jane escribió:
Creo que debo postearlo aqui, pero si pensais que podemos debatirlo en otro lado, pues a vuestras órdenes...Me gustaría comentar acerca de la escalada de la guerra contra la princesa de los medios, de algunos medios...pero son los más populacheros y donde menos se tiende a usar la cabeza para procesar la informacion, tanto por los "desinformadores" como por los "desinformados" que reciben la noticias...
Ha sido alarmante el grado de mala milk, y la intensidad en el desprestigio de la princesa, usando mentiras de forma descarada y sin ningún pudor,...están echando un pulso y quieros preguntaros acerca de ello¿quien saldrá vencedor en este lio?¿creeis que alguien se atreverá a poner límites a la intromisión en la vida más privada de las personas o ganarán los periodistas basura y todo su negocio?¿creeis que alguna voz justa e importante se alzará para defender las libertades individuales por las que tanto se luchó?¿alguna voz cuerda en todo este asunto?¿que deberían hacer los príncipes?
Hola, Jane. Cruzo los dedos para que los constantes cortes de conexión que sufro hoy no me impidan responderte, jajajajajaja.
Planteas una cuestión muy difícil, Jane. Por la propia naturaleza de la institución monárquica, que siempre tiene su base en la continuidad de una familia muy concreta, no creo que haya personajes "más públicos" y "menos privados" que los miembros de la realeza. Incluso antes de nacer, ya son objeto de una enorme atención: todo el mundo juega a adivinar el sexo de la criatura, el nombre que se le impondrá, la identidad de sus padrinos, etc. Su nacimiento es una cuestión pública, con cobertura prime-time. Su bautizo es una cuestión pública. Sus primeros dientes, sus primeros balbuceos e incluso sus primeros pasitos vacilantes son una cuestión pública. La extraordinaria curiosidad que suscitan, por ejemplo, nuestras infantitas es un anticipo de que se pasarán la vida entera "en el candelabro" que diría Sofía Mazagatos. Se puede y se debe intentar evitarles, en la niñez, una sobreexposición mediática, pero, de todas formas, están y estarán "en el punto de mira".
Felipe ha vivido siempre en esa misma tesitura en que se encuentran las niñas. Se le ha visto crecer, pasar de niño a adolescente, de adolescente a mocetón, de mocetón a hombre hecho y derecho. Hemos seguido su paso por el instituto, su año de preuniversitario en un college canadiense, su vuelta a casa para ir a la universidad, su tránsito por el ejército, sus noviazgos, sus rupturas, las especulaciones sobre su eventual matrimonio, su compromiso, su matrimonio. Para cada cosa, un aluvión de noticias mezcladas con un aluvión de rumores y, por supuesto, un sin fín de comentarios. Supongo que uno se acostumbra a esa clase de presión, pero sí pienso que tiene que resultarle más difícil desde el momento en que involucra también a su mujer e hijas.
Respecto a Letizia...la considero una mujer muy fuerte. Sin duda, sabía en lo que se metía cuando formalizó su relación con el príncipe, porque era una chica de a pié que había estudiado periodismo y ejercía de periodista; no creo que no tuviese muy claro, desde el principio, que se situaría en el centro de una diana a la que muchos dispararían por puro gusto o por simple rentabilidad. La polémica entorno a Letizia (su trayectoria, su pasado, su familia, etc) no es una polémica surgida de la nada, sino más bien de los intereses de un conjunto de "periodistas", "comentaristas de crónica rosa mezclada con amarillo" y "tertualianos habituales". En Letizia tienen un filón: pueden mezclar muchos elementos en sus comentarios acerca de ella, de forma que susciten un constante rifi-rafe en torno a su persona que, para qué vamos a engañarnos, les proporciona dinerito. Si el rifi-rafe no vendiese, se iría diluyendo rápidamente. Pero el caso es que vende.
¿Qué pueden hacer los príncipes? Aguantar el tirón, no les queda otra. Salvo casos muy extremos, ellos no pueden plantearse demandar intromisiones en sus vidas privadas porque el ámbito de lo público y lo privado se confunde de manera especial en su caso. Tienen que intentar mantenerse por encima de esos cotilleos morbosos que siempre les rodearán, procurando protegerse a sí mismos y a sus hijas al máximo.
Otra cosa es la familia de Letizia. Están expuestos no porque ellos lo eligiesen, sino por su vinculación tan cercana a una futura reina consorte y a una presumible futura reina por derecho propio. Comprendo que debe resultarles terriblemente molesto y agobiante ese grado de presión al que se ven sometidos. Aún así, pienso que, por desgracia, lo único que aflojará la presión es: tomárselo con la mayor naturalidad posible, rezar para que la gente se sature de ellos al punto de que los medios no les tengan tantas ganas y apostar porque el paso del tiempo les deje en un discreto segundo plano.