Las ha vendido el hijo de Bárbara Rey, supuesto fotógrafo del momento y con pinta de ser más malo que las arañas. Luego entiendo que corresponden a la segunda etapa de la relación, la de los 90.
Según el hijo, ella preparó todo, invitó a JC a una paella en su casa para lograr fotos y vídeos. Tras ello, chantajeó durante años al Rey con la publicación de las imágenes. Obviamente, obtuvo lo que quiso.
No hubiera deseado estar en los zapatos de Alfonsín o de Almansa en esa época. Ahora ya, visto lo visto, esto ni duele, pero sí me avergüenza muchísimo. Del mismo
modo que me avergonzaría si fuese mi padre. El Rey JC tenía derecho a ser feliz si no lo era en su matrimonio, pero corchos, debió respetar mucho más el lugar que ocupaba. Aquí el Rey del Reino de España (época post Expo, Olimpiadas, en la cumbre del respeto internacional) yendo al encuentro de la vedette chantajista. Todo resulta de cuarta, como dirían nuestros compañeros argentinos.
Lo peor de todo es que no aprendió nada de todo esto, no tuvo suficiente. Años después trajo a Corina a nuestras vidas y la dignitas se la dejó olvidada por los suelos. Iba como un bólido directo a estrellarse contra la pared. Ni él estaba dispuesto a pisar el freno ni a dejar que otros lo hicieran por él. Y así estamos.