Foro DINASTÍAS | La Realeza a Través de los Siglos.

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 Asunto: Re: Charles Maurice de TALLEYRAND
NotaPublicado: 16 May 2014 22:25 
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Un hilo en un foro es una propiedad común, y su primera obligación es evolucionar como más o menos les dé la gana a los participantes. Dado que señalar un punto de arranque en un conjunto de vidas tan apabullante-apasionante como el que forman Talleyrand, su concubina la duquesa de Dino y sus descendientes Talleyrand-Sagan, sería una pedantería, propongo que comencemos en el mágico año 1815, por todas estas razones:

Jamás se ha repetido en la historia una colusión de acontecimientos en un mismo año (bueno, un pelín más; concretamente, de octubre de 1814 a noviembre de 1815) como en este 1815, a saber: el Congreso de Viena, el Imperio de los Cien Días, la campaña de Waterloo y la Segunda Paz de París. De lo sucedido en ese año 1815 parte la Europa que conocemos, es ahí cuando nace, y el papel de Talleyrand en este parto fue de semental, útero mercenario, partera y ama de cría. Sin él, y sin los acontecimientos de 1815, que en buena parte se deben a sus deliciosas maquinaciones-conspiraciones, se debe que hoy en día seamos como somos.

En la órbita de Talleyrand giraban muchos otros astros, algunos tan deslumbrantes como Napoleón I, el Zar Alexander, el Kaiser Franz, el König Friedrich-Wilhelm, le Roi Louis XVIII, el kanzler Metternich, Lord Castlereagh, el kanzler Hardenberg, el canciller Nesselrode y muchos otros más, si bien de menor relumbrón. La historia oficial prefiere no ir más allá de sus personas, pasando de puntillas sobre que a todos ellos los mangoneaba una mujer irrepetible, sensacional y extraordinariamente poderosa, la inmortal Duquesa de Sagan (aka Kleopatra von Kurland), muy eficazmente secundada por su hermana putativa, la por entonces Condesa de Périgord (dos años después ascendería a Duquesa de Dino, el título con el que más se la identifica en la cultura francesa, que no en la alemana ni en la austriaca, y ya no digo nada de la rusa y de la polaca), a las que daban interesantes contrapuntos mujeres asimismo inmortales y sin las que resulta imposible comprender no ya qué diablos ocurrió, sino como carall sucedió, entre las que destacan Germaine d'Staël, Juliette de Récamier y Katherine de Bagration (aka Andromeda von Russland), pero en el bien entendido de que hubo muchas más. Para los que a regañadientes aceptan que todas estas mujeres eran algo más que las bestias de fornicar (el machismo repugnante alcanzaba en aquellos tiempos unas cotas por desgracia no mucho más altas que las de hoy), resulta impensable aceptar que a sus cálculos, conspiraciones, manipulaciones y maniobras de todo tipo se deben no pocas decisiones cruciales de las que se tomaron en aquel divino año (habitualmente las más inteligentes). En general, las mentes de las más aventajadas no sólo igualaban, sino que a menudo superaban a las de sus contrapartes con pantalones, salvo a la de Talleyrand. En eso estuvo de acuerdo hasta la más competente de todas ellas, Wilhelmine von Biron, Duquesa de Sagan, la cual le conocía extremadamente bien; "a la bíblica", también.

Mañana, más.


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 Asunto: Re: Charles Maurice de TALLEYRAND
NotaPublicado: 17 May 2014 01:31 
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Insomne, después de una relajante cena con amigos, me encuentro con el tema y claro, me entusiasmo, porque siempre he pensado que es difícil encontrar en la historia, un personaje que pueda ser ejemplo de los usos, costumbres y estilo de vida de mundos tan diferentes como lo fueron, el antiguo régimen y la sociedad liberal que nació de la Revolución. Los que le tachan de oportunista, intrigante, cínico y traidor, olvidan que ante todo y sobre todo, fue un hombre fiel al interés de Francia. .

Upridge, creo que unos cuantos datos biográficos son necesarios para entender la dimensión del personaje. Así que intentaré resumir su vida, sin aburrir mucho.

