Antonin Nompar de Caumont, Duque de Lauzun fue (entre otras cosas) favorito de Louis XIV, 'Le Roi Soleil', tuvo una vida tan agitada que La Bruyère se expidió al respecto de la misma de la siguiente forma:
"Su vida es una novela: no, le falta lo verosimil. No ha tenido una aventura; ha tenido hermosos sueños, y ha tenido de malos: ¿qué digo? No se permite soñar como él ha vivido. Nadie ha sacado de un destino tanto como él lo ha hecho."

Cárcel, amantes, guerras, princesas, reyes... Quién dice reyes, dice 'El Rey Sol' y tenemos una trama mejor que las de Dumas. Veremos si logro interesarlos sobre el tema y me ayudan a llenar los baches que poseo.

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Ánimo, a mí ya me ha picado la curiosidad

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Comienzo entonces.


La historia de Antonin Nompar de Caumont comenzó como la muchos otros nobles de su época. Nace en mayo, en 1633, en el castillo ancestral familiar, hijo de Gabriel Nompar II de Caumont, 4º Conde de Lauzun y 3º Marqués de Puyguilhem, y también de la severa protestante, Charlotte de Caumont-La Force, famosa por descender del Mariscal-Duque de La Force.

Los de Caumont eran, como tantas, una familia orgullosa de su linaje, y sobre todo de su legendario orígen. Los Caumont-Lauzun no sólo pertenecían al listado de primerísimas familias del Agennais sino que además, según la leyenda que pasaban de padre a hijo y de madre a hija, descendían de un compañero de armas del mismo Hércules, supuesto fundador de la ciudad de Agen quién también habría sentado las bases del que sería el castillo ancestral que al día de hoy aún domina el paso del río Garonne en Lot-et-Garonne.


El nombre 'Nompar' que solía ser utilizado por todos los hijos de la familia provenía del celebre apodo de acción 'Nompar' (sin par) debido a que (supuestamente) otro de sus antepasados, Richard de Caumont-Lauzun combatió a los gigantes sarracenos Estugulas y Golas habiéndose ganado en aquel entonces dicho apodo.

Nosotros, a diferencia de los de Caumont, nos ceñiremos a los hechos: los de Caumont eran Señores de Lauzun desde el 1200; si bien habían dos ramas y ambas se hacían llamar la principal, ninguna ostentaba con razones de peso la jefatura familiar. Esta diferencia(por llamarla de alguna forma) bien habría quedado en una leve rivalidad si la rama Caumont-La Force no hubiera abrazado la reforma, lo cual inclinó la balanza hacia los Caumont-Lauzun que no solo eran fieles a la corona sino que además eran convenientemente... católicos; resumiendo mucho, estos 'entredichos' familiares quedarían resueltos con el casamiento en famille de nuestros protagonistas Gabriel Nompar II y Charlotte luego de los enfrentamientos durante la guerra civil de 1622.

Charlotte, mujer de armas tomar, austera y protestante, dio a luz a nueve retoños Caumont-Lauzun, lo importante, es que nuestro Antonin fue el tercer niño en nacer y la muerte de su hermano Élie durante la infancia no mejoró sus prospectos, Jacques, su hermano mayor era el heredero de la fortuna y título de los Caumont-Lauzun.

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Lauzun con mucho título y pocos ingresos, llegó a París con su traje usado pero muy pagado de sí mismo como buen noble gascón consciente de sus orígenes. Llevaba una carta de recomendación de su padre para que un importante pariente lo acogiera bajo su ala. No hablamos de otro que el Mariscal-duque Antoine III de Gramont, ante quién Antonin se presentó en el Palais de Cléves que era dónde habitaba. En pocas palabras, le tocaba al mariscal convertir al adolescente gascón no sólo en un hombre, además, debería ser caballero y soldado.

Afortunadamente para él, le cayó en gracia al Mariscal quién puso manos a la obra. Al día siguiente entró en una de las numerosas academias militares de París, le enseñarían allí todo lo que supuestamente debía saber, remarco esta palabra no en vano.

