Registrado: 25 Mar 2008 15:26 Mensajes: 1399 Ubicación: España
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Bueno, traslado aquí alguno de los libros que puse en el foro de reunión.
Los Borbones.
Imágenes para la historia de una familia real
Autor: Luis María Ansón
"Los Borbones. Imágenes para la historia de una familia real" es la memoria fotográfica de la dinastía reinante en España. Desde Alfonso XII hasta el rey Juan Carlos I, este libro recorre más de ciento cincuenta años de la familia real española. Se trata tanto de una exposición gráfica de la vida de los reyes como de una historia de la fotografía de nuestro país.
El destierro de Isabel II, la fascinación de Alfonso XII por la caza, la trágica y agónica muerte de la reina María de las Mercedes, la sobria vida de la regente María Cristina, la pasión de Alfonso XIII por el tenis, la vela y la hípica, el viaje de novios alrededor del mundo de Don Juan y Doña María de las Mercedes o la educación civil y militar de Juan Carlos I son algunos de los temas reflejados en las fotografías, además de imágenes de los acontecimientos más importantes de su tiempo –compartidos con los personajes más relevantes de la época– en los que han sido protagonistas los monarcas españoles.
Luis María Anson ha escrito una valiosa y amplia introducción que permitirá al lector entrar en la historia de una familia de reyes, pero también una saga humana con todas las luces y sombras de cualquier dinastía. Pocos autores como él han disfrutado del privilegio de la cercanía y la confianza de esta familia para poder escribir un texto que ofrece las mejores claves de interpretación de la dinastía de los Borbones.
La selección gráfica, que se ha realizado durante más de un año de trabajo por parte del equipo de documentación, se acompaña de los textos escritos por Ricardo Mateos, el mejor especialista español en el estudio de la realeza.
Como en la obra de Salvador de Madariaga, sería apasionante que salieran todos (los Borbones) de sus sarcófagos del Panteón de Reyes, incorporando a Fernando VI, claro, y escucharles hablar sobre la Historia de España, como lo hacen para el lector inteligente desde las fotografías de este libro sugerente e interesantísimo.
LUIS MARÍA ANSON de la Real Academia Española
Os pongo la primera página para ver si os pica el gusanillo.
IMAGEN DE LOS ÚLTIMOS BORBONES Luis María Anson Prólogo
Ninguno de los dos Borbones españoles más capaces e inteligentes —Juan III, de la línea legítima, y Carlos VII, de la carlista— fueron reyes de hecho. La Historia se escribe muchas veces con renglones torcidos. Don Juan fue Rey en la sombra a lo largo de toda la dictadura de Franco y su política y su posición resultaron decisivas para que su hijo Juan Carlos pudiera construir la Monarquía constitucional, la Monarquía de todos, que era la contraria a la que el dictador instauró en los Principios Fundamentales del Movimiento Nacional. Don Carlos llegó a reinar en una parte de España —las provincias vascongadas y Navarra—, estableció su corte en Estella y, derrotado por el Ejército alfonsino, cruzó la frontera anunciando el célebre «Volveré» de las esperanzas tradicionalistas. En aquella tercera y última guerra carlista, el pretendiente estuvo a punto de apresar a Alfonso XII. «En Lácar, chiquillo, te viste en un tris. Si Don Carlos te da con la bota, como una pelota te planta en París». El verso popular reflejaba la incertidumbre de aquella contienda, superada gracias a la inteligencia de Cánovas del Castillo, que, frente al tradicionalismo católico contrarreformista, estableció un sistema constitucional de carácter liberal que, comparativamente a la época, se alineó entre los más progresistas del mundo.
ISABEL II
La historia gráfica de los Borbones de España empieza obligadamente con Isabel II, la bisabuela de Don Juan, puesto que los balbuceos de la fotografía se producen durante el reinado de aquella mujer de alegres y tristes destinos. Daguerre, al realizar los primeros retratos en la corte española, fotografió, por cierto, un cuadro singular de Palmaroli, hoy perdido, en el que el artista de Zarzalejos pintó la momia de Carlos I de España y V de Alemania cuando por una serie de circunstancias fue abierto su sarcófago del Panteón de Reyes del Monasterio de El Escorial. El Emperador estaba asombrosamente incorrupto. Pedro Antonio de Alarcón da fe de ello al narrar uno de los pasajes más sorprendentes de la historia escurialense.