Charles- Maurice de Talleyrand- Périgord nació en París 02 de febrero 1754, miembro de una familia de la alta nobleza cuyo origen se remonta al siglo X. Su padre era militar y será su tío Alexandre de Talleyrand- Périgord, arzobispo de Reims primero y cardenal arzobispo de París después, quién tendrá una gran influencia en la carrera eclesiástica de nuestro personaje, que nacido con un pie deforme, consecuencia del "síndrome de Marfan ", no es considerado apto para las armas.
Educado conforme a su rango y a su época, en el 1762, entra en el Colegio d' Harcourt de París. A los quince años, fue enviado junto a su tío a Reims. El 1770 entra en el Seminario Mayor de Saint- Sulpice, donde permaneció cinco años. La formación que allí recibe marcará toda su vida. A los 21 años es ordenado subdiácono y asiste a la coronación del rey Luis XVI en la Catedral de Reims. Ese mismo año es nombrado abad comendador de la abadía de Saint- Denis de esa diócesis. Consciente de que debe ampliar su preparación, el abate de Perigord se matricula en la Sorbona, donde durante tres años prepara un grado teología, que logra en el 1778.
El 1779, ordenado sacerdote en la capilla del arzobispo de Reims es nombrado vicario general de la diócesis y representante del clero en la administración real, donde se toma muy en serio, la tarea de proteger la propiedad y los privilegios de la Iglesia. Desde mi punto de vista, se manifiesta aquí la primera de las cualidades del personaje, poner todo su trabajo e inteligencia para cumplimiento de su deber. Y este, en aquellos años, era para con la Iglesia.
Fruto de su ¨amistad´ con la condesa Adelaida de Flahaut, nacerá el 1785 el primero de sus hijos Charles de Flahaut.
El 1788, Talleyrand es nombrado por el rey, obispo de Autun, ese mismo año es elegido miembro de los Estados Generales, por el clero de su diócesis a la que no volverá jamás.
Entre la solemne apertura de los Estados Generales del Reino en mayo 1789, y el final de la Asamblea Constituyente, en septiembre de 1791, Talleyrand desarrolla una intensa actividad como legislador, en la que:
- Redacta el art 6 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano ¨La ley es la expresión de la voluntad general… Debe ser la misma para todos, sea quienes la protegen, sea quienes son castigados por ella¨. Ya veis de quien es la idea original que tantos problemas ha traído a Urdangarín.
- Presenta una " Moción sobre la nacionalización de los bienes eclesiásticos " .
- Será el autor de un gran "Informe sobre la Educación Pública", en la que se establecen los principios que son la base escuela moderna
- Da un discurso a favor del sistema métrico decimal .
- Defiende la posición de Mirabeau respecto a la supresión del derecho de primogenitura.
Etc. Etc.
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 Asunto: Re: Charles Maurice de TALLEYRAND
NotaPublicado: 17 May 2014 07:07 
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 Asunto: Re: Charles Maurice de TALLEYRAND
NotaPublicado: 17 May 2014 11:46 
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Al aportar cada uno de nosotros lo que buenamente se nos ocurra, que por lo general coincidirá con lo que dominemos mejor, conseguiremos crear un mosaico de Talleyrand, de sus coetáneos y sus descendientes mucho más rico e interesante de lo que resultaría de contar su historia de un modo lineal y ordenado, lo que haría cualquiera de las biografías que la mayoría de nosotros tenemos a nuestro alcance. Será, en cierto modo, como si entre todos escribiéramos una de esas novelas modernas donde todo parece estar desordenado y explicado de un modo errático, para sólo al final comprender que sí, que parten del desorden más absoluto para concluir en un caos total, aunque la mar de divertido. Dado que el propósito de este hilo es, ante todo, divertirnos al tiempo de compartir conocimientos con los demás, bienvenido sea todo lo que nos apetezca explicar, en el orden que nos venga a la cabeza.

