Los Reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia, y la Reina madre con los XVII Duques del Infantado ( 8 y 9) en Guadalajara.
Palacio del Duque del Infantado en la calle de Don Pedro de Madrid.
Este palacio situado entre la calle de Don Pedro, la plaza de los Carros, y la Carrera de San Francisco, pasó a ser residencia de los XVII Duques del Infantado a partir de 1945.
El palacete de 3.000 metros construidos se encontraba en un solar que en 1758 era comprado por los Duques del Infantado, formando parte de una serie de edificios accesorios de su palacio. En 1882 tras la quiebra de la Casa Osuna-Infantado este edificio salió a subasta. En 1884 era propiedad de Fernán Abella, pasando a sus descendientes. En 1945 los Infantado lo compraron por 780.000 pesetas.
Arcos y chimenea del castillo de La Calahorra en el palacio de la calle de Don Pedro, Madrid.
Infantado trasladó a este palacio varios arcos y elementos decorativos del castillo de La Calahorra, castillo-palacio que había comprado en 1913, evitando que fuese comprado por un norteamericano de oscuras intenciones.
Plano del palacio de la calle de Don Pedro, Madrid.
El palacio fue heredado tras su muerte en 1947 por su hijo Iñigo de Arteaga y Falguera XVIII Duque del Infantado, quien residió habitualmente en el hasta su fallecimiento en Marbella en 1997. Sus hijos vendieron el palacio en 2000. Lo compró la Fundación San Pablo CEU, que tras varios años de uso lo tiene en venta.
Castillo de la Calahorra, Granada.
El castillo de La Calahorra se debe a Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, I Conde del Cid y I Marqués del Cenete. Guadalajara 1466-Valencia 1523. Fue el hijo primogénito del Cardenal Mendoza y Mencía de Lemos. Su hermano Diego Hurtado de Mendoza casado con Ana de la Cerda y Castro, fueron padres de Diego Hurtado de Mendoza, Duque de Francavilla y Príncipe de Mélito, casado con Catalina de Silva fueron padres de la célebre Princesa de Éboli, Ana de Mendoza.
“Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza fue fruto de los amores ilegítimos del Gran Cardenal Pedro González de Mendoza, el “tercer Rey de España”, y de Mencía de Lemos, dama de compañía de la Reina Juana de Portugal. La Reina Isabel, pese a ser muy estricta en cuanto a la moralidad de sus súbditos, perdonó este desliz de su más allegado consejero y puso al niño el sobrenombre de "su más bello pecado”.
Don Rodrigo, cuyo nombre le pusieron sus padres en honor al célebre Cid Campeador, se casó en 1492 en primeras nupcias con Doña Leonor de la Cerda, hija del Duque de Medinacelli. Fruto de este matrimonio tuvieron un único hijo que murió prematuramente.
A la muerte de su padre, en 1495, Don Rodrigo heredó el castillo de La Calahorra.. En 1490, los Reyes Católicos se la regalaron al Cardenal Mendoza por los servicios prestados y su lealtad.
Don Rodrigo tenía fama de mujeriego y su esposa, cansada de sus infidelidades y muy afectada por la muerte de su hijo, murió de agotamiento en 1497.
Tras su viaje a Italia y un frustrado intento de apaño para casarlo con Lucrecia Borgia, conoció a la que sería su segunda esposa María de Fonseca, con la que se casaría a escondidas, a sabiendas sólo de su madre, ya que su padre, Don Alfonso de Fonseca, tenía para ella y en su particular lista de candidatos a uno de sus primos. La reina Isabel, al enterarse, anuló el matrimonio y encerró a Don Rodrigo en el Castillo de Cabezón.
Pero a la muerte de la Reina, año 1504, Don Rodrigo fue liberado por el Rey Felipe el Hermoso, y volvió al intento, sacando a la bella María de Fonseca del convento en donde estaba recluida y se volvieron a casar, ya oficialmente, trasladándose al castillo de La Calahora.
Entre 1509 y 1512, para comodidad de su esposa y de sus dos hijas Mencía y María. Don Rodrigo hizo construir el magnífico palacio renacentista que se sitúa en el interior del castillo. El proyecto se encargó a Lorenzo Vázquez."
Patio y escalera del castillo de La Calahorra, Granada.
“El castillo de La Calahorra se alza sobre una colina a 1.250 msnm que domina visualmente el marquesado del Zenete, en el municipio español de La Calahorra, provincia de Granada.
El edificio fue pionero en la introducción del estilo renacentista en la arquitectura civil española. Sobria mole de carácter militar al exterior, ofrece una equivocada imagen de la distinguida decoración de su interior. Construido en un breve plazo (la decoración se completa en el periodo 1509-1512), para su ejecución se aprovecha parte de la cantería de la fortaleza árabe que se asentaba previamente en el cerro y, para su ornato, se importan de Italia materiales, técnicas y artistas. Desconociéndose en la actualidad la traza original del edificio, la dirección de obras se encarga en un principio al arquitecto segoviano Lorenzo Vázquez que, por desavenencias con el Marqués del Zenete, se traslada al genovés Michele Carlone. Éste trabajaría primero en su taller de Génova, desde donde enviaría los mármoles de Carrara ya labrados al puerto de Almería, para posteriormente ejercer la dirección en el propio castillo para inspeccionar el montaje y el trabajo con materiales locales. La Calahorra es considerada la primera obra de envergadura en la que se documenta el trabajo de artistas italianos en nuestro país, si bien el diferente origen de los autores que labran sus piezas (lombardos, genoveses y carraresis), explica las diferencias estilísticas en la decoración del inmueble, que no obstante exhibe una sorprendente unidad a diferencia del paralelo ejemplo en el castillo de Vélez-Blanco.
En cuanto a su valor histórico, destaca como testimonio de un capítulo fundamental en la historia de la comarca del Zenete en el siglo XVI, mayorazgo fundado por el cardenal Mendoza a favor de su hijo don Rodrigo Díaz de Vivar. Representa un caso anacrónico en una época en la que la monarquía ordenaba derribar las fortalezas para consolidar su presencia ante el pueblo, y con el fin de evitar que se perpetuaran las relaciones de la vieja nobleza feudal, órdenes que cuentan con esta excepción realizada a la poderosa casa militar de los Mendoza.”