Se les enseñaba en estas academias un poco de todo, esgrima, equitación, baile, conocimientos vagos sobre fortificaciones, ideas generales sobre conceptos matemáticos y cartografía. En pocas palabras, lo justo.

Si bien el Siglo de las Luces florecía de a poco y los Salones Literarios de País brillaban por su esplendor, la educación de los nacidos dentro de la nobleza de espada era un constante eclipse por ponerlo de alguna forma. Se consideraba la ignorancia una virtud y el saber, vicio sino peligroso; los libros, los escritorios y pergaminos eran para los burgueses y la plebe. Nunca se les enseñaba más de lo necesario: Para que tengan una idea del nivel general, el Conde de Montmorency era de los más ilustrados de la corte y a duras penas podía escribir su nombre. Había excepciones claro, el Gran Condé hablaba latín desde los 7 años, estudió retórica, era un versado en filosofía, derecho, matemáticas y varias otras lenguas, claro, esto era la excepción... no la pauta, incluso por todo lo anterior se lo consideraba un excéntrico además de un ejemplo a no seguir.

Si Antonin era bueno en sus estudios o no claramente no importaba, preferían que sobresaliera en sus ejercicios corporales (ni hablar de que fuera bueno con la espada) a que llenaran su cabeza de tonterías inútiles, tenía que labrarse un futuro y el único medio para un noble segundón era el ejército, no tenía otra opción. Si bien al joven le importaba más demostrar su destreza en el campo de batalla que escribir correctamente su nombre utilizando la filigrana de entonces no es ingenio lo que le falta y lo demostrará con el tiempo a medida que logre avanzar en la redacción.

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Habíamos dejado anteriormente en que a Antonin tan solo le interesa probarse a sí mismo en el campo de batalla y quizás a esto se debe que su importante pariente lo reclute en su regimiento de caballería. El regimiento del Mariscal-Duque tenía muy buena fama, ni hablar de sus soldados, lo que nos permite imaginarnos que se encontraba en su salsa, aprendiendo de los mejores y listo para ganarse el honor en los campos de batalla en alguna guerra. La oportunidad, llegaría demasiado pronto.


En 1648 participa bajo el mando de su primo lejano, el mariscal-duque de Gramont en la batalla de Lens en la cual el archiduque Leopoldo fue derrotado (sino literalmente aplastado) por el Gran Condé. No es este el tema para profundizar su participación en el bloqueo de París contra Mazarino (se lo dejaré a Minnie cuando elija retomar el tema de Ana Mauricia, )pero sí haremos mención a su partida a Flandes para guerrear, también, contra los españoles en la otra parte del reino, defendiendo Mouzon y Rethel, ambas ciudades asediadas, volvería a probarse a sí mismo una vez más en 1650. 1651 lo encontraría nuevamente en Flandes seguida por un descenso en Guyenne que se vio interrumpida por la Fronda de los Príncipes.

No es mi idea hacer un racconto de todas sus victorias ni en todas las batallas en las que se encontró metido, lo importante aquí es comprender que en muy pocos años se fue ganando varios ascensos y no por linaje sino por valía, pasó de corneta a sus 21 años a capitán en 1655, con este grado luchará en las batallas de Landrecies y Saint-Guillain.

Podrán Uds. pensar que todo esto debió hacerlo bastante desagradable como persona y muy pagado de sí mismo pero no, era muy apreciado por sus compañeros de armas y se lo tenía en alta estima, incluso por un gran soldado en el regimiento de Gramont.

Es preciso consignar que tan solo un año antes en Reims, un joven Louis XIV fue coronado, nadie podría haber pensado en aquel entonces que llegaría a ser el monarca más poderoso del continente en esa Francia asediada por las luchas internas constantemente atacada por los Habsburgos desde Austria y España. Louis XIV nunca olvidará estos tiempos, cobrándose venganza por las humillaciones a la que él y su familia fueron sometidos, pero nuevamente, este no es su tema…