El Talleyrand que llega a Viena a finales de septiembre de 1814 es un tipo en su más absoluta plenitud intelectual y que no se ha desgastado demasiado en lo físico. Tiene 60 tacos muy bien llevados (cosa normal, por cierto; al quedar exento de las atrocidades habituales que castigan a los hombres, como hacer deporte, guerrear y el resto de las tonterías propias de los machos, a la edad en que los deportistas y los guerreros están para los leones a él daba gloria verle). Viene derecho desde París (bien, no me asombraría que se hubiera detenido algunos días en algún balneario; era un hombre muy poco partidario de pasarlo mal, a lo cual se debía que agradeciera infinito unos cuantos días en lugares tales como el Hotel Pupp, el de Carlsbad; el camino a Viena desde París, en el verano de 1814, no forzosamente debía seguir la ruta más corta, y dado, por si fuera poco, que viajaba en agradable y encantadora compañía sería de lo más normal que se hubiera desviado un poquito, y así acabar de sacudirse la fatiga intelectual de haber reportado, durante seis inacabables meses, a un completo imbécil, Monsieur de Blacas, a la sazón Presidente del Conseil Privé, que así llamaba el asno de Louis XVIII a su consejo de ministros; era, ése, un consejo de ministros donde Talleyrand, en vez de presidirlo, como habría sido lo natural de haber contado Louis con un cerebro y no con una verruga gigante, hacía de ministro de Asuntos Exteriores a las órdenes, ya lo dije, de un inútil total).

A pesar del handicap de tener un jefe tonto de capirote Talleyrand había sabido pastelear la Paz de París (la que hoy llamamos Primera Paz de París; es que año y medio después hubo otra, pero ya llegaremos a eso) de forma que Francia debiera pagar una factura relativamente irrisoria por haber atormentado al continente durante 25 largos años. Apenas devolvió territorio alguno, ni obra de arte alguna, las compensaciones económicas fueron asaz tolerables e incluso el Corso se llevó un 45 días por año ciertamente envidiable, una isla entera para él solo donde los ingenuos suponían que se limitaría a disfrutar de la vida y engordar por momentos. Eso lo consiguió gracias no sólo a conocer al dedillo la realidad de Francia y la de los políticos y guerreros franceses (un magnífico ejemplo fue la limpieza con la que sobornó al jefe de la retaguardia de Bonaparte, el mariscal Marmont, duque de Ragusa, para que dejase a su jefe con las miserias posteriores al aire, de forma que al otro pobre no le quedara otra que suicidarse; así, de paso, entre los dos inventaron un delicioso neologismo francés, "ragusard", que viene a definir la traición más divertida y abyecta, la que se perpetra contra uno al que se le debe todo, por la espalda, sin avisar y sin que él otro pueda siquiera imaginar que el más leal de los suyos se ha propuesto cargárselo no contra treinta monedas, sino contra varios sacos de Napoleones, los de 40 francos a mayor abundamiento).

Tras la paz de París, y una vez asentado en el trono el que para desgracia de Francia no atraparon en Varennes, Talleyrand hizo balance de la situación. Tenía un empleo magnífico y muy bien pagado, disfrutaba de dos casas fenomenales (el Hôtel Talleyrand, el de la Rue de St Florentin con la Rue de Rivoli, que había comprado por dos gordas a un noble español cuyo nombre no recuerdo ahora -marqués de Almenara, o algo así, pero no estoy seguro- y que toda su vida se caracterizó por apostar al mal caballo, y el colosal château de Valençay, pagado por Bonaparte pero puesto a nombre de un ministro de asuntos exteriores cuya inteligencia era la única que respetaba entre los que le rodeaban; Valençay, eso sí, estaba por entonces devastado, tras haber padecido durante cinco largos años la presencia de Fernando VII, sus indeseables hermano y tío, su insoportable séquito y, lo peor de todo, la esposa ninfómana de Monsieur de Talleyrand).

