Una ocasión perdida, como tantas otras. Una entrevista vacía de contenido, sin sustancia alguna, criticable desde todas las filas de la opinión pública que no hace sino restar. ¡Vaya chascazo!
Con la que está cayendo para la INSTITUCIÓN, no para el Rey, Reina, Príncipes, infantas o toroto el de la moto, ¡para todos ellos!, no es momento de perder oportunidades para dar oxígeno. Y se ha perdido una grandísima.
Todo ha sido artificial, rígido y preparadísimo. Tan absolutamente planificado y controlado que lo único que ha quedado claro es la falta de libertad que ha tenido el periodista. Había que habe tocado todos los palos ¡TODOS!.
Y me refiero al clan urdanga para empezar. Que se hubiera preguntado al Rey, y que hubiera contestado el padre. Que hable de su dolor, de la frustración, de la vergüenza y de la impotencia ante esta situación. Que deje claro lo inesperado de encontrarse con semejante pastel, la estricta moralidad que debe regir el código de cualquier ciudadano, más si se ha nacido infanta de España. Que hable con el corazón en la mano. Y que se hable de la cacería, sí, también, de lo impropio del momento. Y que en ese momento hubiera entrado la Reina.
Y aquí el otro error: su soledad. Vale, que era su cumpleaños, concedido. Pero la Monarquía no es labor de uno, es deporte de equipo. Que hubiera entrado la Reina, que se hubiera sentado a su lado, que nos hubiera hablado, que se hubieran sonreído. Y en un momento dado que salieran de la habitación, los tres, para encontrarse fuera con los Príncipes y las infantas, incluída, por supuesto, doña Elena.
Y que todos nos hubieran hablado ¡juntos!¡familia!. Padre, esposo, abuelo...¡El Rey!. Nunca desde hace cien años ha estado España tan necesitada de un pilar, de un símbolo, que nos aglutine, que nos lidere y que nos devuelva confianza. Pero siguen encerrados tras los moros de ese cortijo que es Zarzuela, en el silencio más absoluto, de espaldas a un pueblo desganado y apático que suplica atención. Sólo se les oye si uno va a inauguraciones de postín, a encuentros vip de tal o cual motivo o en recepciones de la embajada con ferrerorocher en sobredosis.
¡A la calle, a la calle! Como decía Minnie más atrás, que pateen calles y ciudades, que oigan piropazos y escuchen insultos, lo que fuera, pero vivir de espaldas al ciudadano es vivir de cara al exilio.
Me da muchísima pena, pero no es suficiente.
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