Increíble o no, el marqués de Puyguilhem, nuestro querido Antonin, se gana una nueva promoción luego de su destacada participación en la guerra por lo cual es promovido a teniente-coronel del regimiento de dragones extranjeros del rey. Esta nominación que puede pasar inadvertida a nuestros ojos no era algo pequeño, implicaba que cada vez picaba más alto y su carrera militar iba en un ascenso meteórico tanto así que su nombre comenzaba a sonar en las altas esferas. También es irónico pensar que esta nominación quiso que se viera envuelto en el que quizá fuera el único conflicto no que lo tuvo como causante directo, su nombre pesó más que el de un tal Philippe Mancini, sobrino del Cardenal Mazarino, al que su tío quería ver bien instalado.
Quiso la fortuna que la recomendación ¿o deberíamos decir presión? del Mariscal de Turenne pesara más y ese puesto fuera a parar a manos del joven Puyguilhem.


No debemos dejar de lado el hecho que tenía un nuevo benefactor, el Mariscal de Turenne. Fue él quien luego de Antonin se probara capaz nuevamente en la batalla de las Dunas (la que terminó de hundir los intentos hispanos por hacerse con el control del continente) en la cual supo hacerse con el control del fuerte de León, cuya rendición precipitó la victoria, quién le dio la oportunidad de comandar las tropas apostadas en Furnes, región aún peligrosa por la cantidad de tropas españolas que se cernían sobre ellas. Podrán imaginar que una vez más, salió victorioso. Más... es aquí dónde el hecho de que este joven de 25 años teniente-coronel comienza a hacer muestras de su carácter.

Un oficial de su regimiento opinó que el cargo del marqués le correspondía a él tan solo por una cuestión de edad y experiencia, Antonin respondió primero con tacto y diplomacia que él había sido asignado, nunca había pedido ese mando. El tema no quedó ahí, el oficial siguió murmurando e intrigando. Harto de todo esto lo manda a detener con todos aquellos que habían osado levantar rumores en su contra.

La forma diligente y tan particular de resolver el conflicto fue tal que incluso la misma levantó la admiración del rey que escucharía el nombre Caumont-Lauzun por primera vez en sus oídos.

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Konradin, me encanta el tema y tu manera de escribir
Felicitaciones

Gracias Amélie , se hace lo que se puede, espero no estar siguiendo demasiado la línea de Minnie pero no puedo negar que amo su estilo y ya sé que a Uds. les encanta como a mí, intentaré entonces dar lo mejor de mí, veremos si triunfo en tal cuestión.

Seguimos...

Dejamos a Antonin con su reciente nombramiento como capitán en la frontera con Flandes, un episodio espinoso pone a la luz su carácter y su nombre suena en los salones reales.


Es entonces cuando este noble segundón toma consciencia de sí mismo, ya no sólo aspira a realizar una brillante carrera en el ejército y cubrirse de gloria, quiere más, desea un cargo de renombre en el Estado e incluso... ganarse el favor del rey. Pensarán una vez más que era otro advenedizo a la espera de llenar sus bolsillos de oro pero nuevamente, Antonin se prueba diferente, sus motivaciones personales son más profundas: quiere ser el protegido, confidente e incluso sueña con obtener la amistad de Louis XIV.

Cual araña, con prudencia, tacto y una gran cuota de paciencia comienza a entretejer su telaraña de contactos, con lentitud sí pero siempre seguro de avanzar. Cual en el ajedrez, movía peones para neutralizar enemigos menores en su intento de alcanzar las piezas mayores con las que deseaba aliarse y formar una amistad, ¿verdadera o no? No lo sabemos, su destino era el rey. Nunca perdió una ocasión de hacerse notar pero siempre cuidándose de no resaltar demasiado, no era el único con deseos de grandeza, era demasiado pronto para ganarse enemigos que hubieran frustrado sus grandes planes. Su nombre debía sonar en las alcobas del rey y condición sine qua non, siempre por razones de gran valor.

Es aquí cuando en circunstancias un tanto extrañas, logra sino la amistad… la confianza de un importante miembro de la corte Borbón, ¿se imaginan con quién? Increíblemente logró que el Cardenal Mazarino, aquel a quién había frustrado sus planes al ganarle su puesto a su sobrino Mancini, confiara en él.