Tenía un jefe idiota, sí, pero ¿quién está libre de eso? Algo así le repetía la más influyente de sus amantes, la Duquesa Anna-Dorothea de Courlande, que aunque ya no era un niña se conservaba lo bastante bien como para que yacer con ella no fuera un ponerse de cilicio. Anna-Dorothea deseaba estabilizarse en París y, llegado el caso, hasta formalizar una relación con el hombre más interesante de Francia si no del continente. Que por entonces siguiera formalmente casado con la golfa de Catherine Worlee-Grand no sería impedimento, ya que Talleyrand, al ser obispo y además excomulgado, tenía recursos legales suficientes para convencer a su amiguete el Papa Pio VII, quien años antes le había concedido el título y la sinecura del Principado de Bénévent, de que le pusiese a cero el contador a fin de que así pudiera contraer matrimonio con la pasablemente bella, formidablemente adinerada e intelectualmente más que notable Duquesa de Courlande, o de Kurland, como insistían en llamarla sus tres hijas mayores, aprovechando que tras cinco años de ignorarla habían vuelto a dirigirle la palabra.

El problema para la duquesa sería que Talleyrand, aficionado a matar muchos pájaros de un solo tiro, había puesto sus ojos desde hacía un tiempo en la cuarta y putativa hija de la duquesa, su sobrina política (de él) Dorothée de Talleyrand-Périgord, a la cual habían casado entre los dos, el año 1809, contra el primogénito de Archambault, Duque de Talleyrand. Archambault era tres años menor que su hermano Charles-Maurice, pero al haber nacido éste con el remo de babor seriamente averiado el mayorazgo pasó al segundón, quedando el desposeído primogénito arrumbado a la vida religiosa. A eso se debía que su niño mayor, Edmond de Talleyrand Périgord, a la sazón conde de Périgord (uno de los títulos medianos de la familia) y aide-de-camp del mariscal Berthier, se casara en abril de 1809 contra la nada dulce Dorothea-Dorothée, por entonces una escuálida colección de huesarrancos (nada que ver con el gusto más establecido; en aquellos tiempos, a las que desplazaban menos de 65 kilos en canal ni se las miraba), antipática, seca y todavía enamorada de un treintón guapísimo, el príncipe polaco Adam Czartoryski (o algo así; disculpad, pero el polaco no es lo mío), que había pasado de ella como pasaría de una vomitona de su gato. Dorothée von Biron, Prinzessin von Kurland y nacida en Berlin, en el precioso palacio de Friedrichsfelde (os aconsejo que no os lo perdáis; lo acaban de restaurar y da gloria verlo), era una princesa prusiana con todos los estigmas (mucho más que sus hermanas, nacidas todas ellas en Letonia y que, de ser algo en particular, serían vienesas). Sin embargo, su extrema delgadez y la penosa falta de formas que mostraba cuando se casó a los 16 contra Edmond de Talleyrand-Périgord se había transformado cinco años después, tras tres partos (le vivían dos de las bestezuelas que parió), en una hembra sensacional, en opinión del Corso dueña del mejor escote de París (se asomaba a él con frecuencia, pues Dorothée era la única de las damas de corte de Maria Luisa, antes Maria Ludovika, con la que a ésta se le consentía hablar en alemán; se cuenta que Bonaparte, por entonces algo disgustado con Talleyrand y por extensión con toda su familia, estaba prendadito de Dorothée, al punto de tenderle de su propia mano piezas de fruta cuando comían todos juntos en Les Tuileries; no se conocen más detalles, aunque considerando como se las gastaba el corso no me asombraría que llegase algo más lejos, pero esa sería otra historia).

