Sus libertades sí se restringían en momentos delicados o de peligro, como en junio de 1417, cuando Enrique estaba a punto de invadir Francia por segunda vez, todos los prisioneros franceses fueron enviados a las provincias para custoriarlos con más seguridad.

Carlos de Orleans fue enviado al castillo de Pontefract, en Yorkshire, donde había sido asesinado Ricardo II



Así era, ahora apenas queda la huella de los cimientos en una colina

El mariscal Boucicaut y los condes de Eu y Richemont fueron conducidos al castillo de Fotheringhay, en Northamptonshire



Reconstrucción de Andrew Spratt, ahora mismo sólo queda una piedra con una placa que lo recuerda.

Georges de Clère, señor de Torcy, y algunos otros fueron llevados a dos castillos galeses: Conwy



y Caernarvon o Caernarfon, es lo mismo



(los castillos ingleses que se conservan en buen estado molan un montón )

Aún en este cautiverio más duro podían pasear por los muros y visitaban las casas solariegas de sus carceleros para practicar caza.

En comparación con otros países los ingleses trataban bien a sus prisioneros, nobles of course. Según ellos, los españoles no sabíamos tratar con cortesía a nuestos prisioneros porque los manteníamos sujetos con grilletes y cadenas para conseguir mejores rescates Pero los peores al parecer eran los borgoñones.

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La expresión suprema de la belleza es la sencillez.
Alberto Durero.

De todas formas, pese a las comodidades, sigue siendo un cautiverio. Los prisioneros menos importantes fueron liberados de forma continuada a lo largo de los meses posteriores a la batalla en cuanto pagaban sus rescates (muchos de ellos seguían en Calais, ni siquiera habían cruzado el Canal) Gente como por ejemplo el alcalde de Le Crotoy, un hijo del alcalde de Boulogne, el señor Jean de Ligne... Algunos fueron liberados para reunir sus rescates bajo juramento de volver si no lo conseguían, a veces la tentación de faltar a su palabra y quedarse en casa fue muy grande y se dieron algunos casos, los menos, la verdad. En general, los prisioneros de Harfleur y Agincourt se comportaron de forma muy honorable.

Por ejemplo Arthur, el mismísimo conde de Richemont, que acompañó a Normandía al duque de Suffolk, denunció una trama para rescatarle: antes moriría que romper la fe y el juramento que había hecho al rey de Inglaterra. Sin embargo, dos años más tarde cuando Enrique V murió se consideró liberado de su juramento y de su obligación de pagar el rescate regresando a Bretaña, lo que supone una interpretación sumamente discutible de las leyes de la guerra. En cualquier caso, eran gente mucho más honorable en este tipo de asuntos que los políticos en la actualidad

Raoul de Gaucourt y Jean de Estouville se vieron en una situación muy peculiar puesto que Enrique, en vez de pedir dinero por sus rescates como era habitual, quería a cambio la libertad de algunas decenas de prisioneros ingleses que las estaban pasando canutas en cárceles francesas, además de una suma de dinero a convenir, puesto que estos ingleses no eran tan valiosos como los dos franceses y había que compensar la diferencia. De Gaucourt recibió un salvoconducto para ir a Francia el 3 de abril de 1416 donde consiguió la liberación de todos los prisioneros menos 20 y además recuperó parte de las joyas de Enrique que habían sido robadas en el saqueo de los equipajes de Agincourt, entre ellas la corona real y el orbe de la coronación, la cruz de oro con reliquias de la Vera Cruz y los sellos de la cancillería. Además alquiló un barco para transportarlo todo a Inglaterra, proporcionó nuevas ropas a los prisioneros liberados y se ocupó de que el conjunto llegase sano y salvo a la isla británica. Vamos, que se lo trabajó bien.

Sin embargo, Enrique, que no le perdona el asunto de Harfleur y se muestra algo mezquino para mi gusto, pese a su fama de honorable, no está satisfecho y se larga de Londres sin darle una respuesta. El 25 de enero de 1417, le permite volver a Francia para ejercer de embajador: pretende que Carlos VI acepte los términos del antiguo tratado de Brétigny y renuncie a Harfleur. Por supuesto es tarea inútil, los franceses saben que el rey prepara la segunda inavsión y que no va a renunciar a ella.