¿Cómo sucede esto? De la siguiente forma... El episodio de mayor peligro en la vida de Louis XIV (antes de coronarse como rey absoluto, previo a ‘El Estado soy yo’ y poner en jaque a la nobleza), acontece en junio de 1658, el rey contrae la viruela, vuela de fiebre en su cama, delira, su madre intenta que firme una regencia y las facciones de poder se mueven cual buitres en torno al posible heredero, Philippe. Monsieur, cómo se conocía al Duque de Anjou, está aterrado, a diferencia del voluble Gastón, Duque de Orleáns, ama a su hermano, no quiere saber nada con hacerse cargo del Gobierno y mucho menos lidiar con su difícil madre (¿Cómo llegó la dulce Ana a convertirse en una dama de hierro? C’est la vie diría ella… O quizá, la corte francesa, siempre la misma). Prefiere seguir con sus mignons.


En medio de todo esto, la corte era una olla a presión que pronto podía saltar por los aires, si por algo brillaba la corte francesa, era por sus intrigas y los constantes juegos de poder; quiso el destino que durante aquel particular momento, llegara a oídos del marqués de Puyguilhem la noticia de una intriga, importante además, para derrocar a un importante miembro de la corte en el exacto momento en que el rey expirara.

. ¿Quién era el ser más odiado de la corte?
Respuesta: El Cardenal Mazarino. Se había decidido arrestarlo y seguramente matarlo en prisión haciéndolo pasar por un suicido como tantos otros. Antonin no dudó y puso al cardenal sobre aviso. Mazarino nunca olvidaría este favor.

Como sabemos todos, o casi todos, y el que no sabe se entera ahora (jaja), Louis se salvó, todos gritaron “Vive le Roi!”, Ana se quedó sin regencia, Philippe siguió de parranda con sus mignons y los buitres tuvieron que huir ante la ira de Mazarino que deseaba vengarse por la intentona fallida. Fue, sin dudas, por todo esto que Mazarino eligió al marqués para que acompañase a la comitiva que se encaminó el verano siguiente a la Isla de los Faisanes, ¿les suena esto?

Allá vamos...

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El único inconveniente de tratar la vida de Lauzun es la cantidad de personajes que van apareciendo, intento darle a cada uno la importancia que corresponde dado el rol que jugaron en su camino pero sin desviarme del personaje principal.

Ergo, si alguien se pierde & cometo algún error, me lo hacen saber.



La Isla de los Faisanes, ¿qué pasó allí? Como habrán leído en el tema anterior, Francia aplastó recientemente toda esperanza de los Habsburgos, españoles y austríacos por igual, de regir sobre la Europa continental, se firmaría una paz y como tantas otras, se sellaría con una boda, una vez más, en famille.

¿Los contrayentes? Por el lado francés, Louis XIV de Borbón, rey de Francia, y por el otro, la infanta española, María Teresa de Austria (O Habsburgo o von Habsburg, como más les guste). Los futuros esposos no sólo eran primos sino que eran primos en primer grado. Sus padres eran hermanos y volverían a verse luego de más de 20 años en aquel famoso encuentro.

No sabemos cuál era la impresión de María Teresa al respecto de la boda pero sí estamos al tanto de que a Louis no le interesaba ni un poco casarse con su anodina (a sus ojos) y muy religiosa prima (esta impresión cambiaría luego del encuentro para reaparecer con el paso de los años, sus constantes amantes no dejan pensar lo contrario). Había sufrido un reciente golpe bajo cuando tanto su madre como Mazarino habían frustrado sus intentos de desposar al que había sido su primer amor, una de las sobrinas del cardenal, otra Mancini.

Rápidamente le hicieron saber que esto no tenía pies ni cabeza, era un Borbón y además, rey de Francia, la orgullosa Francia, se debía a su reino, los deseos personales poco peso tenían en el devenir histórico, amantes podría tener las que guste, mujer ante Dios y el mundo, una, y debía ser una princesa de linaje que en lo posible no solo trajera una gran dote sino que además, debía cerrar algún acuerdo político lo cual, nos trae una vez más a la Isla de los Faisanes.