Tallyrand se las había compuesto para librarse de su jefe a base de convencerle del modo más artero de que debía ser él quien encabezara la legación francesa en el inminente Congreso de Naciones convocado en Viena para comenzar en octubre de aquel 1814. Sería una ocasión decisiva, pues en él se discutiría el futuro de Europa, y Francia, pese a salir no muy mal librada de la Paz de París, era por entonces la potencia apestada de Europa, con la que nadie pensaba contar a efectos de definir las fronteras y las alianzas para cuando menos el próximo cuarto de siglo. Talleyrand era consciente de lo mucho que se jugaba su país en general y él en particular en aquel congreso, de modo que, no sin esfuerzo, se hizo no ya con el cargo, sino con una cuenta de gastos ilimitada, consciente como era de que allá, en Viena, debería elevar a la categoría de arte sublime algo en que por entonces era nada más que sumamente diestro: el soborno sin restricciones y sin contemplaciones. Para sobornar en gran estilo necesitaba una gran casa, un magnífico servicio y, sobre todo, una châtelaine de primera categoría. Con el palacio no tuvo problemas, ya que por una discreta fortuna se hizo con el formidable palacio Kaunitz (no sólo aún existe, sino que es el ministerio de algo; finanzas, o cosa parecida). Con el servicio, aún menos; lo encabezaría Antoine Câreme, el indiscutible masterchef de su tiempo y en buena parte responsable de los supremos éxitos diplomáticos de su jefe, con el que sostenía una ya larguísima asociación. En cuanto al puesto más delicado, el de castellana o châtelaine, la duquesa de Courlande daba por hecho que sería suyo. Para empezar, ya ejercía de tal en el hôtel de la Rue St Florentin, hablaba con toda soltura francés, alemán y ruso, y por modales y atractivo personal-social serían muy pocas las europeas, incluyendo a las coronadas, que le podrían hacer sombra. La pobre mujer no podía siquiera imaginar que tenía la competencia en casa, su poderosa hija de 21 añitos Dorothée, de modo que se quedó de muestra cuando, faltando días para salir hacia Carlsbad y Viena, su amante desde hacía cinco años (desde nada más abrir ella casa en París, tras la boda de su hija y emparentar con los Talleyrand) puso en su conocimiento que, de marchar con él a Viena, pues leches. Se llevaba a Dorothée, la cual a todas luces se mostraba encantada de la vida, no ya porque le fascinaba la idea de ser la châtelaine de su tío (por entonces, o eso se sospecha, no pasaba de ahí), sino por librarse de sus hijos (dos pequeñines a todas luces herederos del intelecto de su padre; dicho de otro modo, bobos de solemnidad), los cuales quedarían al cuidado de un ejército de ayas a cual más amorosa, y de iniciar el camino al más rotundo éxito social, el que le correspondía por su cuna, por su fortuna, por su inteligencia, por su belleza y, sobre todo, por los 21 añitos que tenía. La condesa de Périgord que sale para Viena para ser la châtelaine del jefe de la legación francesa en el Congreso de Naciones no sólo es una mujer en su más absoluta plenitud, sino de promedio entre diez y veinte años más joven que sus competidoras principales, entre las que ya sabía destacarían sus tres hermanas: la Duquesa de Sagan (33), la Princesa Hohenzollern-Hechingen (32) y la Duquesa d'Acerenza (31).

To be continued, como en Person of Interest...


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 Asunto: Re: Charles Maurice de TALLEYRAND
NotaPublicado: 17 May 2014 12:45 
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Haciendo un inciso sobre Marmont, de todos los traidores de esa época es digamos que mi favorito, porque de ahí en adelante fue un pobre infeliz. Sin duda su cambio de chaqueta fue el que más dolió a Napoleón, ya que lo conocía desde que era un mocoso. A Marmont todo el mundo le acabó odiando: los bonapartistas, el ejército en pleno (ellos fueron los que inventaron la palabra raguser, al fin y al cabo), los partidarios de los Borbones recién restaurados le tenían en poca estima (Nos traicionaréis como traicionásteis al otro, le habría espetado el Duque de Angulema en 1830, a lo que Marmont habría replicado Y vos no estaríais aquí si yo no fuera un traidor), por toda la ciudad de París porque fue el encargado de reprimir a los ciudadanos en la revolución de 1830 (y como se sospechaba de su entusiasmo se excedió de celo), por los orleanistas, obligado a exiliarse, no obteniendo jamás ni reconocimiento ni riquezas iguales a los que había tenido durante el Imperio.

