Supongo que lo lógico sería empezar por cómo vieron sus contemporáneos a Blanca...
Cuando llegó a París con 12 años para contraer matrimonio con Luis, de trece años, los parisinos vieron a una mujer (en aquella época 12 años era ser una mujer) un poco asustada... Muy hermosa, de mirada clara y directa,
Candida candescens candore et cordis et orisBlanca en su candidez, blanca de corazón y de rostro, según Guillermo el Bretón, pero un poco sobrepasada por las circunstancias y es que su abuela la había dejado sola antes de llegar a París en manos del arzobispo de Burdeos y otros desconocidos.
Después fue una joven triste, según cuenta san Hugo, obispo de Lincoln, un tipo que era famoso en la época por su buen corazón y su simpatía. El joven heredero de Francia se dirigió a él preocupado porque su esposa desde hacía un mes no paraba de llorar y no sabía por qué. Bueno, en este caso Luis se muestra muy poco espabilado, no hay que ser un genio para saber lo que le pasa a Blanca. Es cierto que París es la ciudad más grande del occidente cristiano pero reconozcámoslo: apesta. Caminar por sus calles embarradas es un suplicio, llueve mucho y el cielo es gris cuando nieva, demasiada población para un espacio sin alcantarillas y toda la basura acaba en el Sena; no os fiéis de la imagen del palacio que os mostré antes, en realidad es frío y lóbrego y, francamente, no es que el suegro de Blanca destaque por ser la alegría de la huerta
Así que Luis, no hace falta ser súper dotado para ver que Blanca añora a su bien avenida familia, a su encantadora madre y su formidable pero querido padre y a sus hermanos. Echa de menos Castilla, la luz, el sol, el calor y la acogedora corte donde los juglares siempre son bienvenidos, a pesar de las guerras contra el moro, el carácter de los castellanos es alegre y jovial.
En fin, no sabemos qué le dijo el buen obispo pero la chica se sosegó y dejó de llorar.
Después la verán como princesa heredera, tratando de sacar adelante las gestaciones y partos, con los peligros que eso conllevaba y estar atenta a las malas relaciones de su suegro con su tío, el rey inglés. En ese momento Blanca observa y aprende, pero no es mucho lo que puede hacer todavía.
Luego será reina, llorosa viuda, reina madre y regente. Y ser reina en la Edad Media no es ser un florero ni una yegua de cría, no importa lo que esos ridículos historiadores victorianos hayan escrito. Participar en la administración de un reino es una tarea hercúlea y muchas veces solitaria, los reyes simbolizan la justicia en un reino pero son las reinas las que deben garantizar la paz y a Blanca le ha tocado uno de los períodos más turbulentos de la historia de su país. Todo su reinado está consagrado a apaciguar la violencia y mantener la estabilidad de Francia.
También será vista como un
modelo a seguir entre las mujeres, y sobre todo por la que será su nuera, Margarita de Provenza. Pese a que se dice que Blanca controlaba tanto a su hijo que sólo le permitía visitar a su esposa de noche para concebir un heredero, hasta el punto de que el muchacho tuvo que construir una escalera escondida para poder visitar a su esposa que vivía en el piso de encima del suyo, Margarita admiraba a Blanca. La chica tenía ambiciones políticas y bien podría haber elegido como espejo en el que mirarse a su propia hermana, esposa del rey inglés Enrique III, pero eligió a la controladora y posesiva suegra. Debía ser muy buena en su trabajo, tan bien considerada que incluso se la representaba al mismo nivel que su hijo cuando él ya era rey; fijaos en la primera imagen que os puse, los dos en el trono, hablando de los problemas de Estado... en ese momento, cuando esa imagen se pinta, Luis ya estaba casado con Margarita, pero no es ella la que aparece como reina... es Blanca la que ejerce como dominante en la política de la época y es este tipo de imágenes las que llevaron a los historiadores franceses a considerarla una madre posesiva y un mal bicho con su nuera.
Hasta que Blanca murió la joven reina no pudo permitirse influenciar en asuntos políticos y fue tal su deseo de emular a su difunta suegra, que la fastidió
Su sueño era ser una gran regente, más y mejor que Blanca, y parecía que la historia se lo iba a servir en bandeja porque no es que Luis fuese ni mucho menos el hombre más saludable del mundo, sin embargo, el tiempo jugaba en su contra porque su hijo Felipe tenía ya 18 años de edad y no necesitaba a su madre como niñera. Así que ejerciendo presión obligó a su hijo a jurar que le permitiría ejercer como regente de Francia hasta que él cumpliese 30 años, algo totalmente ilegal por cierto. Felipe, dándose cuenta de su metedura de pata, se chivó a su padre y Luis sería un santo de la Iglesia en el futuro, pero en ese momento se agarró un rebote como el de cualquier mortal, y escribió furioso al Papa para que deshiciese el juramento y a los barones de Francia para que, a su muerte, Margarita no pudiese ni arrimarse a la menor sombra de poder político. Y desde entonces, nunca la nombró regente en sus ausencias cruzadas.
A su muerte, Blanca dejó un legado de respeto y admiración por su persona. Amigos y enemigos alabaron su gracia y determinación para reinar. Su más ferviente seguidor, su admirador más incondicional, fue Teobaldo de Champagne, rey de Navarra, y a decir de las malas lenguas "algo más que un amigo"
Yo no lo creo, Blanca era demasiado devota a la Iglesia y estaba demasiado consagrada a Francia como para dedicarse a calentar la cama del rey Navarro. Hablando de iglesias... iniciativa suya son la mayoría de las grandes catedrales góticas de Francia y en su corte florecieron los versos y canciones de los juglares como no lo hacían desde la época de su abuela.
Nuestro relato empezará en Castilla, donde contaremos alguna cosa de la infancia de Blanca y de la visita de su abuela, la gran Leonor