El paso en falso de Lord Somerset se produjo, como suele suceder, a causa de una mujer a quién Minnie ya nombró anteriormente y que va a dar mucha tela para cortar en este tema, la presentamos de una vez, ella s nada más y nada menos que…
Lady Frances Howard, Condesa de Essex (1590-1633), luego Condesa de Somerset.
No sólo daría el paso en falso de meterse de lleno en un amorío con una dama de muy alta cuna, vedada para sí dados sus oscuros orígenes por ser el hijo menor de un desconocido noble escocés sino que había algo peor… La demana en cuestión, era, para colmo, ¡casada! Semejante lodazal terminaría por saplicar a la mismísima corona… pero vamos de a poco.
La dama en cuestión, como ya les mencioné, era Lady Frances Howard, esposa de Lord Robert Devereux, 3º conde de Essex, con el que contrajo primeras nupcias muy a su pesar por su familia a la tierna edad de 13 años. Como todas las Howard, creció mimada y consentida, lo que derivó también en cierta obstinación y natural impaciencia, dos defectos que una se puede permitir si nace en cuna de oro. Lady Frances era considerada una beldad morena, cautivadora y sumamente atractiva entre tantas damas rubias y pelirrojizas... ¿Les recuerda a alguien? Pista: Hizo caer a una religión entera, ¡exacto! Anne Boleyn.
No sólo se la tenía por una hermosura natural sino que había cierto dejo tenebroso en esta mujer, inquietaba a la par que hipnotizaba. Incluso entre sus enemigos se hablaba de ella con un dejo de temor y gran respeto, se la describió como (…) “una belleza de gran magnitud en el horizonte cortesano”.
Lady Frances, sin embargo, no estaba destinada a jugar el papel de la sumisa esposa y condesa de Essex, yaque puso sus pardos sobre el Conde de Somerset, si fue solamente el encanto del momento o pura ambición, no lo sabremos, inicialmente según sus coetáneos, su necesidad de escalar… no tenía límites.
Lord Somerset no tardaría en caer rendido al poco tiempo en sus brazos. Fue aún más lejos, se enamoró perdidamente. El hecho de que ella fuera una mujer casada era de por sí una contratiempo importante para ambos, así que la dama y su suspirante pretendiente empezaron a plantearse cuáles serían sus planes y estrategias para conseguir la nulidad matrimonial. Porque sí, ese era su fin último.
Existían dos formas, en aquella época, para conseguir el resultado deseado: el primero era probar que su marido era sexualmente impotente con ella (“Maleficium”), el segundo consistía en demostrar que su marido era impotente con cualquier mujer (“Frigiditatem”). Lo más creíble y veraz era ir por la primera opción, esto significa probar que el Conde de Essex nunca consumó el matrimonio por la falta de predisposición hacia su joven cónyuge, lo que en consecuencia se toma por "impotencia sexual". Para asegurar la correcta anulación matrimonial, Lady Frances alegó “Frigiditatem”.
En esta rocambolesca trama, los dos amantes se vieron inmediatamente respaldados por la familia Howard y por el Rey en persona, que se mostraba claramente a favor de esa alianza entre su favorito y el poderoso clan Howard.
El rey Jacobo I iría incluso más lejos, para allanar el camino a los dos amantes, el Rey, no vaciló en ordenar el encarcelamiento de Sir Thomas Overbury, abiertamente opuesto al divorcio de los Condes de Essex, en intimidar, presionar e incluso ¡amenazar! al Comité encargado de investigar el caso y, cuando el resultado amenazaba ser negativo en su veredicto, impuso la presencia de dos obispos en los debates. No era una apuesta menor de ninguna de las partes, como verán.
El resultado es predecible: a su debido tiempo, la anulación matrimonial fue concedida por 7 votos a favor contra 5 en contra, de esta forma, Lord Somerset y Lady Essex se vieron por fin libres para celebrar su matrimonio. En diciembre de 1613, los dos amantes se convirtieron en esposos en una ceremonia oficiada en la Capilla Real de palacio, y los gastos fueron asumidos por el Rey en persona, quien hizo acto de presencia como invitado preferencial.
La caída, y el despertar amargo del feliz sueño, de Lord (y ahora Lady) Somerset se daría apenas dos años después, en 1615.
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"Ma fin est mon commencement,
et mon commencement ma fin".