Los esfuerzos de Gaucourt quedan en nada y sigue prisionero. Incluso cuando Enrique está en su lecho de muerte, da la orden de que no se le libere, junto a otros elegidos, hasta que el príncipe sea mayor de edad. Diez años después de Agincourt es liberado, y sólo porque su rescate fue necesario para compensar la liberación de John Holland, conde de Huntingdon, que tenían los franceses.

A pesar de las quejas de De Gaucourt por el trato que se le dispensaba, se ve que Enrique tenía razón. Fue liberarle y dedicarse al servicio del delfín a combatir en todas las campañas contra los ingleses, nombrado capitán de Orleans y gobernador del delfinado, temprano defensor de Juana de Arco, asistió triunfante a la coronación del delfín en Reims. Vivió lo suficiente para ver la reconquista de Normandía y Aquitania, y al morir con 90 años, tuvo la satisfacción de saber que había sido uno de los principales artífices de la expulsión definitiva de los ingleses de Francia.

Una buena pieza el caballero...

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Mientras Enrique mareaba la perdiz del pobre Raoul de Gaucourt, consiguió ganarse a Arthur, conde de Richemont para su causa (había sido un firme defensor de los Armagnac) y, aunque incumplió sus promesas al fugarse tras la muerte del monarca, lo cierto es que contrajo matrimonio con Margarita de Borgoña, hija de Juan sin Miedo y viuda del delfín Luis de Guyena. Lo que pasa es que el nuevo delfín Carlos, le ofreció el cargo de condestable de Francia, y donde dije digo, digo Diego, así que volvió con los Armagnac y fue el responsable de sentar las bases de la reconquista de Normandía.

Luis de Borbón y Charles de Artois, condes de Vendôme y Eu respectivamente, fueron liberados en 1423 y 1438, tomando inmediatamente las armas contra los ingleses. Tened en cuenta que Charles comenzó su cautiverio con 23 años y fue liberado con 45, así que vengó su juventud perdida siendo teniente del rey francés en Normandía y Guyena.



Luis I de Borbón, conde de Vendôme, con su esposa Blanca de Roucy. Participó en la liberación de Orleans con Juana de Arco.

Su hermano el duque de Borbón no tuvo tanta suerte, sin embargo. Se le permitió regresar a Francia para reunir las cien mil coronas de su rescate y para convencer a su hijo, el conde de Clermont, de unirse a los anglo-boroñones. No pudo conseguirlo y, aunque Enrique V ya estaba muerto, no consideró que su obligación hubiese terminado y volvió a Inglaterra donde murió en 1434.

Aún le dio tiempo a engendrar una hija ilegítima antes de morir, Margaret, que se casó con un guerrero castellano que seguro que no os suena de nada Rodrigue de Villandrando, el célebre jefe de una no menos famosa compañía de mercenarios conocidos como routiers o écorcheurs, de las muchas que asolaron la campiña francesa durante la Guerra de los Cien Años, al servicio del rey o de algún poderoso señor. Su triste fama se debe a su arrojo y a sus constantes acciones de pillaje, que le valieron el título de Empereur des Brigands (Emperador de los Bandidos) o L’Écorcheur (El Desollador) Además, era nieto de Don Juan García Gutiérrez de Villandrando, compañero y amigo de otro gran mercenario, Bertrand du Guesclin. A través de su madre, muerta al poco de nacer él, su hijo Charles de Villandrando y Bourbon, heredará, con el tiempo, parte de los bienes y privilegios de los Borbones en Francia, sus primos.

El mariscal Boucicaut tampoco volvería a ver Francia. Fue capturado a los 48 años de edad y todos los esfuerzos para conseguir su liberación fueron en vano. El 25 de junio de 1421, este famoso modelo de caballería murió en la casa solariega de Robert Waterton en Methley, Yorkshire. Su cuerpo descansa en la capilla de la Virgen detrás del coro de la iglesia de San Martín de Tours.

