El único inconveniente de tratar la vida de Lauzun es la cantidad de personajes que van apareciendo, intento darle a cada uno la importancia que corresponde dado el rol que jugaron en su camino pero sin desviarme del personaje principal.
Ergo, si alguien se pierde & cometo algún error, me lo hacen saber.
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Litografía de época sobre el pabellón construido. La Isla de los Faisanes, ¿qué pasó allí? Como habrán leído en el tema anterior, Francia aplastó recientemente toda esperanza de los Habsburgos, españoles y austríacos por igual, de regir sobre la Europa continental, se firmaría una paz y como tantas otras, se sellaría con una boda, una vez más,
en famille.
¿Los contrayentes? Por el lado francés, Louis XIV de Borbón, rey de Francia, y por el otro, la infanta española, María Teresa de Austria (O Habsburgo o von Habsburg, como más les guste). Los futuros esposos no sólo eran primos sino que eran primos en primer grado. Sus padres eran hermanos y volverían a verse luego de más de 20 años en aquel famoso encuentro.
No sabemos cuál era la impresión de María Teresa al respecto de la boda pero sí estamos al tanto de que a Louis no le interesaba ni un poco casarse con su anodina (a sus ojos) y muy religiosa prima (esta impresión cambiaría luego del encuentro para reaparecer con el paso de los años, sus constantes amantes no dejan pensar lo contrario). Había sufrido un reciente golpe bajo cuando tanto su madre como Mazarino habían frustrado sus intentos de desposar al que había sido su primer amor, una de las sobrinas del cardenal, otra Mancini.
Rápidamente le hicieron saber que esto no tenía pies ni cabeza, era un Borbón y además, rey de Francia, la orgullosa Francia, se debía a su reino, los deseos personales poco peso tenían en el devenir histórico, amantes podría tener las que guste, mujer ante Dios y el mundo, una, y debía ser una princesa de linaje que en lo posible no solo trajera una gran dote sino que además, debía cerrar algún acuerdo político lo cual, nos trae una vez más a la Isla de los Faisanes.
Pintura de época representando el famoso enlace. La isla se encuentra en la frontera entre Francia y España justo en el medio del río Bidasoa, ambos reinos prepararon con prolijidad el encuentro para que todo saliera perfecto, según las crónicas, el pabellón que se armó en el medio de la isla no tenía nada que envidiar a los más bellos chateaux franceses por los lujos que ostentaban. Se había sellado el Tratado de Paz de los Pirineos en 1659, 1660 comenzaba con la entrevista de estos reyes, Felipe IV de España por un lado acompañado de su hija la infanta María Teresa junto a su comitiva, por el otro, Louis XIV, Ana de Austria y comitiva real entre la que se encontraba el marqués.
Concluido tan solemne acto, Puyguilhem regresó a la corte y al camino que se había trazado, no estaba mal encaminado y lo sabía.
Chateaux de Saint-Germain-en-Laye Entre esa red de contactos que había tejido se encontraba su prima, la Condesa de Fleix (de la cual no logré encontrar fotos, tan solo la mencionan por arriba, si alguien sabe más sobre ella, sería un placer escuchar la historia de esta mujer), dama de honor de la reina.
La condesa es quién hace admitir como dama de la flamante reina María Teresa, de ahora en más, Marie-Théresè y también quién le presentará a su pariente Henri de Daillon, Conde du Lude. El conde era primer gentilhombre de la Cámara, gobernador y capitán de los Saint-Germain y Versailles (sí, a esta altura ya existía Versailles).
A partir de este momento veremos un sinfín de nombres, Antonin comenzará a tirar de todas las cuerdas que ha tejido hasta llegar a la que le interese, aquella que lo deje frente al rey. Y es en ese sentido que el conde du Lude lo dejará más cerca ya que le presentará a su primo François-René du Bec, marqués de Vardes y capitán de los cien-suizos, uno de los regimientos más importantes de Francia. Logrado Vardés, se encontraba a la puerta del Hôtel de Soissons, ¿quién vivía allí? La bella Olimpia Mancini, tal vez el nombre les suene porque era una de las Mazarinetes como se las conocía en la corte, sobrinas del cardenal y por matrimonio, condesa de Soissons, también amante del rey, ergo… era uno de los salones favoritos del rey. No me imagino al marqués pensando ‘¡bingo!’ pero algo similar habrá sentido al saber que las puertas de los Soissons se abrían para él.
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"Ma fin est mon commencement,
et mon commencement ma fin".