Y luego es curioso que fuera uno de los que el infeliz Aguilucho utilizó (es su expresión, aunque el ex mariscal del Imperio no tenía la menor idea de ello) para conocer más datos sobre la vida de su padre.


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 Asunto: Re: Charles Maurice de TALLEYRAND
NotaPublicado: 17 May 2014 13:00 
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Fue un tipo con mala pata, sí. Quizá fue una venganza del destino, enojado y envidioso por tratarse de un tipo ciertamente guapo. Su mala fortuna, en realidad, comenzó tiempo antes. ¿Recuerdas, ArsinoeIV, el inmortal "Mon cher Álava, ¡Marmont est perdú!", eso que dijo Wellington minutos antes de caer sobre la retaguardia francesa en las afueras de Salamanca -lo que aquí aún llamamos "Los Arapiles"- y hacerle quince mil muertos? Si hubiera sido japanaka se habría hecho el seppuku, ahorrándose así una vida de oprobio, pero los mariscales de Napoleón, para su mala suerte, no sabían nada del Bushido.

Decididamente, los hay que nacen predestinados.


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 Asunto: Re: Charles Maurice de TALLEYRAND
NotaPublicado: 17 May 2014 16:05 
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 Asunto: Re: Charles Maurice de TALLEYRAND
NotaPublicado: 18 May 2014 01:41 
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Una pequeña corrección la aristócrata española que fue dueña del Hotel Saint Florentin, fue Ana de Salm-Salm. madre de Pedro de Alcántara, el afrancesado Duque de Infantado. ¡ Que poco faltó para que fuese otras de las posesiones de su nieto Marianito¡.


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 Asunto: Re: Charles Maurice de TALLEYRAND
NotaPublicado: 18 May 2014 16:16 
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Josefita, de sobra sé que las fuentes históricas son tan diversas como incongruentes entre sí, y que a más hay más se contradicen las unas con las otras. Lo que dices de la propietaria del hôtel de la Rue St Florentin es consistente con mi fuente (un libro muy raro de encontrar que se llama "Las Damas de Saint Florentin", escrito en 1988 por un diplomático español llamado Emilio Beladiez, Marqués de la Conquista Real, y aunque no es un prodigio de amenidad, y mucho menos de humor, sí que transmite una prometedora sensación de veracidad y de precisión en los asuntos que describe; si no fuera un tostón te lo recomendaría), pero no en que fuera ella quien transmitiera el casoplón a Talleyrand (si es que es eso lo que pretendías decir), porque (repito más o menos textualmente) a quien se lo vendió, el 11.12.1800, fue a José Martínez de Hervás, Marqués de Almenara (el título, por lo visto, es posterior a esa fecha, pero lo que importa es que al buen hombre se le conoce más por él, y por haber sido un incompetente ministro del gran José I, que por su nombre destitulado). El pobre marqués, altamente sospechoso de trapisondista (un Bárcenas de su tiempo, es lo que sugiere este libro y algunos otros más), acabó vendiéndolo, en medio de una ruina total, a Charles-Maurice de Talleyrand el día 5.3.1812. Talleyrand y Almenara se conocían ya de muchos años y de muchos asuntejos a cual más turbio; de hecho, eran habituales de ellos mismos desde que les presentó, en los primeros meses del Consulado, la Duquesa de Fitz-James, una de las diversas amantes coyunturales del prodigioso Talleyrand, que quizá por su naturaleza episcopal jamás anduvo escaso de fuerzas y energías en el campo de batalla horizontal.

En cualquier caso, muchas gracias por la puntualización, la cual, insisto, igual es más fidedigna que nada que yo pueda decir, por mejor calidad de la fuente. Lo que importa es que entre todos contribuyamos a definir con tanta precisión como sea posible la vida y la historia de este francés impagable. Una pena que con él se rompiera el molde.