La isla se encuentra en la frontera entre Francia y España justo en el medio del río Bidasoa, ambos reinos prepararon con prolijidad el encuentro para que todo saliera perfecto, según las crónicas, el pabellón que se armó en el medio de la isla no tenía nada que envidiar a los más bellos chateaux franceses por los lujos que ostentaban. Se había sellado el Tratado de Paz de los Pirineos en 1659, 1660 comenzaba con la entrevista de estos reyes, Felipe IV de España por un lado acompañado de su hija la infanta María Teresa junto a su comitiva, por el otro, Louis XIV, Ana de Austria y comitiva real entre la que se encontraba el marqués.

Concluido tan solemne acto, Puyguilhem regresó a la corte y al camino que se había trazado, no estaba mal encaminado y lo sabía.


Entre esa red de contactos que había tejido se encontraba su prima, la Condesa de Fleix (de la cual no logré encontrar fotos, tan solo la mencionan por arriba, si alguien sabe más sobre ella, sería un placer escuchar la historia de esta mujer), dama de honor de la reina.

La condesa es quién hace admitir como dama de la flamante reina María Teresa, de ahora en más, Marie-Théresè y también quién le presentará a su pariente Henri de Daillon, Conde du Lude. El conde era primer gentilhombre de la Cámara, gobernador y capitán de los Saint-Germain y Versailles (sí, a esta altura ya existía Versailles).

A partir de este momento veremos un sinfín de nombres, Antonin comenzará a tirar de todas las cuerdas que ha tejido hasta llegar a la que le interese, aquella que lo deje frente al rey. Y es en ese sentido que el conde du Lude lo dejará más cerca ya que le presentará a su primo François-René du Bec, marqués de Vardes y capitán de los cien-suizos, uno de los regimientos más importantes de Francia. Logrado Vardés, se encontraba a la puerta del Hôtel de Soissons, ¿quién vivía allí? La bella Olimpia Mancini, tal vez el nombre les suene porque era una de las Mazarinetes como se las conocía en la corte, sobrinas del cardenal y por matrimonio, condesa de Soissons, también amante del rey, ergo… era uno de los salones favoritos del rey. No me imagino al marqués pensando ‘¡bingo!’ pero algo similar habrá sentido al saber que las puertas de los Soissons se abrían para él.

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La realidad es que la red de contactos creada por (el luego duque de) Lauzun es tan grande que marearía a cualquiera y tengo un gráfico de flechas para acordarme el orden en que se conocieron con un par de anotaciones, les garantizo que nos vamos acercando a lo más interesante.


A esta altura no le sorprenderá a nadie saber que en el Hôtel de Soissons conoció a otro personaje importante, nada más y nada menos que al marqués de Guitry, al que si bien Saint-Simon (filoso en sus descripciones como pocos) lo describía como “un personaje salvaje, enemigo de cualquier sociedad y siempre encerrado en su casa”, el marqués decidió volver su mejor amigo al punto de ganarse su confianza absoluta, tal fue esta que llegó a habitar en la residencia de Guitry por un tiempo.

Sus primos, los hijos del mariscal-duque de Gramont fueron otro habitual punto de apoyo (o trampolín para ser más honestos) en su ascenso social, de ellos, tuvo relación más cercana con Armand de Gramont, conde de Giche, junto al cual había crecido, Armand era un personaje ambiguo en la sociedad (que es una forma educada de referirse a su bisexualidad), presuntuoso, algo despistado, de lengua mordaz y todas las damas suspiraban por él aunque lo tenía por impotente… sí, un placer andar caminando por los salones de Versailles en aquel entonces, más que lenguas tenían dardos envenenados pero Louis XIV los dejó como figuras representativas, de algo tenían que vivir, ¿no?