Sólo tenía dos años Isabel II cuando su padre Fernando VII, muy enfermo, presionado por los partidarios de Carlos María Isidro, firmó un codicilo derogando la Pragmática Sanción, lo que excluía del trono a su hija. Fueron los «sucesos de La Granja», minuciosamente estudiados por Suárez Verdaguer y que a mí me explicó en Irún la Infanta Eulalia, tal y como se los contó su madre Isabel II y su abuela la Reina María Cristina, cuarta esposa de Fernando VII. Unos meses después, el Rey, parcialmente recuperado, desbarató la maniobra de su hermano Carlos y nombró Princesa de Asturias a su hija.
A los tres años, Isabel II se convirtió en Reina de España. Sus primeras vivencias políticas fueron las noticias de la guerra desencadenada por su tío Carlos V de los carlistas.
A los trece años, Isabel II fue declarada mayor de edad. A los dieciséis, la casaron, chiquita y bonita, con su primo Francisco de Asís. Doce embarazos jalonaron su vida, con dos abortos y diez hijos nacidos, muertos varios de ellos en los primeros días.
Tenía la Reina siete años cuando el general Baldomero Espartero, tras el «abrazo de Vergara» que liquidó la primera guerra carlista de seis años, desplazó de la Regencia a su madre la Reina María Cristina de Nápoles. Cea Bermúdez, Martínez de la Rosa, Toreno, Mendizábal, el propio Espartero varias veces, Narváez también varias veces, Bravo Murillo, O’Donnell, desfilaron por la Presidencia del Gobierno durante un reinado especialmente convulso, triturado además por dos guerras civiles.
¿Qué se puede reprochar a una Reina mayor de edad a los trece años, juguete durante mucho tiempo de unos políticos deleznables que sólo querían mandar al margen del bien común? Dicen que el general Narváez, enfermo de muerte, confesó todos sus pecados y, al terminar, le dijo al cura: «La única cosa que no puedo hacer es perdonar a mis enemigos porque no tengo ni uno. Los he fusilado a todos».
Ciertamente, a Isabel II la adornan cualidades indudables junto a terribles defectos. España se alineaba todavía entre las cinco grandes potencias del mundo y conservaba una parte de su Imperio colonial, desde Cuba, en el Atlántico, a Filipinas, en el Pacífico. La Reina era una niña de sexo tumultuoso cuando empezó a ejercer sus funciones. Se equivocó y la equivocaron. La correspondencia que desde el exilio mantuvo con Cánovas del Castillo, y que publicó Melchor Fernández Almagro, demuestra su clara inteligencia y su agudeza política. Aunque a remolque de Francia, España se modernizó con la incorporación del ferrocarril, la electricidad y varias Constituciones entre las más avanzadas de Europa. Isabel II no fue capaz de evitar ni dictaduras circunstanciales ni gobiernos inestables. La descomposición política, unida a la mofa popular por sus veleidades sexuales, la condujeron al exilio, el mismo exilio que conoció su padre Fernando VII y su abuelo Carlos IV. La «Revolución Gloriosa» terminó con ella. La Reina disoluta, tan lejos de la austeridad de Victoria de Inglaterra, no pudo superar la presión popular. Acentuada por infinidad de textos periodísticos y literarios, entre los que destacará siempre el panfleto terrible de los hermanos Bécquer.
El balance del reinado de Isabel II no es positivo pero tampoco se puede instalar en la catástrofe, según la propaganda antimonárquica de la dictadura franquista. Floreció la cultura, sobre todo la ópera, impulsada por la propia Reina. El sistema de libertades públicas cedía muy poco frente a los más avanzados de la época y la nación mantuvo su rango entre las potencias. Una clase política egoísta y despreciable fue incapaz de poner orden en la vida española, se batió torpemente contra el acoso carlista, cedió parcelas clave a la masonería y se lavó las manos ante la miseria de sectores muy amplios del pueblo. Isabel II no fue capaz de embridar a su clase política, perdió por muy tórpidas actuaciones el favor del pueblo y por eso tomó con tristeza el camino del exilio. En él maduró. Fue una excelente reina destronada, sobre todo cuando comprendió que Cánovas tenía razón, y ante el desastre de los gobiernos provisionales, del reinado de Amadeo de Saboya impuesto por el general masón Prim y de la catástrofe de la I República, decidió abdicar en su hijo Alfonso XII, un muchacho adolescente, convertido en la esperanza de España gracias a la sabiduría de Cánovas del Castillo, el mejor político del siglo XIX español, como Felipe González lo fue del siglo XX.
[…]
Luis María ANSON de la Real Academia Española
Fotos publicadas en "elcultural.es":
Alfonso XII y el príncipe de Gales en Alemania
La familia real de caza
Capilla ardiente de la reina Maria de las Mercedes
Alfonso XIII en clases de equitación
Alfonso XIII haciendo gimnasia en La Magdalena con sus hijos
Juanito
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