La película de Visconti no se puede superar y eso es indiscutible. Es genial, perfecta. Esa escena mítica del baile es estéticamente perfecta, no sé si los salones aristocráticos de la Sicilia de finales de XIX fueron así, pero si no lo fueron deberían haberlo sido. Joaquín Sabina decía: "no hay nostalgia peor que añorar aquello que jamás sucedió", pocas frases definen tan bien la película clásica y mi propia personalidad.
Pero si tengo que elegir escena me quedo con dos:
Adoro la escena del rezo familiar, al principio de la peli. Toda la familia arrodillada, guiada por el padre Pirrone. Han descubierto el cadáver del soldado, se oye jaleo fuera. De repente toda la autoridad aristocrática de siglos se condensa y materializa en el gesto del príncipe cerrando la Biblia. No dice nada, no transmite nada directamente, su cara es la de una esfinge, pero todos sabemos (Dios incluido) que el Gatopardo ha dado por finalizado el evento. Cero discusiones, cero explicaciones, solo queda obedecer.
La segunda es la llegada a Donnafugata, toda la familia alineada en sus sitiales privilegiados en la iglesia, cubiertos de polvo, seres de otra época, momias vivas que se resisten a desaparecer ¡cómo se nota que Visconti y Lampedusa sabían de primera mano aquello que relataban!¡qué grandes!
La serie competía con esa perfección. No se trabaja de superarla, ni siquiera de igualarla ¡es imposible!. Tenía que ser sencillamente digna, rellenar algún hueco, no pretender hacer lo mismo de diferente manera. A mí juicio lo ha logrado con creces, dando toques de
modernidad no recogidos en la película. Me encanta la fuerza de Concetta o el sereno amor entre el príncipe y la princesa (la evocación de su esposa en un determinado momento es tremendamente emotiva, para mí).
Esta serie me ha llegado en un momento de desencanto por las producciones de época
modernosas, que me parecen sencillamente repugnantes. No daba un duro cuando me entere de la producción del Gatopardo, de repente vi el trailer y el pulso se me aceleró en cinco pulsaciones, sin volverme loco. Cuando me senté a verla no esperaba gran cosa y creo que esa sensación ha sido decisiva para gustarme tanto.
Pero no compite, insisto. Va en paralelo y complementa.