El Conde de Guiche bien merece su propio tema ya que quizás a algunos les suene más por su título nobiliario que por su nombre completo, ¿saben por qué? Nada más y nada menos que por su ruta ‘sentimental’. Fue amante por igual de dos esposos, Henriette más conocida como ‘Minette’ de Inglaterra, duquesa de Orléans, y de su marido Philippe, más conocido como Monsieur y le Duc d’Orléans. Se rumorea también que tuvo un ‘coqueteo’ nada inocente con Louisa de la Vallière (sí, una de las amantes del rey) lo que no le dejó otra opción más que salir corriendo de Francia con lo puesto para evitar la ira de Louis XIV (Estuvo metido en una conspiración palaciega con Minette al respecto).

Nuevamente, me cuesta no irme por las ramas… ya lo ven.

Pero los de Gramont eran una familia extensa, al igual que sus conexiones de las que Puyguilhem se benefició, podemos citar entre ellos al hermano menor, Antoine-Charles de Gramont, Conde de Louivigny, no tan brillante como el primogénito y heredero Armand pero más amistoso, y sin fama de impotente.

Las hermanas, bueno… La mayor, Henriette-Catherine de Gramont era tuerta y cojeaba, no muy ingeniosa (sin ‘esprit’ dirían los franceses) y casi sin dote, para muchos destinada a un convento, pero al menos fue afortunada en otros aspectos … Se casó con el marqués de Raffetot que al poco tiempo la dejó viuda y heredera, lo cual, era lo mejor que podía pasarle a una dama de la nobleza de aquel entonces, ganaba dinero y su libertad.

Y finalmente llegamos a la que quizá, y sólo quizás, fuera la más conocida de los de Gramont, Catherine-Charlotte de Gramont.

Catherine-Charlotte tenía solo 8 años de edad cuando Antonin llegó a París, sin embargo la joven púber prometía volverse una beldad desde tan pequeña y la promesa se cumplió. Catherine-Charlotte a sus 17 años con su cabello rubio ceniza, ojos oscuros, sonrisa adorable con un dejo de esfinge tenía embrujada a media corte, sus padres pensaban para ella un gran matrimonio que enalteciera a los de Gramont pero Catherine-Charlotte ya tenía puestos sus ojos en alguien más, ¿adivinan sobre quién?


Correcto: el marqués de Puyguilhem, su primo. Por supuesto esto era un secreto entre ambos y no habrá pasado inicialmente del campo platónico. Antonin se cuidará mucho de no provocar la ira de su poderoso pariente ni de apartarse del camino trazado. Y Catherine-Charlotte sabe muy bien que su virtud vale más que su linaje, perdida esta… no le queda nada. No pensarán sin embargo que esto detuvo a los jóvenes primos de experimentar su primer coup de foudre cada vez que se reencontraban, más aún luego de que Antonin regresara de alguna de sus campañas militares, ya sabemos todo que la idealización es el primer paso a un gran amor… o al desastre, lo dejo a la libre interpretación de cada quién.

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Ohhhhhhhhhhh...


Konradin: soy feliz Ya sabes tú que me gusta mucho ese período histórico, con un elenco de personajes francamente atrayentes lo mires por dónde lo mires. Tú has decidido mirarlo desde la óptica de Lauzun. Y yo encantada, porque es una nueva perspectiva para mí.

Me gusta mucho el arranque del tema, tiene un aire de folletín tipo Dumas en su momento de inspiración que me hace esperar ávidamente el desarrollo de la historia hasta llegar a su desenlace. Por aquí estaré, siguiendo atentamente la narración. Y seguro que intervendré a menudo. No puedo resistirme a semejante tentación, jejejeje.

Ánimo y adelante.

Que justo vos (me permito este argentinismo, sabrás disculpar) comentes por aquí Minnie me llena de orgullo. Tu visto bueno me era casi mandatorio para seguir.

Ahora te entiendo más, organizar los textos, fotos, intentar pintar todo el panorama a medida que uno avanza en el relato y todo esto ¡sin equivocarse!

Eres bienvenida a comentar todo lo que gustes, serán siempre bien recibidas.

Me moría de ganas de escribir por aquí hace bastante, veremos qué tal me va porque Lauzun promete... Ya verán por qué.

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Felicidades Konradin, has tenido un arranque sensacional

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