanagawa Kenmin Hall, dirigidos por Sir Antonio Pappano. Y mientras los dibujos animados de Studio Ghibli siguen deleitando al público de todo el mundo, con la maravillosa "El niño y la garza" de Hayao Miyazaki, ganadora de un Oscar a principios de este año, el Coliseo de Londres se llena esta noche para asistir a una producción escénica de "Spirited Away".
Igualmente, ha sido un placer conocer las historias británicas que se esconden tras ciertos iconos culturales japoneses. Permítanme mencionar a una persona que cumple cincuenta años este año, criada en un suburbio londinense con su hermana gemela, empresaria hecha a sí misma con miles de millones de dólares y, además, embajadora de la U.N.I.C.E.F. para la infancia. Así que sólo puedo desear un feliz cumpleaños a... ¡Hello Kitty!
Un número cada vez mayor de nuestros jóvenes vive, trabaja y estudia en instituciones de categoría mundial en el país del otro. Es un honor para nosotros que tantos miembros de la Familia Imperial, entre ellos Sus Majestades, hayan elegido estudiar en universidades británicas. Sé por el fascinante relato de Su Majestad sobre sus experiencias en Oxford -así como por mis recuerdos del tiempo que pasamos juntos en la ópera y pescando con mosca- que estas oportunidades de pasar tiempo en el extranjero crean amistades y recuerdos para toda la vida. Sólo lamento informarles de que no he tenido mejor suerte en mis intentos más recientes de pescar; la frase de Pokémon "hay que atraparlos a todos" puede resonar entre mis nietos, pero para mí es, quizás, ¡una aspiración...!
Majestades, en 1613, Tokugawa Ieyasu escribió a mi antepasado, el rey James I: "Aunque separados por diez mil leguas de nubes y olas, nuestros territorios están como cerca el uno del otro". Más de cuatrocientos años después, ese sentimiento sigue siendo el núcleo de nuestra amistad.
Por ello, con gran afecto y optimismo, propongo un brindis por Sus Majestades y el pueblo japonés, y por los próximos cuatrocientos años de relaciones británico-japonesas. ¡KAN-PAI! [¡Salud!]