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 Asunto: Re: Charles Maurice de TALLEYRAND
NotaPublicado: 18 May 2014 19:36 
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Upridge, seguro que tienes razón tu. A mi me sonaba, de mis lecturas sobre el inefable Osuna, que su abuela había sido dueña del Hotel Saint Florentin, que luego sería de Talleyrand. De José Martínez de Hervás, no conocía mucho.(sobre el título tengo mis dudas, en el Elenco aparecen dos Marqueses de Almenara, títulos otorgados por Felipe II y Felipe IV, respectivamente).


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 Asunto: Re: Charles Maurice de TALLEYRAND
NotaPublicado: 18 May 2014 20:02 
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El título, a Hervás, se le concedió en 1801, dice Beladiez y creo recordar, de otra fuente que ahora mismo no sabría decir cuál es, que a propuesta de Godoy. Hervás, según creo, era un gran afrancesado. En 1814 malvivía en París con su esposa francesa, tras haber conseguido estar exactamente igual de mal visto en la corte de Fernando VII y en la de Luis XVIII. Fue ahí cuando propuso a Pedro Cevallos, por carta, echar una buena mano para recuperar los cuadros incautados por Boney en la RA de San Fernando, pero se calló astutamente cuando Boney regresó. Sólo volvió a dejarse ver cuando los prusianos y los ingleses tomaron París en julio de 1815. Ahí se las apañó para encontrarse con el General Álava, que había llegado con Wellington en calidad de embajador provisional en la corte de un Louis XVIII que aún no había encontrado su poltrona. Su ayuda consistió en identificar las 96 piezas más fáciles, las que se habían llevado Napoleón y Vivant-Denon en enero de 1809 (de las otras igual no sabía nada), y éstas fueron las que Álava rescató en agosto sólo con buenas maneras, mejores palabras y la condescendencia de Talleyrand, a la sazón primer ministro de Francia. Más o menos por las mismas fechas Ceballos envió a Álava, que seguía siendo el embajador de España, un funcionario de apoyo y un pintor capaz de identificar una gran cantidad de obras que también habían sido "secuestradas" y que colgaban en las paredes del Louvre. Para recuperarlas Álava, tristemente, no podía contar con apoyo alguno, pues era claro que no podría sacarlas del Louvre por las buenas, pero en esto Talleyrand presentó su dimisión. Eso produjo un vacío de poder de tres o cuatro días, hasta que Richelieu se hizo con la poltrona vacante. Así, aprovechando que el Pisuerga pasaba por Valladolid, Álava y su ADC, el teniente coronel Nicolás de Miniussir (vivo y efectivo, que así se consigna en los anales), tomaron el Louvre un sábado a eso de las dos de la tarde, justo cuando cerraba sus puertas, pillando al conservador del museo, Monsieur Vivant-Denon, poco menos que con las miserias al aire. No lo hicieron ellos dos solos, es de resaltar, sino con la sombría colaboración de un regimiento de infantería prusiano (el 25, me parece), amablemente cedido por el príncipe Blücher y el conde Gneisenau, a los que Álava se había ligado el día de Waterloo. Así, entre los unos y los otros sacaron del Louvre 13 grandes cajones que contenían 396 cuadros de gran valor, además de un potorrón de otras cosas, como muebles y esculturas. Los almacenaron en la embajada española, en la Rue de la Chaussé d'Antin (el edificio se conserva, o eso creo; ahora es la sede de una multinacional de farmacia, si no me confundí al identificarlo), y de allí los llevaron a Bruselas dos o tres meses después, al rebufo de la artillería de Wellington. En el entretanto el artero Álava organizó en la biblioteca de la embajada una especie de pinacoteca provisional que alcanzó un tremendo éxito, gracias, entre otras cosas, a la gran publicidad que le hicieron la Duquesa de Sagan y la Condesa de Périgord. Ahí es donde Almerara, según creo, sale definitivamente de la historia, encantado de la vida gracias al perdón real que le tramitó el de veras fantástico General Álava.


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 Asunto: Re: Charles Maurice de TALLEYRAND
NotaPublicado: 18 May 2014 23:38 
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Registrado: 05 Jul 2012 20:41
Mensajes: 1499
Gracias. Desde luego aquí hay verdaderos expertos en la época. Es una gusto leeros.


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