Hemos hablado de la cristiandad, del islam y la peregrinación. Vamos con la guerra.
Las religiones monoteístas del Oriente Próximo se articularon de un
modo u otro en torno a la idea de guerra santa, según la cual Dios invita a sus fieles a ser agentes de la lucha cósmica contra el mal.
San Agustín (354-430) desarrolló la idea de guerra justa definiéndola como una lucha contra el pecado. Invocada por la autoridad moral adecuada y de acuerdo con unos motivos justificados, era un acto beneficioso para el soldado justo y para el enemigo pecador.
La distinción entre guerra justa defensiva basada en los principios cristianos y "guerra santa" dirigida por el mismo Dios, se había difuminado ya en tiempos de Carlomagno, pero es en el siglo XI cuando el papado comenzó a justificar las acciones militares que tenían por objetivo restablecer el orden correcto en el mundo. Aquí empieza la noción de cruzada.
El islam también emprendió guerras santas o
jihad, término que significa "esfuerzo" y que suele malinterpretarse obviando la base espiritual. De acuerdo con la interpretación de la
sharia que hacen los teólogos, hay cuatro tipos de
jihad: la
jihad de la mano, que consiste en hacer buenas acciones y actos de caridad; la
jihad de la boca, que significa proclamar la fe; la
jihad del corazón, que supone hacer de Dios el centro de todo y la
jihad de la espada, que significa defender al islam en calidad de mujahidín o soldado de Dios. La rama mística de los sufíes añaden la
jihad del alma, para alcanzar la comunión mística con la divinidad.
Ibn Abi al-Kayrawani en el silo X decía que no se inician hostilidades hasta que el enemigo no ataque primero, sólo se declara la guerra si no paga el tributo por no ser islámico, no se mata a prisioneros que han recibido promesa de protección, no se ejecuta a mujeres ni a niños, se deben evitar muertes de monjes o rabinos excepto si han participado en la batalla.... casi igual que ahora, vamos
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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.