Cierto, el fin de Aecio fue injusto e inmerecido, y luego hablaremos de él. Pero personalmente para mí, fue aún mayor y más inmerecido el final de Estilicón, en mi opinión mucho mejor general que Aecio, sin desmerecer las virtudes de este último. Después de todo dicen que la grandeza de un militar depende de la talla de los enemigos a los que se enfrenta y Aecio se enfrentó a Atila, que era muy listo, muy astuto, pero al fin y al cabo un psicópata cuya mayor arma fue el pavor que sentían hacia él, un bruto que arrasaba con lo que encontraba sin orden ni concierto, y sin visión de futuro.
Pero Estilicón se enfrentó a Alarico, el primer bárbaro en hacer poltítica auténtica entre los visigodos, un nacionalista alemán admirador de la civilización mediterránea, que llegó a renunciar a la conquista de Grecia porque se dedicó a hacer turismo deslumbrado por la belleza del Partenón.
Estilicón era hijo de un jefe vándalo, alto y solemne, que imponía mucho respeto. Contó con la más absoluta confianza del emperador Teodosio que le dio por esposa a su sobrina Serena. Además casó a su hija María, y después de su muerte a su otra hija Termancia, con el siguiente emperador, Honorio, que si hubiera sabido administrar el Estado tan bien como sabía criar gallinas, habría sido un gran soberano. Honorio no tenía pasiones, ni ambiciones, ni vicios, sólo deseó con tenacidad una cosa: sobrevivir, y se volvió especialista en el arte de escamotear peligros y mantenerse a cubierto... casi siempre gracias a Estilicón que consiguió derrotar a Alarico cerca de Turín. Era la primera vez que un ejército extranjero entraba en Italia desde hacía siglos y los senadores (que seguían existiendo y se reunían por aquello de mantener la tradición, pero sin valor alguno) se asustaron tanto que aceptaron el nombramiento del general como cónsul, el primer bárbaro en conseguirlo.
El gran error de Estilicón fue tratar como un simple "protegido" suyo al jovencito que ocupaba el trono, una situación que de hecho era realidad, pero que a Honorio le escocía, cuando no se ocupaba de dar de comer a las gallinas. Así que empezó a escuchar con agrado las invectivas contra el general que le vertía en los oídos un cortesano llamado Olimpio, un cara dura que encima le debía la carrera a Estilicón. Se preparó un complot mientras a sus espaldas se murmuraba sobre su traición a Roma y su "amistad" con Alarico, que no era otra cosa que admiración por su enemigo a quien dispensaba un trato honorable cuando se cruzaban (le envió de vuelta a su esposa e hijas capturadas en Turín), algo parecido a lo que hubo entre Ricardo Corazón de León y Saladino.
Algunas guarniciones compuestas por los últimos soldados de auténtica sangre romana se sublevan y Estilicón las aplasta con dureza, lo que causó desaprobación entre la mayoría de la sociedad. Honorio da la orden de arrestarlo y él se refugia en una iglesia acogiéndose al asilo sagrado, le prometen que sólo pretenden arrestarlo y, cuando sale de la iglesia, le leen la sentencia de muerte, sus amigos pretenden defenderle por las armas pero Estilicón evita el derramamiento de sangre con un gesto imperioso, pone rodilla en tierra y sin una sola palabra ofrece su cuello al verdugo el 23 de agosto del año 408.
Es cierto que Estilicón fue ambicioso, confundió su propio interés con el del Estado, se enriqueció él y a los suyos, protegió a Honorio de forma autoritaria y excesiva, pero cumplió hasta el final la palabra dada a Teodosio y protegió hasta el fin a sus heredros. Compartía con él el sueño integrador, una hermandad entre italianos y germanos, un sólo pueblo unido que podría haber supuesto la continuación del Imperio romano de Occidente en una nueva etapa de esplendor. Al final lo que se logró fue una "purga" ordenada por Olimpio que se libró de casi todos los oficiales y funcionarios leales al general fallecido, con lo que treinta mil de sus soldados bárbaros más fieles se pasaron al bando de Alarico y le dieron el refuerzo que lo llevó a la conquista de Roma capital.
Para mi el bárbaro Estilicón fue uno de los últimos jefes del Imperio que supieron morir como romanos.
Aquí lo tenéis con su esposa y su hijo Euquerio, asesinado por el "comité de depuración" de Olimpio. Termancia fue devuleta por Honorio a su madre Serena.
Por cierto, cuenta Procopio que, estando en Rávena, cuando un chambelán fue a anunciar en fin de Roma a Honorio, el emperador contestó furioso: "¡Qué dices! ¡Si hace cinco minutos estaba picoteando maíz de mi propia mano!". Creía que el chambelán se refería a su gallina favorita llamada Roma, cuando comprendió que se refería a la ciudad, soltó un suspiro de alivio
Lo único que le tocó el corazón fue la captura de su hermana Gala Placidia.
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.