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El prisionero más importante de Enrique era Carlos de Orleans, que legalmente era menor de edad cuando fue capturado y cumplió 21 años a los pocos días de embarcar en Inglaterra. Permaneció cautivo 25 años. Vio desde la distancia la muerte de su hermano menor Felipe en 1420, su única hija Juana en 1432 y su esposa Bona de Armagnac más o menos por esos años.



Carlos de Orleans encarcelado en la Torre de Londres, según un manuscrito del siglo XV. Frente a la Torre Blanca está la llamada Torre de los Traidores. Al fondo el Puente de Londres sobre el Támesis y más al fondo Westminster.

Incapaz de ayudar, observó desde la barrera la segunda invasión de Francia y la toma de Normandía, aunque se alegró del asesinato de Juan sin Miedo, el verdugo de su padre, en 1419. Su alegría duró poco. El asesino del duque de Borgoña, ni más ni menos que el propio delfín, fue desheredado por su crimen (o más bien por la alianza de Enrique con el hijo del muerto, Felipe el Bueno de Borgoña) y se firmó el Tratado de Troyes por el que el rey de Inglaterra se casó con Catalina de Valois y fue legalmente reconocido por Carlos VI como heredero de su corona y de toda Francia.

Enrique nunca llegará a ser rey de Francia porque Carlos VI sobrevivió a su yerno dos meses, pero a Carlos de Orleans todo esto le daba igual. Él seguirá siendo prisionero en Inglaterra. En 1435, cuando Felipe, el duque de Borgoña, abandone a los ingleses y haga las paces con el delfín, los únicos defensores de la liberación de Carlos eran su hermano bastardo Jean, conde de Dunois, y la mismísima Juana de Arco. Cinco años después, por fin, fue liberado en una ceremonia en la abadía de Westminster el 28 de octubre de 1440.

Un mes más tarde, a los 46 años, se casó por tercera y última vez con una chica de 14, María de Cleveris, que le daría tres hijos, uno de los cuales ascenderá al trono de Francia como Luis XII



Este retrato de Luis XII de Francia de Jean Perréal pertenece a la colección privada de S.M. la reina Isabel II de Inglaterra y se encuentra en Windsor.

Pero a estas alturas Carlos está hasta las narices de tanto politiqueo, así que se retiró a vivir tranquilamente en su château de Blois (el antiguo, el medieval, la construcción actual renacentista fue empezada por su hijo Luis XII y continuada por Francisco I) donde pasaría el tiempo dedicado a leer libros de filosofía, teología, ciencia de su enorme biblioteca, interesado por relojes y artilugios mecánicos y escribiendo una ingeniosa poesía amatoria cortés por la que se ha hecho famoso.



Carlos de Orleans llevando el Toison, del libro Statuts, Ordonnances et Armorial de l'Ordre de la Toison d'Or de 1473. Realizado por Gilles Gobet, Rey de Armas de la Orden, como regalo para Carlos el Temerario de Borgoña durante el Capítulo de la Orden celebrado en Valenciennes.

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En su poema Complainte, Carlos de Orleans estudia las causas de la derrota francesa en Agincourt y se lamentaba de que Francia, antaño modelo para todas las demás naciones en cuanto a honor, lealtad, cortesía y valor, se había hundido en el orgullo, el letargo, la lascivia y la injusticia.

De hecho la batalla generó una enorme cantidad de obras literarias, aunque pocos franceses se referían a ella directamente, preferían llamarla la malheureuse journée (el desafortunado día) y todos sabían a qué día se estaban refiriendo. Por ejemplo Le Livre des Quatre Dames de Alain Chartier, escrito dos años después de la batalla, jamás menciona a Agincourt directamente, aunque todo el poema es una crítica velada contra los que considera responsables de la derrota: cuatro damas llorosas por haber perdido sus amantes en la batalla compiten por ser la más infeliz.

En su Carta sobre la prisión de la vida humana, Cristina de Pizan trata de consolar a María de Berry, duquesa de Borbón, cuyo yerno y primos murieron en Agincourt y cuyo marido, hijo y cuñado eran prisioneros de los ingleses.



María de Berry, por derecho propio duquesa de Auvernia y condesa de Montpensier, señora de Châtillon por su primer matrimonio, condesa de Eu por su segundo matrimonio y duquesa de Borbón por el tercero. Casi nada...

En Inglaterra por el contrario, la alegría por la victoria se expresó en un conjunto de canciones políticas y baladas populares. La más destacada La canción de Agincourt, escrita en vida de Enrique V, para tres voces.



Deo gratias Anglia redde pro victoria!
[England, give thanks to God for victory!]

Aquí la tenéis

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Se ha dicho que realmente la victoria de Agincourt no sirvió de nada y más bien agravó la situación: no dio lugar a un traspaso de tierras, no hubo cambios políticos, Enrique implicó a su país en décadas de guerra que costaron severos impuestos al pueblo y el conflico fue la semilla para que Inglaterra quedara desgarrada por luchas civiles en la guerra de las Rosas. Todo eso es rotundamente cierto pero ¿y si hubiese perdido en Agincourt como todo el mundo esperaba? El ejército inglés aplastado y aniquilado, Enrique junto a la flor y nada de la nobleza inglesa asesinados o capturados. Las consecuencias para Inglaterra hubiesen sido catastróficas, mucho más que lo que fueron para Francia.

Agincourt fue el pistoletazo de salida para la resurrección de un imperio inglés en Francia. La conquista de Normandía entre 1417 y 1419 fue posible porque gran parte de la milicia francesa (desde los soldados a los príncipes) habían sido asesinados en la batalla. Además, demostró el derecho moral de Enrique al trono francés, Dios le había dado la victoria en el juicio por batalla. Pero lo más importante, Enrique demostró ser el verdadero rey de Inglaterra pese a ser hijo de un usurpador. Tener a Dios de tu lado y que todo el mundo lo sepa ¿qué puede ser más importante que eso para un rey medieval?

En fin, aquí lo dejo, no puedo contar más sobre Agincourt principalmente porque he escrito todo lo que sé, e incluso he descubierto alguna cosa nueva mientras os relataba la historia. Si os interesa el tema, además de las referencias bibliográficas que puse al principio hay más libros, sobre todo en inglés y francés, pero no os aportarán grandes novedades.

Esto es lo que hay. Y ahora me paso a los Cruzados, que estoy un poco hasta la coronilla de Inglaterra, Francia, Enrique y las orillas del río Somme (¿quién me iba a decir a mí que me terminaría por cansar de este tema? )

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Gracias ,Iselen,por tu buenísima narración y generosidad.No sabes con qué interés la he seguido,bueno...también sigo otros que me aportan y,han aportado,conocimientos muy interesantes para mi.Gracias.

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La risa es un antidepresivo sin efectos secundarios

Ahora voy a cruzarme un ratito!!!

Iselen, es un tema absolutamente fantástico. Comprendo que te ha absorbido tanto durante un período de tiempo que ahora necesitas quitártelo de encima por un buen rato, jajaja. Eso siempre pasa incluso con los personajes/episodios históricos favoritos de uno. Pero es un temazo.

El final, con esa referencia a Carlos de Orléans, me ha hecho recordar un libro que recomiendo vivamente a quienes no lo conozcan: "El Bosque de La Larga Espera", novela de Hella Haasse. Haase, una holandesa absolutamente fascinada por la figura de Carlos de Orléans desde que descubrió alguno de sus poemas, empezó a escribir "El Bosque de La Larga Espera" al tener que abandonar la Universidad para no tener que aceptar la ocupación nazi. Eso tiene su importancia, porque le hace impregnar "El Bosque de la Larga Espera" de una agridulce melancolía. De veras que merece muchísimo la pena.

Gracias a todos

Minnie me apunto el libro en la lista de pendientes

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Iselen, gracias pot escribir éste tema. Muchos de los personajes son viejos conocidos y haberlos reencontrado me ha hecho transportarme en el tiempo en que leí sobre ellos, además de soñar, imaginar como fué su vida.
A mí esto me emociona y te agradezco por haber permitido éste viaje en el tiempo.
Tu manera de relatar loss sicesos és inigualable y és una suerte y un privilegio para el foro tenerte por aqui y que te dispongas a dividir con nosotros tus conocimientos.
Gracias.